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Cada vez hay más pacientes que se internan en su propia casa

La posibilidad de extender al domicilio tratamientos por lo general asociados a hospitales se está volviendo algo común. Entre las ventajas figura descomprimir el problema crónico de la falta de camas, aunque entre las contras aparecen modificar la rutina hogareña y el complejo desafío de aceptar la convivencia con desconocidos

Cada vez hay más pacientes que se internan en su propia casa

Hugo Vicente está internado en su casa de Villa Castells desde 2004. Sufre esclerosis múltiple y convive con una enfermera las 24 horas, además de recibir todas las semanas la visita de un médico, un kinesiólogo y un masajista para su tratamiento

24 de Abril de 2011 | 00:00

Si alguien debiera internarse para recibir atención médica y tuviera la posibilidad de elegir entre hacerlo en un hospital o en su propia casa, ¿qué elegiría? Ese fue el planteo que se hizo Hugo Vicente hace ya ocho años, cuando se sometió a una resonancia magnética y, después de años de ir y venir por consultorios y salas de operación, los médicos le encontraron a su enfermedad el nombre preciso: esclerosis múltiple. Era 2004 y el diagnóstico no ofrecía demasiadas posibilidades. La poca movilidad de las piernas obligaba a una internación permanente que incluyera tanto un seguimiento médico exhaustivo como una rutina semanal de masajes y kinesiología. Fue su cuñado médico quien le deslizó la posibilidad. "Me dijo si prefería hospitalizarme en mi casa -cuenta Hugo al hacer memoria-. Yo pensé que era una broma. ¿Cómo en casa?, pregunté. Hicimos las averiguaciones en IOMA y, cuando supe que la obra social me lo cubría, no dudé en decir que sí. Y no me arrepiento. Hace siete años que estoy internado en mi casa y lo agradezco todos los días. En un hospital sería todo muy distinto. Acá, en el lugar donde me críe, puedo llevar mi enfermedad con mayor dignidad".

Clic para ampliarHugo es uno de los cientos de pacientes de nuestra región que reciben cuidados hospitalarios en su hogar. En turnos diferentes, dos enfermeras cuidan de él las 24 horas y, en la comodidad de su casa de Villa Castells, recibe la visita de su médico una vez por semana, la de un kinesiólogo cuatro veces a la semana y la de un masajista doce veces al mes. El caso de Hugo es ejemplo de un fenómeno creciente: desde 2006, se estima, las internaciones en el domicilio se duplicaron en nuestro país de la mano de un aumento de las enfermedades crónicas, una mayor expectativa de vida y la falta de camas en los hospitales y clínicas. La Argentina se ha sumado así a una tendencia mundial que tiene a los EE UU como referente, con cerca de dos mil empresas de lo que allí se denomina home care.

"Se trata de una modalidad de atención que trabaja con pacientes que transitan enfermedades agudas, subagudas, crónicas o en fase de recuperación en su hogar -apunta Alicia Torreiro, responsable de Salud Integral, una de las empresas que prestan el servicio en La Plata-. La atención se hace a través de un equipo de salud interdisciplinario, que asiste a los pacientes desde los diferentes ámbitos de la medicina. En todos los casos, el tratamiento busca adecuarse a las necesidades de cada persona".

EL HOSPITAL EN CASA

Clic para ampliarLas patologías que pueden ser atendidas, se indica, son múltiples: desde pacientes como Hugo que tienen esclerosis múltiple, hasta casos donde la enfermedad a tratar es el Alzheimer, el Parkinson o alguna patología ósea. "Se tratan además complicaciones quirúrgicas -detalla Torreiro-: dehiscencias de heridas, fístulas enteocutáneas, tratamiento de escaras. También es posible el tratamiento de pacientes discapacitados y de algunas patologías psiquiátricas factibles de ser abordadas en el domicilio, incluso trabajamos con pacientes que padecen enfermedades neurológicas como accidentes cerebro vasculares en fase de recuperación".

Lo que apunta Torreiro se hace historia en el caso Marcelina Montiel Recalde, cuyo esposo Pablino Alvarez sufrió el primero de julio pasado un ACV que lo dejó postrado y con severos problemas de movilidad. Tras el ataque, Pablino estuvo cinco meses internado en el Policlínico hasta que, a fines del año pasado, en el PAMI le ofrecieron a Marcelina la posibilidad de una internación domiciliaria. Al principio ella no se imaginaba bien cómo podía resultar, y el sólo hecho de ver su casa donde vivía con su marido y su nieto convertida en una especie de hospital a domicilio la hacía dudar. Pero fue al principio. Organizaron la rutina con la presencia diaria de una enfermera y un fisiatra y la visita de un médico a la semana y, tras evaluar comodidades y espacios, dejaron una pieza libre para ubicar una cama especial con colchón antiescara, montar el nebulizador y disponer el lugar más práctico para la silla de ruedas.

"Modifica la rutina del hogar y a veces complica algunas cosas -admite Marcelina-, aunque creo que es la mejor opción que podíamos tener. Estar en un hospital es otra cosa. No digo que sea lindo convertir la casa de uno en un centro médico, pero tener a mi esposo acá y poder verlo todo el tiempo para mí es una tranquilidad. Yo soy jubilada y crío a mi nieto. Era una complicación tremenda tener que estar yendo todos los días al hospital".

Clic para ampliarAunque diferente, la historia que cuenta Marcelina tiene algunos puntos de coincidencia con la de Susana Balcedo y su hija Mónica, quien contrajo meningitis cuando apenas tenía 18 meses. Las secuelas de aquella lejana enfermedad dejaron a Mónica, de 48 años, postrada en una cama y con la necesidad de un cuidado cotidiano. Fue también la internación en casa la mejor opción que encontró Susana. "Me dieron los insumos, la cama ortopédica y una enfermera todos los días que la controla e higieniza -cuenta la madre-. Acá vivimos los tres. Mi nena, mi esposo y yo. Para mí hubiese sido muy doloroso tener que dejarla en un hospital, por eso estoy segura que tomé la mejor decisión cuando acepté tenerla internada en casa".

Para quienes abordan esta temática, uno de los fundamentos que sustenta la modalidad lo constituye la relación que el paciente mantiene con su propio entorno, rutina, horarios, familia y vida social. "La familia constituye un pilar fundamental en el proceso de recuperación del paciente -dice Torreiro-, y es por eso que tiene una participación activa mediante la capacitación adecuada que le proporciona el equipo interdisciplinario en el domicilio. De todos modos se debe tener en cuenta una cosa: cualquiera sea la patología a tratar, siempre el tratamiento sigue en manos del médico de cabecera del paciente, que es el que determina los lineamientos a seguir en un trabajo conjunto con el equipo de salud domiciliario".

A FAVOR, EN CONTRA

Aunque la hospitalización en el domicilio no está exenta de polémica, dado que algunos ven en esta práctica un simple recurso para abaratar costos y tercerizar un servicio que deberían afrontar las prepagas, no son pocos los profesionales de la salud que subrayan importantes ventajas de esta modalidad. Desde una radiografía hasta un electrocardiograma, gracias a los avances en tecnología son cada vez más las prácticas médicas que pueden realizarse en el hogar con la misma complejidad que en una internación hospitalaria. "Se trata de recuperar el protagonismo del paciente y su familia en el proceso de curación de la enfermedad y que no sólo sea un receptor pasivo de las acciones de salud", se apunta desde la Cámara Argentina de Empresas de Internación Domiciliaria.

Entre las enfermedades susceptibles a tratarse en el domicilio, como se dijo, se encuentran las derivadas del proceso de envejecimiento de la población, como el mal de Alzheimer, las enfermedades respiratorias crónicas y los cuidados paliativos. También es común tratar patologías pediátricas como la neumonía, el asma o las cardiopatías congénitas. En los últimos años, incluso, un capitulo a parte por su importancia lo constituye el tratamiento del paciente con patologías oncológicas en su fase terminal; lo que se denomina el cuidado del paciente paliativo. "Es una modalidad que comienza a partir del momento en que el paciente no tiene respuestas positivas al tratamiento -apunta Torreiro-. Lo que se pretende aquí es aliviar el dolor y otros síntomas, y dar contención psicológica y social tanto a la persona con la enfermedad terminal como a su entorno familiar".

Para muchos, el auge de este servicio aparece como un engranaje valioso dentro del sistema de salud, dado que evita la institucionalización innecesaria del paciente, facilita su reinserción familiar y, al mismo tiempo, permite aumentar la disponibilidad de camas para patologías más complejas que así lo requieran. Algunos, también, señalan como otra de las ventajas el hecho de eliminar cualquier posibilidad de contraer infecciones hospitalarias, una amenaza siempre latente en el proceso de hospitalización.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, de hecho, entre el 5 y el 10% de los pacientes que son ingresados en hospitales en los países desarrollados contraen infecciones en el lugar que se deben salvar: algunos casos, incluso, pueden ser mortales. "Si bien en un primer momento se veía a esta modalidad como una forma de ahorrar costos -sostiene Torreiro-, actualmente es una alternativa válida y en algunos casos indispensable para mejorar la calidad de vida de los pacientes".

A pesar de las comodidades, sin embargo, la internación domiciliaria no es la panacea para el paciente y la familia. En muchos casos, se explica, puede ser estresante y agotadora tanto física como emocionalmente. La familia debe convivir a veces las 24 horas con un profesional ajeno al funcionamiento de la casa. Además, como el hogar no es una extensión hospitalaria, se traslada al domicilio lo que es realmente necesario y el resto hay que adaptarlo al hogar, donde también vive el resto de la familia. "Esa es una contra -reconoce Marcelina-, pero en toda decisión hay ventajas y desventajas. Sabía que no iba a ser algo cómodo, pero una tenía que evaluar qué era lo más importante: tener a mi esposo acá o en un hospital. Y la verdad es que no me arrepiento de la decisión que tomé".

LA FAMILIA

Los familiares de alguien internado en su domicilio deben tener un rol activo, participando en la toma de decisiones y colaborando en las tareas de cuidado. Es más, en los casos donde se instalan equipamientos médicos, como respiradores o monitores, los familiares deben estar capacitados para su uso porque de lo contrario pueden llegar a entorpecer el proceso de curación.

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