Se desmorona el viejo Palacio Piria

Como si quisieran resistirse al paso del tiempo y el abandono, las centenarias columnas aún se mantienen en pie, rodeadas de montañas de escombros. Sin embargo, nadie se anima a arriesgar cuánto tiempo más prolongarán su agonía. Con gran parte de su estructura ya derrumbada y el resto en situación crítica, el Palacio Piria de Punta Lara preocupa a vecinos y cuidadores. Lejos de aquellos tiempos de elegancia y fastuosidad, el presente es sombrío y el futuro, incierto.

"Aunque esté en ruinas, yo amo al Palacio, pero en otros tiempos daba placer verlo y hoy provoca tristeza", contó Soledad Mareco, quien pasó casi toda su vida cerca de la construcción. Nacida en el interior, se mudó con su familia a Punta Lara en 1956, cuando tenía sólo cinco años y, desde ese entonces, siempre vivió a pocas cuadras del Palacio Piria.

"Hace unos 50 años era muy distinto el lugar. Estaba lleno de chicos porque ahí funcionaba un orfanato y los vecinos hasta íbamos a misa en la capilla que había en las dependencias", agregó Mareco.

Para los vecinos, así como para los cuidadores del predio, que está cercado desde hace unos años, luego de que se produjera un accidente por el desprendimiento de mampostería, el abandono y el descuido que hubo a lo largo de los años contribuyeron a que el edificio luzca el estado que tiene actualmente. Pero también le apuntan al vandalismo y los robos.

"Empezaron sacando las aberturas y partes del piso, pero de a poco se fueron llevando todo. Lo más peligroso empezó cuando se empezaron a robar las vigas de hierro que sostienen la estructura de cemento para venderlas como metal. Ahí empezaron los derrumbes", argumentaron.

UN PASADO LUJOSO

Construido alrededor de 1910, el origen del palacio está en la familia Castells, quienes escogieron ese lugar de Punta Lara para desarrollar un predio que, además, contaba con una abundante vegetación y un área destinada a un zoológico y un haras.

Los propietarios originales hicieron uso del palacio durante pocos años, ya que hacia 1919 lo compró la Caja de Crédito Hipotecario. Unos años después, en 1926, fue adquirido por el empresario uruguayo Francisco Piria, quien en ese entonces tenía cerca de 80 años y ya había desarrollado con éxitos diferentes emprendimientos turísticos en su país de origen.

El Palacio Piria adquirió su nombre por aquellos tiempos y el mismo se mantuvo a lo largo de las décadas, más allá de la donación que en 1947, tras la muerte de Piria, hicieron sus herederos al estado provincial. El objetivo era que el Palacio se convirtiera en la residencia de los gobernadores, pero eso nunca llegó a concretarse.

Tras pasar por diferentes jurisdicciones, en el 2001 fue entregado en posesión al Departamento Administrativo de Bienes del Estado de la Dirección de Catastro Económico del Ministerio de Economía provincial y un año después se lo declaró "Monumento histórico y bien incorporado al patrimonio histórico de la provincia de Buenos Aires".