Cinco historias platenses a contramano del termómetro

A pie desde Ensenada bajo el sol

A César Oscar Rodriguez (66), que es cartonero, el momento más duro de la ola de calor lo sorprendió ayer recorriendo el trayecto que une Ensenada con La Plata, tirando de su carro. “¿Sabe qué pasa? Si espero a que el sol baje para salir, después no encuentro ningún cartón”, explica en un obligado alto en el camino para renovar el aire. Reconoce que tomó varias precauciones antes de empezar a andar, como tomar mucha agua, o salir con ropa liviana. Pero también dice que otras veces le tocó soportar calores parecidos: “la verdad es que ya estoy un poco acostumbrado”.

“Al lado de la cocina hay 10º más”

“Si la térmica en la calle es de 40º, acá debe ser de 50º”, dice Iván Prestes (26) mientras prepara panchos y hamburguesas en un kiosco del centro. Para Prestes “la peor hora fue alrededor de las 15, porque vino mucha gente a comer, yo calculo que porque no quieren pasar calor cocinando en sus casas. Y lo peor de todo es que el calor altera el humor de la calle. Así que, para los que tenemos que cocinar el desafío es doble: soportar el calor y mantener la mejor onda para atender, a pesar del agobio”.

“La única forma de seguir es tomando mucho líquido”

Alberto Paiva (20) y Félix Quintana (35), ambos albañiles, entraron a trabajar a las 8 de la mañana sin saber que les esperaba una de las jornadas más calurosas de las que recuerdan haber pasado trabajando. “Al mediodía el calor era insoportable y la única forma de seguir era tomando mucho líquido, parando cada tanto y poniéndose un poco a la sombra”. Para Paiva “se hace muy complicado trabajar con esta temperatura y todos estamos esperando que la ola de calor nos dé un respiro”.

“La clave es mantenerme hidratada”

Mantenerse hidratada. Esa fue la principal preocupación de Miriam Roth (38), inspectora de tránsito que se desempeña en el centro y a quien el momento más caluroso de la jornada de ayer la encontró trabajando en la esquina de 8 y 47. “Sabía que no iba a ser un día común, así que me vine preparada, con mi botella de agua helada. También trato de caminar poco, y siempre que el trabajo lo permite, trato de pararme a la sombra. Pero así y todo el calor es terrible”.

“Por lo menos bajamos de peso”

“Sabía que me esperaba un día de mucho calor, así que me traje el agua congelada de casa”, dice Lorena Ligalupi (26), mientras cumple con el trayecto de diez cuadras del centro en el que trabaja haciendo limpieza de las calles. Lorena habla mientras se registra una sensación térmica que ronda los 40 grados: “la verdad es que estos días estamos rezando para que baje un poco la temperatura”. Y agrega divertida: “pero, eso sí, en la última semana seguramente bajamos algo de peso”.