Una relación que desata tormentas en el mundo K

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Hacía rato que Alberto Fernández –ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner y vocero visible de esos dos gobiernos- no tenía tanta exposición mediática como en los últimos días, a propósito del blanqueo de una situación que tiene, al menos, unos dos años: su estatus de consejero de Daniel Scioli.

A pesar de su pasado como miembro fundador de la dimensión nacional del kirchnerismo, Fernández es hoy un personaje urticante para el gobierno nacional. Podría decirse casi sin posibilidad de error que la presentación oficial de su mínimo partido político al servicio de la causa nacional sciolista -asociado a la anticristinista agrupación que responde al gobernador llamada “La Juan Domingo”- agregó un poco más de nafta a la incendiada relación entre La Plata y la Casa Rosada. Que quedó definitivamente en llamas luego de que trascendiera la reunión “secreta” entre Scioli y el ex vicepresidente de Cristina, Julio Cobos.

Aquella postal de la cena en Villa La Ñata no debería extrañar mucho en un país normal (al fin y al cabo, se trata de dos de los tres vicepresidentes que tuvo el ciclo kirchnerista iniciado en 2003) pero en la dinámica de la relación Nación-Provincia fue un hito que marcó la profundización del sistemático hostigamiento que padece Scioli de parte de Balcarce 50.

CUESTION DE OPTICAS

Es que, según la óptica híper K, se trató de la reunión de dos potenciales rivales presidenciales del 2015: Cobos se encamina a ser el presidenciable del radicalismo y Scioli ya confesó sus aspiraciones de suceder a Cristina. A lo que se suma, en el caso del bonaerense, otras fotos que se sacó y que disgustaron al cristinismo, como las que lo mostraron junto a Mauricio Macri, Hugo Moyano o Sergio Massa.

“Es por estrategia electoral propia que a Fernández le conviene que Scioli rompa con el Gobierno”

El caso de Alberto F. no reviste el mismo nivel de repulsión para la Rosada sencillamente porque en el poder nacional le reconocen mucho menos envergadura política al personaje. Pero de todas formas no agrada, confiesan fuentes del Gobierno consultadas por este diario, porque el hombre suele ser punzante en sus críticas. Y además, el oficialismo sabe que Fernández ha tejido una formidable red de relaciones desde la jefatura de Gabinete, acaso su mayor capital político, que eventualmente podría ser puesta al servicio de Scioli.

CONSEJERO CON PARTIDO PROPIO

Hasta el acto de la semana pasada en un hotel porteño que sirvió para visibilizar su relación con el Gobernador, Fernández venía siendo una suerte de asesor político de Scioli. Un analista que se sentaba con él a pensar la política con cierta perspectiva a futuro y munido de un gran conocimiento del mundo interno del kirchnerismo, incluidas sus miserias y sus puntos fuertes.

Este diario había dado cuenta de ese acercamiento en su edición matinal del 27 de octubre de 2010. Justo el día en que murió el ex presidente Kirchner.

Con el guiño de Scioli, Fernández armó su propia fuerza política, el Partido del Trabajo y la Equidad, que tiene representación en cinco provincias. Lo mínimo que necesita para ser aceptado por la Justicia Electoral y presentarse en las elecciones legislativas de este año. Porque eso es lo que quiere “Alberto”, que asegura tener aceptable nivel de conocimiento en la capital federal como para aspirar a ser candidato a senador o diputado. Dependerá de cómo quede el esquema de alianzas.

ESTRATEGIAS Y CONJETURAS

Es por esa estrategia propia, digámoslo claramente, que a Fernández le conviene que Scioli rompa con el Gobierno y presente listas en octubre por afuera del esquema del oficialismo nacional. Un escenario que quiere buena parte del sciolismo (La Juan Domingo es la abanderada de este eventual camino) pero que parece rechazar Scioli. O al menos eso es lo que dice públicamente el Gobernador, que continúa recitando fidelidad a Cristina a pesar de que en la Rosada sólo le devuelven frialdad.

Fernández ha dicho en charlas privadas que, contrariamente a lo que piensa el propio Scioli, el cristinismo ya decidió definitivamente soltarle la mano al Gobernador. Que no le enviarán fondos nacionales para paliar la difícil situación económico-financiera del principal distrito del país y que, de cara al comicio de octubre, la Rosada no dejará que el mandatario meta candidatos propios en las listas de legisladores provinciales del Frente para la Victoria.

Scioli quiere hacer eso -ubicar candidatos propios en las listas- para asegurarse tranquilidad legislativa en sus dos últimos años de gestión. Por eso, el ex jefe de gabinete nacional abona la tesis de que lo mejor para el bonaerense es romper con la Presidenta.

Era inevitable, pues, la confluencia con la facción más dura del sciolismo, la que comanda por ejemplo el senador provincial Baldomero “Cacho” Álvarez de Oliveira.

Ambos, Fernández y Álvarez, acaban de sufrir cierto desaire por parte de Scioli cuando éste le bajó notablemente los decibeles a las insinuaciones rupturistas que se escucharon en la presentación de la alianza entre La Juan Domingo y el mencionado PARTE. “Con Daniel tengo mucho afecto, pero tenemos una diferencia significativa: yo me fui del Gobierno y él tiene una relación mucho más contemplativa”, diría luego Fernández ante este cronista.

Silencioso, trascendió que el hombre que supo ser la mano derecha de Kirchner también está conversando con otra figurita que coquetea con la idea de la ruptura: el intendente de Tigre, Sergio Massa, quien aparentemente decidirá los pasos a seguir luego de un conveniente viaje al exterior que figura por estos días en su agenda.