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Educacion |UNICA EN LA PROVINCIA

Con camas en lugar de pupitres: una escuela que es orgullo de la Ciudad

Es la que funciona desde hace 64 años en el Hospital de Niños Sor María Ludovica. Un equipo docente que "trabaja con la mente y el corazón"Por CARLOS ALTAVISTA

Con camas en lugar de pupitres: una escuela que es orgullo de la Ciudad

Los niños internados en la sala de Ortopedia y Traumatología, en plena clase. En primer plano, Alicia Violante le enseña los colores a Franco, alumno del jardín de infantes

11 de Marzo de 2012 | 00:00

Viernes, tres de la tarde. En la sala de Ortopedia y Traumatología del Hospital de Niños de La Plata, los pequeños y adolescentes internados hacen ejercicios de Matemática, leen, dibujan, escuchan a las maestras. Es que están en clase, al igual que otros 150 chicos que se reparten en 30 salas. No es un día especial, sino una Escuela Especial, la 509, que desde hace 64 años funciona en el corazón del emblemático centro asistencial. Allí, entre sumas y restas, se viven a diario historias de alegría y dolor, de la mano de docentes que "trabajan con la mente y el corazón". Docentes muy especiales.

abre comillas'La escuela es la única relación que encuentran con su vida normal fuera del hospital', dice la directora Lidia Chiappinocierra comillas

Unico en su tipo en la provincia de Buenos Aires, el colegio se encarga de "abordar a niños impedidos de ir al sistema educativo común, con el fin de darle continuidad a su trayecto escolar", dice la directora, Lidia Chiappino. Pero ella sabe que "la 509" es mucho más que eso. Mientras explica con lujo de detalles el funcionamiento de la institución, deja escapar de vez en cuando alguna anécdota. Algún recuerdo. Como la de aquel chiquito que cierta vez dijo: "Seño, si me duermo, por favor despertame". "Es que la escuela es la única relación que encuentran con su vida normal fuera del hospital", remarca.

Lidia está curtida en la docencia más difícil. Asistente educacional de profesión, durante 8 años dirigió las escuelas 506 de alto riesgo social y 524, que atiende a chicos con "necesidades intelectuales". Pero en el 2003 concursó para el cargo de directora del centro escolar hospitalario. "Era la escuela deseada, la elegida, porque es única en la Provincia. Es un establecimiento educativo especial sobre especial", enfatiza.

EL FACTOR HUMANO

Clic para ampliar¿Cómo funciona? "Como cualquier escuela. Dependemos de la dirección provincial de Educación, tenemos nuestros actos, nuestros abanderados, actividades extracurriculares, boletines", enumera, para realzar el papel de la Cooperadora y de la comunidad. "Desarrollamos proyectos con el Observatorio, con el Teatro Argentino, con la facultad de Bellas Artes. Vamos y vienen. Han organizado talleres de astronomía en las salas. O lo chicos se han probado el vestuario del teatro y han realizado minidramatizaciones. También hemos ido a espectáculos en capital federal. Y el día de la primavera, llegamos a tener una verdadera fiesta aquí, con grupos artísticos de todo tipo", cuenta con marcado entusiasmo.

Con un plantel de 12 docentes hospitalarias y 3 del servicio agregado de atención temprana del desarrollo infantil, que funciona en la Casa del Niño, la 509 atiende a chicos -desde el nivel inicial al secundario- "transitorios, de 5 a 15 días de internación, y permanentes, que son los que están aquí más de dos semanas, que pueden ser meses, o años", cuentan en la escuela, para referirse a los pacientes trasplantados u oncológicos.

Lidia señala que se basan "en los contenidos curriculares desde una mirada pedagógica", y detalla que "se trabaja en forma articulada con el colegio al que va el niño, así como con las distintas áreas del hospital, que brinda un apoyo digno de mencionar". Pero el factor humano juega un rol clave en este tipo de docencia.

GOLPES AL CORAZON

Clic para ampliarMientras la parte administrativa funciona en un pequeño edificio dentro del hospital, que a pocos metros tiene su correspondiente mástil engalanado con las banderas argentina y bonaerense, las aulas son las salas.

En una cama ubicada al fondo del sector de Ortopedia y Traumatología, Antonela, alumna de 3° grado de Florencio Varela, realiza la tarea asistida por Inés Sarreny. Ni la niña ni su prima María de los Angeles imaginan que se encuentran ante una auténtica institución dentro de la institución. Es que Inés, una mujer sumamente amable, sencilla y alegre, lleva 30 años como maestra hospitalaria. Lo vivió todo. ¿Qué momentos especiales recuerda? "¿Lindos?", es lo primero que pregunta, y relata que "una vez llegó un muchacho con un chiquito, me miró y me dijo: Señorita, le presento a mi hijo. De modo que tuve de alumnos al padre y a su pequeño".

Antonela sonríe. "La sonrisa del niño inunda el corazón. Ni hablar cuando la esboza al irse de alta", coinciden Inés, Alicia Violante y Daniela Montenegro, que están dando clases en otras camas.

Pero no todos se van de alta. "Ha habido casos en los que la maestra prepara todo su material, llega a la camita, y el niño no está. Hay que estar preparadas para esos momentos. ¿Qué hacemos? Nos desahogamos y nos apoyamos entre todas. Hay que seguir adelante", enfatizan.

Esos momentos le enseñaron a Inés a "valorar cada ratito; valen oro, pues no sabemos si tendremos otros. Nosotras estamos de paso, somos como granitos de sal en el agua", dice, mientras su alumna sigue haciendo la tarea.

SORPRESA Y SATISFACCION

Octavio Ramírez también está en 3° grado, pero de una escuela de Melchor Romero. Su joven madre, María Novillo, cuenta que "lo tuvieron que operar dos veces porque un virus le afectó un hueso del pie", mientras no sale de su asombro por la existencia de la escuela. "No sabía que aquí funcionaba una. Es de muchísima ayuda, les enseñan, los entretienen, y las maestras son muy buenas", subraya.

Tampoco sabía de la escuela la madre de José Quiñones, Blanca. El adolescente tuvo un choque con la moto, pero cuando se reintegre a la Técnica 5 de Villa Elvira llegará "sin retrasarme; esto es bárbaro", afirma el estudiante de 4° año. Cerca suyo "funciona el jardín de infantes" al que va Franco Lencina, de Berazategui. "Juega, aprende, y sobre todo, se distrae", apunta su mamá Cintia, mientras la maestra Alicia le da unos lápices de colores.

"Hay que ser muy flexible para adaptarse a cada situación. Porque una puede planificar una actividad, pero luego debe acomodarla a cómo está el niño ese día". Esa es la máxima de Inés Sarreny, luego de 30 años como docente hospitalaria. ¿Pura vocación? Sonríe. La clase debe continuar.

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