Tránsito: en el casco y alrededores mueren cerca de 10 personas por mes

Pasaron casi tres años y al dolor enorme se le suma la impotencia y la indignación. Fue un 22 de mayo de 2008 pero María Luján Lofeudo lo siente en el cuerpo como si hubiese ocurrido ayer. Ese día, su hija Natalia, de 14 años, murió tras ser atropellada por un coche en el camino Centenario, a la altura de la calle 495. La conductora del Fiat Palio que provocó la muerte, sin embargo, nunca fue llamada a declarar y la causa quedó archivada en el olvido. Un olvido imposible para tanto dolor de madre: "la fiscalía argumentó que había un puente peatonal y que mi hija debió cruzar por ahí. Es cierto, pero no creo que eso exima de responsabilidad a la conductora que la atropelló, y mucho menos que no haya motivos para no haberla citado nunca, ni una sola vez. Es increíble, pero decidieron cerrar la causa sin llamar a la mujer que manejaba".

El desconsuelo de María Luján es tan inmenso y penoso como el que vive Javier Gusmerotti desde el 16 de febrero pasado, cuando su hijo Lucas, de tan sólo 8 años, andaba en bicicleta por la puerta de su casa, en 41 y 124, y un remise le quitó la vida tras pasarlo por arriba. "Dijeron que se haría justicia pero está todo parado -cuenta Javier-. Se encontró al culpable pero hasta ahora no se certificó su domicilio actual. Mi hijo está muerto y el tipo que lo mató sigue como si nada. Para colmo, el delegado comunal había prometido después del accidente que iban a poner reductores de velocidad y que habría más controles. ¿Sabés que hicieron? Pusieron una soguita un par de días para que los autos no vayan rápido, nada más. A nadie le importa lo que pasa con el tránsito. Parece que los que mueren no fueran personas. Son números. Y nadie hace nada para que haya un poco de justicia".

Distintas pero parecidas, las historias de María Luján y Javier tienen una verdad estadística que asusta. Durante el primer semestre de este año, en el casco urbano platense y sus alrededores hubo 58 muertos y un total de 1627 lesionados por accidentes de tránsito, una cifra aún mayor a la registrada en igual período del año anterior, cuando los muertos fueron 49 y los lesionados, 1612.

El dato, que no toma los accidentes registrados en Berisso o Ensenada y viene a confirmar que sólo en el casco platense y sus alrededores mueren cerca de 10 personas al mes, surge de un relevamiento que acaba de cerrar la Asociación Platense de Tránsito (Aptran), cuyas técnicos ya habían precisado que durante los primeros seis meses del 2010 se registraron en el casco urbano 700 accidentes y fuera de él, en zonas como Villa Elvira, Los Hornos, Olmos, Tolosa o Gonnet, un total de 958. Ahora las nuevas cifras confirman la escalada del problema: sólo el casco fundacional de La Plata fue escenario en el primer semestre del año de un total de 771 accidentes.

El trabajo estadístico está basado en números oficiales que se van tomando de diferentes dependencias estatales. En relación al número de muertos, sin embargo, los hacedores del estudio aclaran que "podrían ser muchos más porque el trabajo de la asociación es mínimo. Nosotros tomamos sólo a las personas fallecidas en el día o al día siguiente, cuando la normativa internacional indica que deben ser contabilizados los fallecidos hasta los treinta días después del siniestro". Los últimos números también confirman una tendencia acentuada en el último tiempo: la siniestralidad vial aumenta casi rigurosamente mes tras mes y su número de heridos y muertos crece en la Ciudad a un ritmo promedio del 5% mensual.

SIN FRENO

La historia de Norma Forchini se escribe con el mismo trazo de dolor que relatos como el de Javier o María Luján. Su padre Guillermo, de 78 años, salió de su casa en bicicleta un 16 de diciembre de 2007 y nunca más volvió. Iba a jugar un número al Quini 6 pero un auto lo cruzó al bajar el puente de Bossinga y el Arroyo Doña Flora. "La máxima ahí era de 40 pero el tipo iba a más de 120 -asegura Norma, todavía llena de congoja y estupor-. Eso no fue un accidente. Se podría haber evitado con un poco de prudencia. Hay testigos que me dijeron que el tipo iba distraído, en otra cosa. Y bueno, ahora toda mi familia está destrozada. Mi hijo todavía no se recuperó de la muerte de su abuelo. No lo entiende. Por eso a mí que no me vengan a hablar de accidentes. Son asesinos. Un tipo que no respeta la velocidad máxima sabe que puede matar a alguien".

La bronca y el dolor de Norma encuentra eco en lo que fundamenta Roberto Larregina, presidente de Aptran y uno de los hacedores del estudio platense. A Roberto, como a muchos peritos accidentológicos, no le gusta usar el término accidente para referirse a los siniestros viales. En la gran mayoría de ellos, explica, lo accidental tiene un papel menor; y en cambio surge una conjunción de factores prevenibles que explican lo que ocurrió.

La historia de Roberto, como tantas, también surgió del dolor. El perito decidió a fines de 2008 juntarse con otros profesionales para darle sentido a una idea que hacía tiempo le venía rondando la cabeza. Si bien perdió a su hermana en 2001 en un accidente de tránsito, Roberto quiso que su tragedia personal no fuera motivo de venganza ni odio, sino simplemente un disparador para, desde su especialidad como accidentólogo, formar lo que hoy es Aptran, una entidad integrada por profesionales que, además de hacer un seguimiento estadístico de los accidentes en la Ciudad, persiguen el mismo objetivo. "Llegar al día en que tengamos cero muertes por el tránsito -asegura-. Sabemos que es difícil, pero no creo que se trate de un sueño imposible. Si todos tomamos conciencia, vamos a poder darle solución a un drama que hoy se cobra cada día más víctimas".

Fue precisamente en abril de 2008 cuando Aptran comenzó a relevar los datos de cada uno de los siniestros viales ocurridos en la Ciudad, y desde entonces no ha cesado de hacerlo. Producto de ese empeño, la entidad logró establecer, entre otras cosas, que si bien el grueso de los accidentes de La Plata ocurren en la zona céntrica, barrios como Villa Elvira, Los Hornos y San Carlos vienen sumando lesionados y muertos a un ritmo impensado tiempo atrás. Y no sólo eso: más allá de la zona en que ocurran, la mayor parte de los accidentes viales en La Plata se producen durante el día, en una franja horaria que va de las 7 a las 10 y de las 17 a las 20 horas. De todos modos, se apunta, los siniestros más graves ocurren durante la noche y la madrugada.

El estudio también revela que los índices de siniestralidad nocturna son mayores en aquellas arterias sin iluminación. Una calle sin alumbrado, se explica, es seis veces más peligrosa que una iluminada: sin iluminación, la visibilidad del conductor disminuye al alcance de las luces de su vehículo unos 35 metros. Como se pierde la visión periférica, cualquier objeto o persona al costado de la calzada no es advertido con suficiente anticipación.

Para Larregina, tanto las explicaciones técnicas de los siniestros como las cifras a nivel local vienen a confirmar con rigor estadístico algo que casi todo el mundo presume: que tanto en el casco platense como fuera de él hay más accidentes que años atrás y que, lo que es aún peor, son cada vez más feroces y violentos.

PROBLEMA GENERAL

Las cifras locales sobre la inseguridad vial no son más que un reflejo preocupante de lo que sucede desde hace tiempo en todo el país, donde hasta ahora nadie pudo bajar el promedio de 25 muertos por día. A nivel nacional, el tema se cobra unas 9 mil vidas cada año y casi 150 mil heridos de distinto grado. Los accidentes de tránsito en Argentina son la primera causa de muerte en menores de 35 años, y la tercera sobre la totalidad de los argentinos. Para dimensionar el drama, quienes trabajan en la problemática suelen mencionar el mismo ejemplo: en nuestro suelo, el número de víctimas fatales por accidentes viales equivale a la caída de un avión por semana con 170 pasajeros.

A todo esto, se debe precisar que del total de muertos por accidentes viales en todo el país, cerca de un 40% corresponde a nuestra provincia, que lidera el ranking de muertes a nivel nacional con una cifra mayor a los 3.600 fallecidos por año. Para decirlo en números más crudos y concretos: alrededor de 10 bonaerense mueren por día en la furia del tránsito callejero.

"Uno por ahí no se da cuenta del problema hasta que le toca -cuenta Javier Gusmerotti-. Cuando fue lo de mi hijo había cuatro o cinco nenes andando en bicicleta. Le tocó al mío como le podría haber tocado a cualquiera. El problema en esto es que todos somos responsables: la gente que conduce tiene culpa por no respetar las velocidades ni las señales, y los que deberían controlar tienen culpa también porque aparecen cuando hay un accidente y después no se los ve más. En la puerta de mi casa, donde fue el accidente, el día que mataron a mi hijo el comisario y el delegado del municipio prometieron más controles. Fue lo primero que pedimos todos los vecinos para que no muera otro nenito más. Y acá estamos: pasaron casi cinco meses y seguimos esperando que cumplan con lo que prometieron. No es mucho: un cartel señalizador, algún reductor de velocidad. Algo que ayude a que no mueran más personas, sólo eso".