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La maestra que es orgullo de Tolosa

Graciela Caldino acaba de cumplir 50 años a frente del aula en la escuela Santa Lucía. Es un caso excepcional

27 de Octubre de 2012 | 00:00

Cuando Graciela Caldino mira cada día a sus alumnos de 5° y 6° grado de la Escuela Parroquial Santa Lucía de Tolosa “descubre” a hijos y nietos de ex alumnos suyos, a quienes les dio clase en ese mismo colegio. Es que la docente cumple 50 años al frente de las aulas de la institución, donde su figura ha dejado una huella imborrable en varias generaciones. A tal punto que hoy “todos asocian el nombre de la escuela al de ella, Santa Lucía es sinónimo de Caldino”, enfatiza la secretaria del establecimiento, Yamila Gusmerotti. Dueña de un sentido del humor envidiable, Graciela (69) acota: “Ya soy un ladrillo del edificio, forma parte del inventario”.

Como maestra de tres generaciones, algunas de sus ex alumnas hoy comparten el día a día de Graciela. Por caso, Yamila cuenta que “a mi me conoció en la ecografía, cuando mi mamá traía a mi hermana a la escuela y estaba embarazada de mi”. “Sí -dice ‘la’ maestra del Santa Lucía-, venía con un vestido de futura madre color marrón con florcitas naranjas”. En la sala todas echan a reír. “Es que tengo muy buena memoria”, acota Graciela.

Para Sandra De Udaeta, la directora, “ella es la memoria institucional. Si viene alguien a pedir una documentación, recuerda cada detalle antes de buscarla”, dice. Pero Sandra destaca la faceta que “define, sin más, lo que representa Graciela: entrega”, subraya.

También es emblemático el caso de la vicedirectora, Emilia Sequeiros. “Yo la conocí como maestra de mis dos hijos mayores. Tiempo después ingresé al colegio como docente, y aquí estoy, con 24 años de antigüedad”. Graciela Caldino le hace notar que “cuando vos entraste a la escuela, yo llevaba 26 años”. Historias sentidas, que no se encuentran a la vuelta de casi ninguna esquina.

Ni siquiera de la esquina de 5 y 522, por donde “en los primeros tiempos pasaba el tranvía 13, con el cual llevábamos a los chicos al Bosque”, rememora.

“Me recibí en el Inmaculada en el ‘60, di clases allí en el ‘61, el año siguiente hice suplencias, y entonces me surgieron dos posibilidades. Una en el Estrada de City Bell y otra acá. Lo elegí porque era nuevo (en el 2008 cumplió el 50° aniversario), chico, y había mucho por hacer”, recuerda.

“En ese entonces había un aula, donde yo daba clases a 3° grado. Mucho pasto, árboles, troncos que usábamos como asientos, un patio de carbonilla y un salón de actos que se convertía en aulas para 1° grado, 1° superior y 2°, y luego en parroquia para la misa. Eran tiempos hermosos”, dice Graciela, amante de la cocina y de la música -tango, folklore, Alberto Cortés y Serrat, enumera- y de su escuela. “Este colegio es una familia. Venís, y si no te echan -sonríe- no te vas. Te contiene, es tu apoyo”, realza, algo que vivenció cuando enviudó y quedó a cargo de su hijo con capacidades diferentes.

¿Eso le dio más fuerzas? “Yo trabajo porque me gusta”, responde con firmeza Graciela. ¿Alguna vez se levantó y dijo ‘otra vez a la escuela’? “Jamás”, exclama. Y la directora, Sandra, da fe. “Jamás rezonga por nada, cuando hay maestras jóvenes que sí lo hacen. Y para ella no hay un tiempo para la escuela; está siempre que se la necesita, fuera de hora, sábados y domingos”, resalta, para contar una anécdota sobre su capacidad “para establecer un vínculo muy particular con los alumnos que trasciende tiempos y distancias”. “En la fiesta por el 50° aniversario de la escuela, en 2008, cuando se pidió que subieran al escenario los ex alumnos de Graciela para la foto, el salón quedó vacío”, rememora y ríe.

¿Han cambiado mucho los alumnos? “Mucho. Pero lo que no cambia es el afecto que les das y el que te tienen. Ahora no los podés mantener quietos, pero entonces buscás cosas que puedan dramatizar, actividades que les permitan interactuar. Siempre se encuentra la vuelta”, dice la docente de Prácticas del Lenguaje y Ciencias Sociales. “De Matemática, cero”, afirma apelando, una vez más, a su humor inagotable.

Hoy se celebrará una misa a las 19,30 y una cena. “A la misa no sé si voy. Juega Estudiantes”, remata.


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