En La Plata, uno de cada cinco hogares tiene una sola persona

"A lo mejor soy un ejemplo adelantado del fenómeno -larga sonriente y con un raro orgullo Esteban Ferrer, 31 años, soltero, estudiante de Derecho y empleado en un juzgado federal-. De la casa de mis viejos me fui antes de terminar el secundario, con 18 recién cumplidos. Pasa que siempre quise ser independiente. Ojo que ahora me podría acostumbrar a compartir el techo. Me parece que llegó la hora de vivir nuevas experiencias, algo distinto. Qué se yo. No me imagino en mi casa toda la vida solo".

Mientras en la década del 60 apenas el 7% de los hogares del país era unipersonal, en 1980 era el 10% y hace veinte años superaba ya al 17%

Adelantado o no, el de Esteban es ejemplo claro de las últimas cifras sobre viviendas unipersonales que arrojó la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Según sus números, mientras el hogar promedio platense está integrado por 3 personas, el 20,2% de las viviendas de La Plata está habitada por un solo individuo, al tiempo que el 57,8% tiene de dos a cuatro integrantes y el 21,9%, a más de cinco personas bajo el mismo techo.

Si bien los datos no discriminan qué parte de ese grupo son solteros, cuántos viudos y cuántos separados o divorciados, muchos de los expertos que analizan la tendencia señalan que la mayoría de esos nidos individuales está formado por personas de entre 25 y 40 años que, si se generalizara y buscara estereotipos, bien puede describirse como un ejército de solteros que tienen empleo propio y, con alguna mascota y la heladera repleta de imanes, encuentran en el delivery y la web a sus mejores aliado para la vida en casa.

"Estar solo tiene sus comodidades y grandes ventajas -reconoce Esteban-, pero hay momentos que se vuelve un poco pesado. Creo que la principal contra es no poder cambiar y estar atado a un solo modo de vida. Hay mucha gente que se acostumbra y ya no puede convivir. Decidió sola durante tanto tiempo que le cuesta pensar en conjunto y compartir su vida con alguien más".

TODO CAMBIA

Algo o mucho de lo que vive y cuenta Esteban puede inscribirse en las razones que dan varios especialistas que explican el tema. Entre los diversos cambios que alientan la tendencia, dicen, figura que la mujer salió a trabajar casi tanto como el hombre, que aumentó la edad promedio de los que se casan o conviven, que creció la cantidad de divorcios en los últimos años, que se extendió la expectativa de vida y que, como parte de un mismo cocktail que alteró las pautas sociales y culturales, los proyectos individuales pasaron a ocupar un lugar acaso más importante que el de los objetivos compartidos.

"No es un fenómeno nuevo -aclara la socióloga María Eugenia Santillán-, pero es evidente que año tras año sigue creciendo. Hay que tener en cuenta que en las últimas cinco décadas se triplicó en todo el país la cantidad de hogares en los que vive una sola persona, y eso se debe a que la expectativa familiar fue mutando y al hogar ya no se lo concibe como un conjunto de personas, algo indiscutible a mediados del siglo pasado, sino como una experiencia que también puede ser protagonizada por un único individuo. Claro que es imposible explicar el fenómeno desde un aspecto cultural sin tener en cuenta razones económicas que han ido dejando huellas y marcas en la sociedad".

Las palabras de la especialista se apoyan en datos claros. Mientras en la década del 60 apenas el 7% de los hogares del país era unipersonal, en 1980 era el 10% y hace veinte años superaba ya al 17%. Las estimaciones dicen que la cantidad seguirá creciendo: en 2025 las viviendas ocupadas por solteros, separados, divorciados o viudos -sin compañía- llegarán a poco más del 25%. Para Santillán, además, se debe entender que se trata de "una tendencia creciente en el mundo y, sobre todo, muy fuerte en las grandes ciudades. En capital federal, por ejemplo, los datos del último censo dicen que las viviendas unipersonales representan más del 30% del total de hogares".

Aquí también los dichos de la socióloga encuentran anclaje en los números. Es que el crecimiento de los hogares unipersonales no es una tendencia exclusiva de Argentina. En Suecia, por caso, representan más de la mitad de la población y en Dinamarca, cerca del 40%. En Inglaterra, en tanto, llegan al 37%; en Alemania al 36%; en Francia al 30% y en España, al 12.

"Pienso que a fin de año me voy a vivir con mi novia, pero la experiencia de vivir solo me sirvió un montón", asegura Raúl Navarro, 27 años, empleado en una pizzería y con más de cuatro años viviendo en la soledad de su departamento. "Cuando llegué a La Plata -cuenta-, me fui a vivir con un compañero pero compartimos la casa unos seis meses. Después largué el estudio y arranqué mi experiencia sola. Está bueno porque te da muchas libertades. Pero es una etapa, nada más. Ahora estoy estudiando fotografía desde hace dos años y siento que llegó la hora de cambiar parte de mi estilo de vida".

NUEVAS PAUTAS

Si bien en esta población de solitarios hay muchas viudas y divorciados, son las nuevas generaciones las que profundizan cambio: en los últimos años, de hecho, se incrementó el número de mujeres jóvenes que viven solas, algo que, según los expertos, ocurre porque ellas comenzaron a priorizar sus carreras profesionales y postergar para después de los treinta y pico la decisión de formar pareja y tener hijos. A nivel nacional, se estima que algo más del 55% de los hogares unipersonales se encuentra sustentado por el sexo femenino.

En nuestra ciudad, los datos del Indec revelan que la cantidad de hogares con una sola persona sigue siendo muy inferior a los compuestos por dos o más miembros -algo que no ocurre en varias ciudades del interior del país-, pero, curiosamente, tiene coincidencia con la que cobija a las viviendas de cinco o más personas.

Otro de los aspectos que ilustran el cambio -que para muchos ya trasciende el mero rango de fenómeno para convertirse en una situación consolidada- se lo advierte en el mercado inmobiliario, donde cada vez es más común que la construcción apunte a departamentos de un dormitorio y monoambientes.

"Es una experiencia creciente -sostiene la psicóloga Liliana Guerra, especializada en familia-. Transitar la soledad ya no es, como años atrás, una cuestión involuntaria que nos daba la vida, sino una decisión elaborada que tiene objetivos bien definidos, como los pueden ser disfrutar del hogar como un territorio libre y, sobre todo, no tener que acordar pautas elementales con nadie a la hora de planificar un proyecto de vida".

UN BUEN MERCADO

Cuando se habla de los hogares unipersonales en nuestra región y el país, acaso como otra demostración del fenómeno, se debe tener en cuenta que las empresas hace rato que pusieron la lupa sobre este grupo social. Prueba de ello es que, bajo el nombre de "desarrollo del consumo para un individuo", hoy en día puede conseguirse en cualquier supermercado desde lácteos hasta una botella de champagne o pizza para el freezer en tamaño individual.

Sucede que, de acuerdo a lo que apuntan los especialistas, en estos hogares los segmentos de niveles socioeconómicos medio y alto representan un mercado que, en los últimos años, se volvió más que interesante para las distintas marcas. No es para menos. Los que viven en soledad, se especula, son personas que suelen estar centradas en sí mismas y tienen por lo general más dinero para gastar que los que deben asumir responsabilidades familiares.

"Son más hedonistas y exigentes; buscan en primer lugar conveniencia y lujo, especialmente en categorías como entretenimiento, moda, belleza, viajes, propiedades y servicios", describen desde una consultora de mercado. Una respuesta a esta demanda es la "miniaturización" de los paquetes de los productos. Desde rodajitas de fiambre, pasando por las pizzas individuales o las botellitas de champagne, hasta paquetes turísticos para una sola persona.