Se volaron techos y hubo autos dañados en el Centro y la periferia

EN 32 Y 16, UNO DE LOS ÁRBOLES QUE QUEDÓ DESPRENDIDO DE RAÍZ DURANTE LA RÁFAGA DE VIENTO QUE SACUDIÓ A LA CIUDAD

Faltaban algunos minutos para las siete de la tarde cuando de pronto el cielo se puso plomizo. En las calles, las hojas de los árboles caídas empezaron a tomar altura, como atraídas por un gran imán. No tardaron en caer algunas gotas de manera pesada y los automovilistas apuraron el regreso a casa para ponerse a resguardo de lo que se veía venir: un vendaval.

En cuestión de segundos, las corridas de los peatones, los bocinazos y el silbido del viento, crearon un paisaje casi apocalíptico.

En la Plaza Moreno los árboles se batieron con un movimiento inusual y algunos se desplomaron. Ejemplares de inmensas ramas ganaron todos los espacios.

Los automovilistas intentaron alejarse de la línea de arbolado para escapar de las ramas que se precipitaban de manera repentina y furiosa.

En 13 y 54 un pino cayó y aplastó una camioneta. No fue el único porque en menos de cinco minutos, mientras la gente trataba de cobijarse bajo los techos de los edificios y los automovilistas pugnaban por salir de ese gran embudo, sorteando decenas de ramas caídas, se cayó otro inmenso pino.

A las ráfagas de viento, se le sumó una cerrada cortina de agua que impedía ver más allá de los cuatro o cinco metros. Todos temieron que a los grandes remolinos de viento y agua se le sumara el granizo, pero finalmente eso no sucedió.

Un árbol ubicado en la vereda de 12 entre 50 y 51 tampoco soportó lo peor del vendaval y terminó desplomándose arriba de dos motos que estaban estacionadas en esa vereda.

A pocos metros, en diagonal 74 y 50, otro árbol que se precipitó cortó la mano con dirección a plaza Italia, algo que sumó caos vehicular al panorama.

También voló gran parte del cerco perimetral de un puesto de comida ubicado en 51 y 14 y se desprendió la mitad del alero.

La sorpresiva tormenta hizo que todos los que estaban en la calle corrieran sin saber bien a donde guarecerse. Todos quisieron estar lejos de los árboles y de cualquier objeto que pudiera salir volando, como las inmensas bolsas de basura que por algún momento, se arremolinaron sin sentido hacia el cielo, o bien las chapas que cayeron sobre los vehículos estacionados en 3 y 47.

“Hay que salir de acá, alejarse de los árboles. Esto nunca se vio”, dijo un taxista que trataba de salir de la zona de 12 y 54, donde los árboles se arqueaban hasta alcanzar sinuosas y amenazantes figuras.

En pleno intento de escapar de la tormenta, se registraron algunos choques como uno ocurrido en 54 y 16.

Si bien el miedo se vivió de manera intensa entre quienes se vieron sorprendidos por la tormenta en la calle, no fueron pocos los vecinos que se sacudieron por las explosiones que se escucharon cuando se desataron las descargas atmosféricas y cayeron postes de electricidad en diferentes zonas.

CABLES CAIDOS

“En lo peor de la tormenta de viento, se escuchó una gran explosión y cuando nos asomamos, descubrimos que se había caído un poste de luz”, contó un comerciante de 19 y 50.

Esa fue otra de las grandes preocupaciones de los vecinos porque la caída de ramas y de árboles, arrasó en numerosos barrios con el tendido eléctrico, dejando cables con energía al alcance de cualquiera.

En 18 entre diagonal 73 y 46, unas quince personas se mantuvieron en estado de alerta porque un añejo ejemplar se partió al medio, una de las ramas destruyó dos autos estacionados, y otra quedó apenas sostenida por los cables de la luz.

Pablo Sanguinetti, de calle 18 al 600, indicó que hacía tiempo que en esa zona se reclamaba que se poden los árboles. “Acá está el resultado de la falta de respuesta”, remató.

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