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Investigacion especial: enfermedades que trae el verano en los sectores más vulnerables

En muchos de los barrios de la periferia de la Ciudad, junto con el verano llegan las gastroenteritis y las infecciones de piel

14 de Enero de 2013 | 00:00
Investigacion especial: enfermedades que trae el verano en los sectores más vulnerables

Por
Nicolas Maldonado

A pesar de que hace ya dos años que vive en el barrio Justicia Social, Rubén Balvidares -un ex empleado municipal que hoy subsiste como jornalero- dice que todavía no logra acostumbrarse a pasar el verano ahí. Y es que apenas la temperatura supera los veinte grados, la laguna de desechos cloacales que se forma a quince metros de la puerta de su casa empieza a heder de una forma tal que produce arcadas. “Cierro todo y hasta pongo el chorizo de arena abajo de la puerta pero el olor entra igual, no podés ni comer adentro de tu casa porque te descompone”, asegura.

Cada tanto, cuando la situación se torna desesperante, Rubén y Juan, un vecino suyo, agarran palas y rastrillos y se ponen a despejar ellos mismos los residuos fecales que se acumulan sobre el playón de 19 y 524 formando una fabulosa incubadora de mosquitos. Su empeño, sin embargo, no sirve de mucho. “A los pocos días, todo vuelve a estar igual porque hicieron mal las cloacas del barrio y nadie jamás se ocupó de arreglarlas”, cuentan los vecinos.

Muchos de los chicos de zonas carenciadas sufren sarpullido en esta época del año. “Es por la falta de higiene, algo muy común en los barrios que se quedan sin agua”

Con todo lo insoportable que puede resultar, el olor es apenas un problema menor frente a la amenaza que supone en verano la convivencia con ese desborde cloacal que existe desde hace al menos cuatro años. La mayoría de los chicos que viven en las casas cercanas suelen sufrir dolores de panza y diarreas de manera regular. “Es imposible evitarlo: juegan a la pelota y al llevarse la manos a la boca se agarran toda esa porquería”, cuenta Juan, papá de Kevin y Joel.

Además de haber sufrido trastornos gastrointestinales, Thiago, el hijo de Rubén, tiene todo su cuerpo cubierto de un virulento sarpullido y una infección en los ojos. “Le apareció el 24 de diciembre y lo llevamos al Hospital de Niños. Al principio pensamos que era varicela pero es por el derrame cloacal. Tratamos de que no salga de casa pero con este calor es imposible tenerlo todo el tiempo adentro”, explica su papá.

La falta de saneamiento y la escasez de agua potable conforman durante el verano en muchos barrios de la periferia de la Ciudad una peligrosa combinación. Es así que con la llegada del calor comienzan a verse en ellos casos de gastroenteritis e infecciones en la piel, mayormente entre los más chicos. No suelen darse en general cuadros graves -reconocen los médicos-, pero el caldo de cultivo del que surgen bien podría derivar en algo mucho peor.

“SE COMPLICA LIMPIAR”

“Son las piletas de natación que se chupan todo el agua y hacen que no llegue nada hasta acá”, dice Carmen Salinas, una empleada doméstica que vive con dos de sus hijas y una nieta en Barrio Aeropuerto, a un lado de los monoblocks. En esta época del año, la única forma de aprovechar el agua corriente en su casa es levantarse a las tres de la mañana, porque un par de horas más tarde ya deja de salir.

Harta de esa situación que se repite verano tras verano, Carmen vendió hace dos años una pileta de loma para pagar parte del costo de una perforación. Ahora cubre todas sus necesidades diarias con el agua que extrae de ella. “Incluso tomamos agua de ahí y nunca tuvimos problemas”, asegura ella, aunque lo cierto que su caso constituye una excepción.

A unas treinta cuadras de ella, en el Barrio Esperanza de Altos de San Lorenzo, Loli Morales también sufre la falta de agua corriente en esta época del año, sólo que su familia no tiene ningún pozo propio al que recurrir. ¿Cómo se las arregla? “Pongo a cargar los baldes a la noche, y con eso trato de arreglármelas durante todo el día, aunque a veces se complica para limpiar”, reconoce.

Si bien no es el caso de Jordan y María Luján, los hijos de Loli, en el barrio donde ella vive muchos de los chicos tienen sarpullido en gran parte del cuerpo. “Es por la falta de higiene, les sale como sarna: el nene de mi vecina se puso así y le dijeron que le hirviera toda la ropa”, asegura.

“Es por la falta de higiene, algo muy común en los barrios que en verano se quedan sin agua -confirma la doctora Marita Marini, directora del Hospital Sbarra y docente de la cátedra de Pediatría de la UNLP-. En general se les producen dermatitis y al rascarse se sobre infectan. A veces es necesario tratarlo con antibióticos. Es una problema muy frecuente en las zonas donde hay poco saneamiento”, dice.

IINTOXICACIONES

Aun con una economía familiar muy ajustada, Mariel Leiva destina no menos 240 pesos para comprar ocho bidones de agua potable que consume su familia al mes. “No tengo otro remedio -explica-, la poca agua corriente que tenemos en esta época del año viene mala. Desde que Brian comenzó a tener dolores de panza y vómitos la dejamos de tomar”, cuenta la mujer, que tiene su hogar en Villa Elvira.

Si bien las gastroenteritis se vuelven una de las patologías más frecuentes en este época del año, su causa no siempre responde a deficiencias sanitarias; muchas veces tienen que ver con otro factor asociado también a la vulnerabilidad social: la falta de conocimiento. Así lo explica el doctor Rodolfo Del Papa, responsable del Centro de Salud de Altos de San Lorenzo.

“Las gastroenteritis que vemos son en general producto de intoxicaciones alimentarias. Tenemos una población muy heterogénea y muchos desconocen cuestiones elementales sobre la conservación de alimentos: hay que explicarles que en esta época del año no pueden andar con la mamadera del nene todo el día en el carrito y que la mayonesa tiene que estar siempre en la heladera”, cuenta el médico desde una experiencia de trabajo de treinta y cinco años en el barrio.

Lo cierto es que las intoxicaciones alimentarias no son patrimonio exclusivo de los sectores carenciados, señalan tanto Del Papa como Ana María Giardinelli, jefa del Servicio de Toxicología del Hospital de Niños, donde el cuadro se ve con mucha frecuencia en esta época del año. No así otro tipo de intoxicaciones igualmente comunes en verano: aquellas que se producen por bañarse en aguas contaminadas.

A falta de piletas y otros lugares donde refrescarse, “muchos chicos van a bañarse al Río o se meten en cavas y tosqueras, y así terminan sufriendo alguna intoxicación por tragar agua contaminada con hidrocarburos o plaguicidas, según el caso. Más allá de que a larga pueden desarrollar problemas hepáticos, metabólicos e incluso neurológicos, también está el riesgo cuadros gastrointestinales capaces de descompensar rápidamente a los más chicos por deshidratación”, explica la médica.

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