Las ferias francas le ganan al paso del tiempo y crecen

Nada ni nadie pudo con ellas. Ni siquiera los grandes hipermercados o los modernos comercios aggiornados a estas épocas que ofrecen "comodidad, precios y calidad de productos" a sus clientes. A pesar de todo allí están, inamovibles y metidas en el corazón de los barrios platenses. Las ferias francas de frutas y verduras que nacieron un 19 de noviembre de 1893 todavía son elegidas por miles de platenses a la hora de hacer compras; no solo perduraron durante más de un siglo sino que se expandieron, incorporaron nuevos rubros y servicios. Hoy los puesteros cuentan los secretos y las claves para mantenerse a lo largo de los años, muchos de ellos conservan la actividad de padres y abuelos, fundadores de estas ferias.

Es verdad que tuvieron que atravesar crisis muy duras y que en algunos pasajes de su historia perdieron el esplendor de otras épocas. Pero ahora están en un momento de crecimiento y algunos hasta se animan a hablar de "una moda"; por eso los feriantes tienen proyectos que apuntan a la modernización de los espacios y si bien los puestos conservan su esencia, también se observa los cuidados que se tienen a la hora de montar las estructuras para que se adecuen a las exigencias de los clientes.

En la rambla de 38 desde 9 hasta 12 los martes y jueves desde muy temprano; en Parque Saavedra, en 528 y 1 de Tolosa, y en 51 y 20, entre otros puntos, las ferias no resignan espacios y parecen resurgir con fuerza.

¿Los secretos para competir?: "la atención personalizada del dueño al cliente; la buena onda cuando la gente pregunta qué le conviene; la tradición de dar la yapa cuando se pesan los productos; la garantía de mercadería fresca recién traída del mercado; buenos precios gracias a la competencia entre puestos separados por apenas unos metros...en fin lo que toda la vida ofreció la feria a los platenses y que permitió que aún en los peores momentos sigamos de pie", dice con orgullo Horacio Valdez, quien desde hace 30 años tiene su puesto de venta de pescados y ha sido presidente de la Asociación de Feriantes.

En la actualidad son alrededor de 300 los puesteros que despliegan los productos en las estructuras que se arman durante la mañana bien temprano, con excepción de los lunes, en las distintas zonas del casco urbano y de las localidades del norte platense. Cada puesto, según se estima, recibe un promedio diario de 200 o 250 clientes las jornadas hábiles.

Los sábados y domingos, cuando la feria se resignifica como un paseo y la gente elige la mercadería a otro ritmo, las visitan crecen considerablemente y, por ejemplo, recorren la rambla de 38 unas 5.000 personas y la de City Bell alrededor de 3.000, según apuntaron los feriantes más antiguos.

COMPETENCIA Y VARIEDAD

Valdez resaltó lo que considera una de las ventajas de la feria: la competencia. "Acá está al lado, si a la gente no le gusta la mercadería que tenés puede caminar metros y encontrar lo que busca. Eso hace que los dueños de los puestos se esfuercen para ofrecer calidad al mejor precio; además porque al otro día hay que volver a verle la cara al cliente, mano a mano, y dar explicaciones en caso de que no esté satisfecho con la mercadería que recibió. Eso no sucede por ejemplo en los super o hipermercados, donde la atención es mucho mas distante".

Otra clave que hacen atractivas a las ferias francas es la variedad, son varios los puestos de frutas, verduras, pescaderías y fiambrerías, entre otros, la gente puede elegir entre diversas ofertas y eso es muy positivo, destacan los feriantes. Y si bien los puestos que predominan son los de productos alimenticios frescos, también hay florerías, fiambrerías y negocios de productos de limpieza, entre otros.

MAS GENTE LOS FINES DE SEMANA

Para Mario Ruta, que posee un puesto de flores desde hace unos 40 años en la feria de 38 desde 9 hasta 11 "los días de semana se trabaja un 30 por ciento menos que los domingos. A la gente le gusta caminar al aire libre, tiene la opción de elegir entre varios puestos dónde comprar y además se encuentra con el vecino, charla, se arma un lindo clima y eso en estos tiempos vale mucho, más de lo que se cree", y contó que "empecé con mi padre que era feriante a los 12 años, y todavía sigo acá ganándome la vida".

Según otro feriante que prefirió no decir su nombre "hubo un cambio de costumbre muy marcado a lo largo de los años. Antes se vendía parejo toda la semana, pero ahora la gente usa a la feria como paseo los sábados y domingos, lo que cual le da otra fisonomía. De todas formas, ahora se están acercando a comprar muchos jóvenes, es como que se dieron cuenta que existe la feria, y nosotros le damos la bienvenida y por supuesto vamos a tratar de conservarlos como clientes".

Valdez sostuvo que "las ferias vivieron épocas muy difíciles, como por ejemplo cuando durante la dictadura militar se intentó suprimirlas porque se las consideraba `viejas`, había muy poco apoyo y de milagro se pudo subsistir; otra crisis grande fue cuando desembarcaron los hipermercados en la Ciudad, muchos clientes se fueron pero luego volvieron, de todas formas la pasamos muy mal. Ahora los días de semana se trabaja básicamente con la gente del barrio, pero los sábados y domingos llegan clientes de todos lados".