Riesgo de mudanza para una histórica "parada platense"

A punto de cumplir el medio siglo de inaugurado y referente de la vida social platense por excelencia, peligra la continuidad, en su tradicional local de 48 entre 8 y 9, del Costa Azul. Para renovar el alquiler se les exige a los dueños casi el doble de lo que vienen pagando y afrontar la suma requerida no les permitiría mantener el negocio. Preocupados por la situación, hasta los clientes buscan un lugar donde desembarcar y así no perder la arraigada costumbre de encontrarse, café de por medio, con los amigos. El plazo que empuja la mudanza se cumple el 30 de junio y todavía, sin posibilidades de locación a la vista, el destino del emblemático bar es incierto.

"El Costa" es una sociedad de cinco integrantes. Junto a Juan Domián timonean el comercio Daniel Vázquez, Carlos Gómez, Rubén Stembrinner y Hugo Díaz, mozos del bar durante décadas y convertidos, hace cinco años, en una suerte de grupo cooperativo cuando el anterior dueño se alejó del emprendimiento. Hasta febrero último, por el alquiler del caracterizado local con la típica barra de madera, el tentador olor a café recién hecho y las inamovibles mesas en la vereda, se pagaba 26 mil pesos por mes. A partir de entonces, el precio aumentó un poco como en una suerte de transición, pero ya desde julio la cifra por ese gasto subiría a $40 mil.

"Es imposible que paguemos eso; no sobreviríamos. Estamos buscando otro lugar, pero es muy difícil conseguir algo en el centro, porque por su historia este bar no puede irse de la zona céntrica. Hay tanta preocupación entre los clientes que nos están buscando ellos donde alquilar", confió Domián, habitué desde que era adolescente y ahora uno de los dueños de este clásico platense que los sábados a la mañana, con los grupos de amigos que se juntan en las mesas de afuera, ofrece una peculiar postal del centro platense.

Lo cierto es que la tradicional cafetería despierta un verdadero apego entre los hombres que lo frecuentan, gran parte de ellos desde hace décadas. De ahí que están movilizados frente a la inminencia de una mudanza forzosa que la alejaría de la vereda que ocupa desde hace más de tres décadas. Tan penosa les resulta la idea de un traslado que algunos hasta han pensado en cortar la calle 48 como modo de protesta.

LA BARRA DE LOS TILOS

Horacio Bruzzone es médico veterinario y cliente "de toda la vida". El profesional mantiene como un recuerdo intacto la época en que, entre los 14 ó los 15 años, se reunía en el antiguo bar con sus compañeros de Los Tilos. "Jugábamos al rugby, y antes de ir al club o a una fiesta nos juntábamos en el Costa. Era una cita ineludible y también lo es hoy, que nos seguimos encontrando acá. Hace 35 años que vengo a este local todos los días y es lamentable que tengamos que irnos a otra parte, porque hasta con los mozos somos muy amigos", dijo entre línea y línea de su habitual lectura matinal de los diarios, que suele acompañar con un "cortado".

"REFUGIO DE SEPARADOS"

Todos los testimonios que se recogen en el Costa Azul dan cuenta de la significancia del lugar en la vida cotidiana de quienes diariamente se dan una vuelta por el lugar para desayunar o tomar un café y siempre encontrarse con alguien conocido con quien charlar. Así explicó su cariño por el local Germán Guichón: "Lo visito desde la época en que se fundó, en los años 60, cuando estaba al lado de la París y de la confitería Hawai, que ya no existe; lo acompañé en toda su trayectoria y siempre ha sido, además de un lugar para reunirse con amigos, un refugio para los hombres separados y solitarios", contó este comerciante ya jubilado de la actividad pero siempre presente en la barra de la calle 48.

UN "CLUB" DE TRES GENERACIONES

Con 40 años como cliente, el profesor de Historia Rodolfo Pirone cumple con un rito que inició su padre y continúan sus hijos. "Vengo todos los días a la mañana, y si puedo, también algunas tardes", comentó a la vez que definió al bar como "un club". Y es que, en ese lugar entra y sale gente todo el tiempo y, por lo general, se siente "como en casa". De ahí la inquietud de Pirone. "Estamos tratando de evaluar qué hacer para que no desaparezca un bar que es como un mapeo de la Ciudad, porque acá se junta toda la composición social, desde profesionales hasta obreros", indicó.

EL PRIMER CAFE CON CREMA

Se cuentan sobre el lugar y su trayectoria, infinitas historias. Fue el primer bar de la Ciudad donde se ofreció el café con crema, que convocaba a decenas de clientes mañaneros que se agolpaban en la entrada para disfrutar del humeante pocillo; también ha sido escenario de las más encendidas discusiones futboleras que enfrentaban a los fanáticos de Estudiantes y Gimnasia, incluso hay quienes recuerdan la reacción de un ex juez, que en medio de una fervorosa charla en torno a un "clásico" llegó a mostrar un revólver. Hoy, ya con todo el espacio libre de humo, también se evoca como algo que lo caracterizó: la enorme humareda que provocaban los fumadores. "Es que tomar un café era encender un cigarrillo", recordó Juan Domián.

Entre los nombres, aunque son inumerables los que se han sentado frente a esa barra y lo mismo cabe para quienes hoy se mantienen firmes en alguna silla de una mesa, figuran, por caso, el célebre Pochola Silva, como así también los destacados rugbiers Pipo Méndez, los hermanos Angaut, Guillermo Logioco, Santiago Ballesteros y "Paloma" Castiglioni, entre otros; el líder de Virus, Federico Moura; Malbernat y el "Bambi" Flores; el tenista Martín Hernandorena; los hermanos Justo y Gonzalo Albarracín; el "Gato" Sessa; los mellizos Sorarrain; y dos figuras entre los locutores de fútbol: César Abraham y Pablo Zaro.