Dolores Figueroa de Marchionni

Su fallecimiento

Con el fallecimiento de Dolores Figueroa de Marchionni, a los 83 años, la Ciudad despide a una docente de hondas convicciones solidarias y fe inquebrantable, que supo involucrarse con su comunidad transmitiendo desde diferentes ámbitos educativos y parroquiales la palabra justa y el consejo certero durante más de medio siglo.

Hija de Clemente Figueroa -encargado de recaudaciones en la central platense de una compañía eléctrica- e Hilda Correa -maestra-, Dolores Nélida nació en La Plata el 28 de abril de 1927. Junto con sus hermanos María Lidia y Omar Délfor vivió los años de infancia y adolescencia en la casa familiar de 63 entre 5 y 6, mientras transitaba sus estudios primarios y secundarios en las aulas del Normal 2.

Al poco tiempo de graduarse como maestra de grado, fue convocada por las autoridades de su colegio para sumarse al plantel administrativo. Su solvencia no tardó en consolidarla como secretaria, cargo en el que se desempeñó hasta 1982, cuando se retiró tras casi cuarenta años de servicio.

En 1962 se casó con José María Marchionni, ingeniero agrónomo que tuvo un prolongado y fecundo paso como profesor por la Universidad Nacional de La Plata. De la unión nacieron dos hijos: José María -jurista, actual vicepresidente segundo del Colegio de Abogados platense- y María Eugenia -pianista y clavecinista de trascendencia nacional-, quienes se prolongaron en diez nietos: Sofía, Agustina, Rosario, Guadalupe, José María e Ignacio Marchionni, Lucía, Rodrigo, Juan Martín y Magdalena Beraldi.

Radicados en Ringuelet desde inicios de los años '70, los Marchionni se vincularon con la comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Anunciación. A pesar de estar jubilada, "Lolita" -tal como todos la conocieron en el trato cotidiano- se convirtió en secretaria al naciente Colegio de la Anunciación de la Santísima Virgen, ubicado en 514 entre 7 y 8; trabajó allí hasta 2002, los primeros ocho años "ad-honorem".

Colaboradora de la rama femenina de Acción Católica y la Fundación Santa Ana, creada para editar charlas y estudios teológicos, fue alma mater de los innovadores cursos de catequesis familiar que se impartieron en el Sagrado Corazón. En tiempos recientes participó de las actividades de Nuestra Señora del Valle, el templo de su barrio desde que, tras enviudar en 1999, se había trasladado a un departamento de 1 y 57.

Intuitiva y dinámica, complementaba el enfoque espiritual -que consideraba imprescindible- con la capacidad para encontrar soluciones realistas y sensatas. "Evangelizaba todo el tiempo, pero sin pelos en la lengua", recordaron los suyos, "y eso le ganaba la confianza de los más jóvenes". De relación entrañable con sus nietos, que encontraron en ella contención y sabiduría, era una excelente cocinera que entendía a la hospitalidad como "la flor de la caridad" y agasajaba con exquisitos menúes a los amigos y familiares con quienes compartía la mesa en una casa de corazón y puertas abiertas.