Ultimo acto para una institución platense

Durante 30 años los unió el hecho de haber nacido en Ensenada y el interés de ayudar a sus coterráneos necesitados. Con ese espíritu emprendieron infinidad de campañas, subieron a botes para entregar alimentos en la Isla Paulino, encararon arreglos en el hospital Cestino, becaron a niños para que siguieran estudiando y compraron vestidos de fiestas a humildes quinceañeras. Ellos integraban el Centro Ensenadense La Plata, una sociedad benéfica que bajó definitivamente sus brazos durante la última semana.

Hasta hace 7 años todos compartían distintos proyectos y estaban muy ocupados en diferentes tareas, pero ante la falta de personas que se les sumaran, la entidad entró en un letargo y el 31 de diciembre último se decidió dejar de cobrar los 5 pesos de la cuota societaria para darle de baja.

LA DESPEDIDA

"Convocamos a varias asambleas porque en la comisión directiva sólo quedamos cinco miembros y no llegamos a cubrir todos los cargos. Sin embargo nadie se presentó y al consultar en Personería Jurídica nos dijeron que hiciéramos una última reunión para darle de baja al centro", cuenta muy a su pesar Roque Domínguez, uno de los fundadores y quien programó el último encuentro para que todos los que acompañaron el proyecto solidario pudieran despedirse.

De 350 socios que tuvieron en un principio, sólo 11 seguían al pie del cañón, pero la mayoría supera los 80 años y pese a distintos intentos no consiguieron que gente más joven tomara la posta de la entidad que nació un 4 de abril de 1981 por iniciativa del médico Luis Amado.

A SUS 89 AÑOS

Con las ganas de estrechar una vez más las manos de las setenta personas que compartieron la última etapa de la cruzada, la semana pasada se encontraron en la Sociedad Protectora de Niños -calle 3 y 44-, pero sólo aparecieron unas diez personas. "Ya soy más de una casa de sepelios que de acá", aseguró sin perder el humor José Manelli de 89 años.

El no es una excepción porque Catalina Tesoriero de Gareis -presidenta del centro- tiene 88 años; el vicepresidente, 84 y el tesorero 86. Sin embargo, rejuvenecen en cada recuerdo que los remonta 30 años atrás cuando no paraban de ayudar a las escuelas e instituciones de Ensenada con útiles y alimentos.

"Nuestro objetivo era colaborar con el hospital Cestino de Ensenada, con ese fin el médico Luis Amado impulsó la formación de la entidad y nosotros, un grupo grande de amigos, nos sumamos. Se trabajaba intensamente porque no había subsidios como ahora", contó Antonio Gómez.

SIEMPRE POR EL CESTINO

En la nutrida lista del haber figura la remodelación completa del segundo piso del Hospital Cestino, la compra de remedios, de aparatología hospitalaria, la construcción de una sala sanitaria en el barrio 5 de Mayo y cientos de becas para estudiantes humildes a los que también proveían de útiles. "Lía Shepherd controlaba las calificaciones y miraba los cuadernos de los chicos a los que apadrinábamos", señaló Dora Valeira, también del grupo de los "históricos".

Para todos fueron épocas "gloriosas" en las que tanto se festejaba el Día del Niño con la entrega de pelotas y muñecas, como la posibilidad de sacar del encierro a un niño paralítico al que le donaron una silla de ruedas.

"Queríamos brindar una ayuda permanente a todos los chicos pobres de Ensenada y nos reuníamos en el bar La Marina, esa era la esquina del encuentro para decidir qué cosa hacer. Pero hoy es nuestro último día como Centro de Ensenadenses La Plata, ya cumplimos un ciclo", señaló Domínguez.