Antes y después

INFORME
Por MARTIN CABRERA

Pocas personas dejaron una huella tan profunda en un club como Osvaldo Zubeldía en Estudiantes. Sin temor a equivocaciones, reproches ni refutaciones, nada volvió a ser igual en el club luego de su llegada, de la cual se cumplen 50 años.

Zubeldía, el Zorro, el Maestro, el revolucionario que le cambió la cara al Pincha y al fútbol argentino, encontró en La Plata el lugar ideal para montar su laboratorio, que años después sería una escuela de la que todavía hoy, medio siglo después, sigue generando admiración.

No andaban bien las cosas. El equipo llevaba años deambulando por el fondo de la tabla y si no descendió a la Primera B en buena medida se debió gracias a la reestructuración de Valentín Suárez, el presidente de la AFA, que con el aval de Boca y River decidió que no haya descensos en el fútbol argentino por espacio de cuatro años.

Mariano Mangano, el presidente, prometió en la previa de las elecciones de diciembre de 1964 un cambio de rumbo en el fútbol profesional. Quería un técnico que acompañara los cambios a nivel institucional que estaba desarrollando desde 1960. Entonces le pidió a Miguel Ignomiriello, el encargado de las inferiores y de la Tercera, que lo asesorara.

Dos nombres había arriba de la mesa para finales del ‘64: Victorio Spinetto y Osvaldo Zubeldía. Los dos con pasado en Vélez y el primero con mejor presente que el otro. A tal punto que estuvo a punto de firmar. Claro, ni el presidente ni su asesor estaban convencidos.

En sus casi seis años en el club como DT, Zubeldía logró una copa del mundo, tres copas Libertadores, un título local y una copa Interamericana

El 13 de enero de 1965 llegó a un acuerdo, tres días después firmó contrato y el 19 dirigió su primera práctica en la cancha de 57 y 1, por la tarde, luego de arribar hasta La Plata en el tren de las 8:01 que durante casi cinco años tomó en la estación Constitución.

El Zorro, como lo llamaron los más cercanos, desembarcó con su ayudante Argentino Geronazzo (una pieza clave no reconocida), con el profe Jorge Kistenmacher y el doctor Roberto Marelli.

En Estudiantes se encontró con un plantel descompensado. Grandes sin objetivos y chicos de Tercera que convocaban a una multitud, caso Juan Ramón Verón, Eduardo Flores, Oscar Malbernat, Carlos Pachamé, Aguirre Suárez y Gabriel Flores, entre otros.

Casi en sintonía llegó Raúl Madero, de Huracán. Y por pedido suyo lo hicieron con el tiempo Alberto Poletti, Eduardo Manera, Felipe Ribaudo, Marcos Conigliaro y Carlos Salvador Bilardo, una persona clave en todo lo bueno que sucedería unos años después.

El equipo empezó a jugar con un líbero y tres centrales, el derecho con vocación ofensiva, Dos volantes de marca y dos creativos (por las bandas y por el medio) y dos delanteros, uno mediapunta y otro de área.

De la pobre 14ta posición en el torneo de 1964, el Pincha de Zubeldía logró cambiar la cara. En 1965 un equipo más equilibrado que los anteriores terminó quinto, con muchos de sus juveniles como figuras destacadas.

Carlos Bilardo fue su mejor alumno y el maestro de una tercera generación: Alejandro Sabella. De aquel grupo casi todos los jugadores fueron técnicos más tarde

La revolución Zubeldía fue notoria y cincuenta años después no hay futbolero que no haya oído de sus cambios, todos ellos hoy moneda corriente. Le sacó brillo a la utilización de la pelota parada despreciada ante los años ‘60, se divirtió estudiando el reglamento, especialmente el off side, y fue pionero en la disposición multifunción de sus jugadores, que dejaron de ser estáticos para empezar a moverse por toda la cancha para tener un dibujo táctico en ataque y otro en defensa. Si hasta les llevó un tiempo a los hinchas y rivales entender por qué un jugador propio se paraba en la barrera en un tiro libre a favor (se corría cuando el ejecutante le pegaba a la pelota, para distraer). De esos gestos tuvo miles el Estudiantes de Zubeldía, que entre 1967 y 1970 ganó lo que pocos equipos argentinos (tal vez ninguno) pudieran repetir luego.

SUS LOGROS

Estudiantes fue el primer equipo no grande en lograr un campeonato, rompiendo la hegemonía de Boca, River, Racing, Independiente y San Lorenzo. Fue en el Metropolitano de 1967, con una paliza táctica al equipo de José Pizzuti, Racing. Le ganó 3-0 en la cancha de San Lorenzo para el asombro de propios y extraños

A partir de entonces se sucedieron los éxitos y con ellos las críticas de quienes defendían otro estilo de fútbol. Tres copas Libertadores, una Interamericana y la más importante en la historia albirroja: la Copa del mundo, en Old Trafford y ante el poderoso Manchester United.

Su desaparición física se produjo el 17 de enero de 1982, en Colombia, casi en la misma fecha que se cumplían 17 años de su desembarco en Estudiantes, club que fue uno antes y otro después de su trabajo. Todavía hoy se lo sigue recordando con cariño, respeto y admiración.