Aceleran restauración del Museo y suman especialistas

Con el aporte de profesionales de diferentes disciplinas, la restauración de la fachada del Museo de Ciencias Naturales avanza a paso firme. Ya se recuperaron varios bustos y murales del frente y se pintó gran parte de ese sector con un color similar al que lucía hace unos 90 años. Los próximos pasos, según se explicó, serán terminar las tareas similares que se están realizando en otro sector del frente y encarar la restauración de las columnas, el frontis y las estatuas de los esmilodontes que adornan el ingreso al edificio.

Los detalles de los trabajos que se están llevando a cabo fueron presentados durante una jornada de la que participaron profesionales de diferentes disciplinas, quienes mostraron los secretos de una tarea a la que definieron como "artesanal y de gran precisión científica".

Allí estuvieron, por ejemplo, museólogos, restauradores, biólogos y geólogos, quienes contaron en qué consistió su aporte a los trabajos que comenzaron en mayo pasado y que ya lucen avanzados.

EL SECRETO DE LOS MATERIALES

Una de las primeras tareas que debieron realizarse, según se indicó, fue el diagnóstico de los materiales que conforman la fachada del Museo. El objetivo era lograr que los nuevos elementos que se utilizaron en la restauración fueran similares a los que ya llevan más de cien años en su lugar.

Para ello, intervinieron investigadores del Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT), quienes analizaron diferentes muestras del frente y propusieron las combinaciones adecuadas de los materiales que usaron los restauradores.

"Las primeras aproximaciones al material se dan por el año de la construcción del edificio, que es lo que permite estimar qué técnicas se utilizaban en la época. Pero luego se hacen análisis más profundos, como los estudios minerológicos para determinar qué tipo de arena se utilizó en la mezcla", detalló Luis Traversa, director del LEMIT.

En ese laboratorio, además, se realizaron estudios de las características de las pinturas usadas y el deterioro que provocaron los crecimientos biológicos, como plantas y líquenes, en la fachada. "Fue necesario que participaran profesionales de distintas áreas, como químicos, geólogos o biólogos", agregó Traversa.

EN BUSCA DEL COLOR PERDIDO

Además de las conclusiones de los estudios de materiales, en la jornada se presentaron también los avances realizados en cuanto a la recuperación de los murales y las esculturas que se encuentran en el frente del Museo.

"El trabajo que puede verse realizado en los murales y en las esculturas en realidad comienza mucho tiempo antes y requiere del aporte de científicos e historiadores, incluso de la búsqueda de documentos referidos a la historia del edificio", contó Cristina Lancellotti, una restauradora que se especializó en Europa y que debió participar en la toma de decisiones tan importantes como la definición del color con el que finalmente se pintó la renovada fachada.

"Fue una decisión que hubo que discutir, porque por lo que se pudo apreciar técnicamente hay vestigios de que el color original del Museo fue rosado, aunque la memoria popular señalaba que siempre había sido blanco. Se optó por un color claro, aunque no blanco, que es el que se adoptó con las modificaciones edilicias que se hicieron por la década de 1920", explicó Lancellotti.

Con la misma paciencia para analizar documentos históricos, como viejas fotografías en blanco y negro, se dispuso recuperar el color original de las esculturas y revivir los dibujos de los murales, que se habían tapado con pintura en intervenciones que se hicieron a lo largo del tiempo.