Una muerte y un nacimiento

Todo puede suceder a partir de esta semana, pero es evidente que la muerte de Raúl Alfonsín y, sobre todo, sus fenomenales repercusiones en el ánimo social parecen albergar en su seno la semilla de desenlaces hasta ahora no imaginables en la Argentina.

Al margen de los océanos de tinta que puedan derramarse para extraer la esencia de los acontecimientos que se sucedieron desde la noche del martes 31, cuando falleció el ex presidente, resulta evidente que 48 horas de conmoción popular sugieren que una honda movilización espiritual se ha producido en anchas capas populares. Es un sacudón que perfectamente puede disiparse en breve lapso, o también engendrar condiciones políticas para que las anticipadas elecciones del 28 de junio sean una frustración para el Gobierno.

CONJETURAS

Entre las apresuradas conclusiones que innumerables comentarios manejaron durante la semana, se subrayó, por ejemplo, que las exequias de Alfonsín, estremecedoras, espontáneas y masivas, fueron la manera con la cual la sociedad civil rectificó su condena al viejo líder radical de años atrás, reconciliándose con una figura paternal, supuestamente inocua y políticamente fuera de escena. También se han trajinado escenarios empapados de psicología casera, incluyendo una presunta necrofilia nacional y la búsqueda y posterior pelea con figuras de tipo paternal.

El tiempo se encargará de destilar lo esencial de tanto palabrerío y seguramente lo que quedará de ese proceso de purificación será bien poco de lo que hoy se viene escribiendo y diciendo. Sin embargo, esta columna está animada de la convicción de que, por omisión o deliberada voluntad, al país lo sacudió la certeza de que Alfonsín era y encarnaba todo lo contrario de lo que hoy se hace y predica desde el Gobierno.

El modelo de acción civil patentizado por el hombre cuyos restos fueron acompañados el jueves 2 de abril por una muchedumbre hasta el cementerio de la Recoleta, gravita en torno de dos vigas maestras: pasión indomable por la honradez y transparencia como virtud cardinal de un político, convicción de acero sobre la superioridad absoluta del diálogo y la búsqueda de comunes denominadores para afrontar los dilemas del país.

Parecen rasgos demasiado elementales y hasta prosaicos, pero ¿cómo es posible que ser honrado y tener voluntad de componer diferencias alcancen por sí solos para que un político sea respetado primero, querido después y enaltecido finalmente como paradigma simétricamente contrario a lo que hoy prevalece en el núcleo del poder?

Es una pregunta para historiadores y filósofos tal vez, pero han sido unas jornadas que evidenciaron de manera curiosa y hasta paradojal un hastío importante de la sociedad para con dos rasgos que, resulta evidente, una porción cada vez más gruesa de la opinión ciudadana identifica como arquetípicos de estos seis años de gobierno del matrimonio Kirchner.

CICLO

En este país de luto por Alfonsín se advirtió irritación sin límites para con la soberbia como política de Estado y la confrontación permanente como estrategia de gobierno. Al exaltar al líder radical, esa sociedad decía que quiere cambios importantes y los desea en el corto plazo.

Es curioso que la casi única expresión de odio contra Alfonsín en pleno duelo y mientras se lo velaba en el Congreso, haya provenido de las Madres de Plaza de Mayo, entidad muy cercana al Gobierno y que, según el Banco Central de la República Argentina, libró solo en el primer trimestre de 2008 nada menos que 34 cheques sin fondos por unos 404.000 pesos. Desde 2004, el monto de los cheques "rebotados" de la entidad superó el millón y medio de pesos. Desde el 11 de noviembre de 2004 y hasta el 26 de marzo de 2008, las Madres de Plaza de Mayo tuvieron 147 cheques rechazados, un total de $ 1.668.270,39. Ya en 2007, las Madres recibieron de la Secretaría General de la Presidencia de la Nación, 1.410.000 pesos, de acuerdo a lo que se lee en el Presupuesto.

No deja de ser elocuente que la única entidad que tuvo la audacia de descalificar el duelo de centenares de miles de argentinos, haya venido desarrollando desde 2003, con la protección de la abierta simpatía oficial, un plan de expansión fenomenal, cuyas aristas legales son, por lo menos, muy oscuras.

Desde una mirada más directamente política, la campaña electoral que se abre tras el duelo permite ya registrar dificultades grandes en varios "jugadores" centrales del corto plazo. La súbita e inesperada revitalización del radicalismo le complica los planes a Elisa Carrió para hegemonizar la convergencia panradical en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal. Oscurece también las aspiraciones del peronismo disidente, encarnado por el acuerdo entre Francisco de Narváez y Felipe Solá, cuyas trayectorias tan asociadas a los últimos 20 años de gobiernos peronistas son ahora contrastadas por la vigorosa irrupción de los valores de honestidad y republicanismo democrático.

Finalmente, también al kirchnerismo la semana de luto le dejó marcas dolorosas. En lo formal, la Presidenta no quedó en posición demasiado elegante, ausente de las ceremonias, tras sus desplazamientos transoceánicos a Qatar y Gran Bretaña. Además, notable voltereta del destino, Julio Cobos fue -de nuevo- el caballero de las oportunidades inauditas, cuando, como vicepresidente en ejercicio del Poder Ejecutivo, firmó el decreto de duelo nacional y despidió a Alfonsín en el Congreso.

Todo eso podría ser solo una semana negra para el oficialismo, cuyas energías y capacidad de replicar no hay que subestimar, sin embargo. Pero desde la oposición, y sobre todo desde el radicalismo, las primeras reacciones fueron contundentes.

REALINEAMIENTOS

La UCR de la provincia de Buenos Aires iba a dirimir en internas si el puesto que le corresponde en el acuerdo con la Coalición Cívica sería de Ricardo Alfonsín o Pedro Azcoiti. Como precandidato a diputado nacional en primer término, Azcoiti se adelantó. Consideró que la muerte de Alfonsín les ha dejado un mensaje y una responsabilidad a todos los radicales y que "en función de ello, coherente con nuestra postura al momento de iniciarse las conversaciones destinadas a la elaboración de la lista de candidatos partidarios y en aras de poder concretar la unidad del radicalismo bonaerense, he resuelto renunciar a una posible disputa por el primer término de la lista de diputados nacionales, reafirmando el ofrecimiento que dicha lista sea encabezada por Ricardo Alfonsín, y secundar al mismo en el marco de una integración del conjunto de la UCR de la provincia de Buenos Aires".

Resta ahora por ver si la fórmula del gran acuerdo panradical quedará sellada con los nombres de Margarita Stolbizer y de Alfonsín, propuesta que resulta ardua a partir de este momento para el binomio De Narváez-Solá, en un distrito donde Néstor Kirchner todavía no resolvió si se presenta o no.

El Gobierno había avanzado y mucho al obtener cómodamente el aval del Congreso para anticipar las elecciones, pero el panorama puede alterársele severamente tras esta semana que nadie previó. Ya antes del fallecimiento de Alfonsín, la candidatura de Kirchner se había hecho problemática en la provincia, no solo porque es legalmente muy objetable y conflictiva, sino porque no venía midiendo "tan" bien como esperaban en la quinta de Olivos.

¿Vendrá ahora un otoño amargo, tras seis años de poder casi omnímodo? Imaginativo y sagaz para estas cosas, el oficialismo pergeña sus opciones, que no son escasas, pero el curso de los acontecimientos no parecería estar anunciándole, por el momento, una clamorosa consagración al comenzar el invierno.


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