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Opinión |EL PAIS

Un 7D que todavía espera su llegada

Por FRANCO MORAN

9 de Diciembre de 2012 | 00:00
EL TITULAR DEL AFCSA, MARTÍN SABATELLA, EL DÍA DEL FALLO QUE FRUSTRÓ EL 7D
EL TITULAR DEL AFCSA, MARTÍN SABATELLA, EL DÍA DEL FALLO QUE FRUSTRÓ EL 7D

Probablemente, en el Gobierno muchos estén preguntando de quién fue la idea de promover el 7D. Lo que intentarán saber, quizá, es a quién se le ocurrió fijar un día determinado en un proceso sometido a vaivenes judiciales que nunca dan garantías de semejante precisión. Es sabido: los procedimientos, los plazos, las interpretaciones, las posibilidades de apelar, recurrir, impugnar y recusar son todas herramientas legales que pueden correr las fechas para atrás y para adelante. ¿Por qué entonces crear esta sensación de que todo se jugaba el 7 de diciembre? ¿No se corría el riesgo de que ese día no pasara nada, como no pasó? ¿Y no se paga así un costo polìtico innecesario? No pasa por aquì el fondo de la cuestión. Pero estas formas a las que ha apelado el Gobierno, imponiéndose un corcet del que ahora le resulta difícil zafar, habla, quizá, de cierta épica improvisada que muchas veces puede ser contraproducente.

Lo cierto es que el 7D ha dejado de ser una fecha en el calendario de la polìtica. Es el símbolo de un proceso en el que lo más traumático, quizá, sea la trama de presiones que ha denunciado la Justicia. Magistrados de todo el país, entre ellos algunos de la Corte Suprema, advirtieron esta semana sobre esa situación que, en términos institucionales, plantea el riesgo de un debilitamiento democrático. Preservar la independencia judicial y la serenidad de los magistrados es uno de los pilares básicos de un sistema institucionalmente sano.

INCOGNITAS

Para el Gobierno, el 7D llegó a ser un tema dominante y excluyente. Pero la otra cosa cierta es que tampoco se sabe qué hubiera pasado ese día si una Cámara Civil no hubiera extendido -como lo hiozo- la cautelar a favor del grupo Clarín. ¿Se hubiera habilitado al Gobierno a tomar el control de alguna de las empresas que forman parte de ese grupo? ¿Hubiera empezado a correr el plazo de un año que establece la Ley de Medios para que Clarín se desprenda de alguna de sus partes? Todo hubiera dependido, en rigor, de otras resoluciones judiciales que todavía están pendientes. Lo único concreto, entonces, es que el Gobierno había alentado la expectativa de un día crucial en el que se iba a marcar un supuesto punto de inflexiòn y eso no ha ocurrido. En términos simbólicos, la administración de Cristina Kirchner ha sufrido así una derrota polìtica y judicial, aunque -vale decirlo una vez más- toda la situación es provisoria y mañana podría haber un fallo definitivo -que es lo que ha pedido la Corte- que avale la pretensión del Gobierno.

Debe ponerse, sin embargo, esta situación en perspectiva: para el oficialismo, la frustraciòn del 7D se suma a una cadena de hechos polìticos adversos que llegaron, en algún punto, a conmover los cimientos de la administraciòn nacional.

La multitudinaria movilizaciòn del 8N, el paro en el que confluyeron luego la CGT de Moyano y la CTA de Micheli y la imprevista complicación con acreedores externos -en un proceso que luego se enderezó pero que aún plantea interrogantes- fueron hechos que se encadenaron para poner al Gobierno ante desafíos que no era fácil imaginar a pocos meses de aquel arrollador triunfo con el que fue reelecta la Presidenta.

DE UN AÑO A OTRO

Hace apenas un año, el Gobierno gozaba de un consenso mayoritario que parecía asegurarle, por un tiempo más o menos prolongado, un margen de maniobra cómodo con fuerte respaldo social. Es difícil medir con exactitud en cuànto se ha modificado ese escenario. Pero la percepción es clara y unánime: los márgenes de maniobra del Gobierno se han estrechado.

Un dato, sin embargo, se mantiene idéntico al del paisaje polìtico de un año atrás: no aparece una referencia nítida y fuerte en la oposiciòn. En un río revuelto y en un clima de evidente efervescencia social, no ha sido ningún lìder de oposiciòn el que ha canalizado el descontento; ni siquiera ha asomado la cabeza. Han sido operadores anónimos en las redes sociales los que motorizaron la impresionante movilizaciòn del 8 de noviembre.

En ese dato reside aún una de las mayores fortalezas del Gobierno que, aún con tropiezos y dificultades, sigue ocupando en soledad el centro del escenario.

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