Preocupación en Tolosa por la invasión de ratas

Ruidos en los taparrollos. Sombras que corren por las medianeras. Chillidos en los entretechos que sobresaltan a la madrugada. Los vecinos de 522 entre 16 y 17 conviven desde hace semanas con una invasión de ratas "de todo tamaño y color", y en las últimas horas se reunieron para exigir al municipio que "tome cartas en el asunto" ante lo que consideraron "una amenaza para la salud pública".

"Es increíble, la mayoría de la gente del barrio no vio nunca algo así; estás tomando mate a la tardecita en la vereda y ves cómo las ratas empiezan a salir de a dos o tres; parece que fueran paseando, sólo les falta saludar" describe Sergio Pallares: "si te lo cuentan no lo imaginás; y cuando hace mucho calor la cosa empeora. Con todas las enfermedades que andan dando vueltas, es un peligro".

El sector de Tolosa que sufre la aparición de la plaga tiene características residenciales y está completamente urbanizado. Existen algunos comercios -almacenes, verdulerías- y quedan lotes de amplia superficie que son utilizados como depósitos, con actividad esporádica y galpones de chapa y madera.

PRECAUCIONES

"La estamos pasando muy mal" sintetiza Marisa D'Ambrogio: "mis sobrinos no pueden salir al patio, porque las ratas se paran a dos metros y los miran. Y como la única forma de erradicarlas es con veneno, estamos obligados a tomar mil precauciones. Ya llamamos al municipio y nos derivaron con la Agencia Ambiental; vinieron, escucharon, miraron y se fueron sin ofrecer ninguna respuesta concreta; es más, dijeron que si había vecinos que no colaboraban abriendo sus puertas para las inspecciones de posibles nidos, ellos no podían hacer nada".

Para D'Ambrogio, "estamos ante un tema de salud pública y la Comuna algún recurso debería tener; por lo pronto, podría limpiar el basural que se formó en la esquina de 17 y 522, donde hay un baldío sin cerco con escombros y bolsas".

UNA PRESENCIA QUE CRECE

"Empezamos a ver algunas ratas a mediados del año pasado, pero ahora hay una explosión, las tenemos en nuestra vida cotidiana día y noche" asegura Alfredo Rocco: "son de todos los tamaños, diferentes colores, colas largas o cortas, parecidas a comadrejas o del tamaño de conejos. Tengo cielorraso de machimbre y ahí bailan, es una fiesta; hacen cría en los taparrollos y a veces asoman las colas por alguna rendija. Es algo que pone nervioso al más pintado".

Otro de los vecinos, Pedro Caberta, subrayó que "las encontrás muertas en la calle día por medio, porque ponemos cebos a lo loco, pero si no hay algún operativo integral siempre corremos de atrás". En el mismo sentido se expresó Irene Arias: "me coparon el quincho entero, y los ruidos en los entretechos no te dejan dormir. Nunca pasó algo así en esta zona, a pesar de tener relativamente cerca un arroyo. Puede parecer trivial, pero tengo miedo de que me muerdan al doberman y se contagie de algo".