El otro legado de Sandro: su calvario moviliza consultas para dejar de fumar

Acaso como contraefecto de una cultura que Sandro sin proponérselo simbolizó -la que asociaba la sensualidad al cigarrillo-, su calvario ha venido movilizando en los últimos meses una notable inquietud por dejar de fumar. Así lo observan especialistas en cesación tabáquica, quienes reconocen incluso que el fenómeno quizás sea mayor al que ellos mismos -por considerar sólo el número de consultas médicas- pueden apreciar.

Si bien ya en los últimos dos años la cantidad de personas que deciden hacer algo para romper su adicción al tabaco ha venido creciendo en nuestro país, la difusión que tuvo la angustiante enfermedad del artista habría contribuido en buena medida a ello.

"Si uno se basa en lo que cuentan las personas que en estos últimos meses se acercaron al consultorio, podría decirse sin exagerar que al menos en la mitad de los casos hubo alguna mención al padecimiento de Sandro entre los disparadores para dejar de fumar", asegura el doctor Eduardo Valeff, director del programa de Cesación Tabáquica del Instituto de Cardiología de La Plata y coordinador provincial de Aliar, una organización que pugna por leyes más duras contra el cigarrillo.

Las razones del fenómeno podrían ser muchas: el enorme cariño que el cantante despertó entre la gente, el hecho de que su imagen estuviera alguna vez muy asociada a la sensualidad del cigarrillo, el espacio que le dieron los medios a la evolución de su enfermedad... Valeff, sin embargo, resalta sobre todo una en especial: "su caso -dice- expuso por primera vez públicamente en forma cruda el deterioro que puede generar el tabaquismo".

"Los mismos pacientes lo mencionan en la consulta -asegura-. Te dicen: ´siempre supe que el cigarrillo te puede matar, pero de un ataque cardíaco; nunca había imaginado que también podía hacerlo asfixiándote de esa forma tan espantosa'".

"Es triste que sea la muerte de un artista tan querido lo que haga que la gente tome consciencia -comenta el médico. Lamentablemente la lucha contra el tabaquismo nunca ha llegado a tener los recursos de publicidad utilizados durante décadas por las tabacaleras para instalar el cigarrillo entre los más jóvenes".

Con todo, dimensionar el impacto que tuvo el calvario de Sandro sólo a partir las consultas médicas constituye una mirada parcial. Por cada persona que acude a un especialista para dejar de fumar, otras tantas lo intentan por su cuenta sin que quede ningún registro de ello. De ahí que nadie podría calcular la cantidad de fumadores que se sintieron sensibilizados por su padecimiento y tomaron alguna decisión al respecto.

Lo que sí conoce -porque existen números estudios en el mundo- es la dispar tasa de éxito que enfrentan unos y otros en sus intentos por librarse del cigarrillo. Y ese dato quizás sea el parámetro más rotundo del grado de adicción que llega a generar la nicotina.

CON Y SIN AYUDA

Recurrir a la fuerza de voluntad -durante años el consejo más extendido para dejar de fumar, en especial por parte de quienes nunca fumaron- constituye una opción que, aunque escogida por la mayoría, enfrenta perspectivas de éxito muy bajas.

Hoy se sabe que la sola fuerza de voluntad tiene un impacto ínfimo en la cesación tabáquica. El 80 % de quienes intentan dejar el cigarrillo por su cuenta no dura más de un mes sin volver a agarrarlo. Sólo un 3% consigue seguir siendo un ex fumador al cabo de seis meses, muestran distintos estudios internacionales.

La nicotina llega a generar en poco tiempo una dependencia similar a otras drogas duras, como la cocaína y la heroína. De ahí que en general no basta con recomendarle a alguien que deje de fumar; también hay que reconocer que tal vez necesite ayuda profesional.

Pese a ello, "no está mal que las personas lo intenten solas; por el contrario -asegura Valeff-. Dejar de fumar no es fácil: hay todo un recorrido que el paciente tiene que hacer. Y en ese recorrido, apostar sólo a la fuerza de voluntad es un primer paso. Algunos lo consiguen, aunque su número es casi despreciable. Cuando no lo logran, al menos les sirve para tomar conciencia y pedir ayuda".

De hecho, casi todos los pacientes que buscan ayuda profesional para dejar de fumar "lo intentaron ya dos o tres veces por su cuenta y recayeron. Son excepcionales los casos en los que se acude directamente al médico; lo que da una pauta de cuánto se subestima en general esta adicción", comentan desde la Sociedad de Neumonología de la Provincia.

Pero lo cierto es que tampoco los tratamientos médicos para vencer la adicción al tabaco ofrecen un éxito garantizado. Aún con los mejores recursos farmacológicos de los que se dispone, ninguna terapia tiene hoy una efectividad mayor al 40% después de un año. Cumplido ese plazo, seis de cada diez pacientes recaen en su adicción.

EL CAMINO HACIA LA CESACION

En las pelea por librarse del cigarrillo, la recaídas no son sin embargo una derrota, sino un paso más hacia la cesación definitiva. "Siempre vale la pena intentarlo porque algo queda", aseguran distintos especialistas en cesación tabáquica.

Conscientes de que las chances de éxito dependen, al menos en una primera instancia, del nivel de determinación que tienen las personas al plantearse dejar de fumar, los médicos suelen iniciar los tratamientos evaluando ese factor a través de distintos tests.

"En general recibimos dos tipo de pacientes: los que vienen decididos a dejar de fumar porque llegaron a reconocer el daño que les genera, y los que llegan impulsados por sus familias aunque no del todo seguros de querer dejarlo. En este último caso, gran parte del trabajo consiste en lograr a través de charlas que las personas pasen de ese estado de precontemplación a uno de preparación, donde realmente estén convencidos de que lo desean y pueden conseguirlo", explica Eduardo Valeff.

Tal convencimiento no es sin embargo un requisito insalvable. Cada vez más abarcativos, los grupos de tratamiento hoy incorporan incluso a personas poco convencidas de querer recuperarse, ya que se ha probado que los efectos de las terapias a veces se registran a posteriori.

"Es común que pacientes que terminado el tratamiento no dejan de fumar lo logren más tarde en base a la experiencia recibida", asegura el médico. Claro que esa experiencia -basada en ejercicios para reconocer y controlar la adicción- no es lo único que ofrecen las terapias: casi todas ellas se apoyan también en fármacos.

Entre esos fármacos, los que ofrecen mejores resultados no son ciertamente baratos (cuestan alrededor de mil pesos) y las obras sociales, aunque una ley provincial las obliga, no siempre los cubren. Pero mucho más caro resulta fumar; y no sólo desde el punto de vista de la propia salud: hasta las terapias más caras pueden costearse con lo que se ahorra al dejar de comprar un atado diario a lo largo de un año.

COSTO

Considerado una epidemia que en la Argentina afecta a casi 9 millones de personas, el tabaquismo genera en nuestro país 16 mil muertes cada año y un gasto cercano a los 7 mil millones de pesos sólo en la atención de enfermedades asociadas a él, según datos de la organización ALIAR.