Otra historia de coraje y heroísmo en plena tormenta

CRISTIAN DUARTE, EL POLICÍA, REMARCÓ LA AYUDA DEL JOVEN QUE LOS ALBERGÓ, ALAN SEABHERSTON

A 15 días de la inundación continúan conociéndose historias de coraje como las de Cristian Duarte, un policía de 27 años que ayudó a 20 personas que habían quedado atrapadas en un micro de la Línea 307 a salvar sus vidas en plena inundación.

Las imágenes de ese anochecer del 2 de abril difícilmente podrán borrarse de su memoria. El camino que habitualmente recorría para ir a su casa, en Los Hornos, se había convertido literalmente en un río embravecido.

“En 18 y 49 el micro se quedó, rompió el motor y empezó a inundarse por el agua que ingresaba por las ventanillas que no podían cerrarse herméticamente”, señala aún conmocionado por la experiencia.

“PRIMERO, LOS NIÑOS”

En el micro viajaban cinco chicos de entre 5 y 7 años y fue a ellos a quienes primero quiso poner a resguardo. Sabía que en cuestión de minutos debía sacarlos del transporte para llevarlos a algún lugar alto, difícil de conseguir en las viviendas de planta baja más cercanas.

Sin embargo, Duarte observó a l vecino Alan Seabherston que desde el tercer piso de un edificio seguía de cerca todas las peripecias que pasaban los pasajeros.

Fue en ese momento cuando se le ocurrió pedirle que les diera refugio a los niños. El vecino no dudó en bajar a recibirlos para darles contención y mantenerlos en un lugar seguro como era su casa.

El agua ya estaba a la altura de los asientos, pero con el correr de los minutos empezó a llegar al pecho del joven policía que mide 1,82. La situación se ponía peligrosa para el resto de los pasajeros.

Entonces no les quedó otra alternativa que evacuar el micro y recurrir una vez más al vecino solidario. Con alambres hicieron un corredor para que al salir del micro las personas pudieran asirse de esa pasarela y recorrer de manera segura el tramo que iba desde el micro hasta el departamento ubicado en la esquina de 18 y 49.

Cuando el agua ya casi completaba la altura del micro por dentro y por fuera, el policía empezó a rescatar a caballito al resto del pasaje, fundamentalmente a las mujeres.

A todos los recibió en el departamento Alan Seabherston y su novia. A esa altura, la vivienda se había convertido en el refugio en el que pusieron su vida a salvo los 20 pasajeros que iban en el micro, allí todos consiguieron ropa seca, agua y alimentos.

“Fue una noche muy larga, la mayoría de las personas que estaban en casa eran de Los Hornos y tenían una gran incertidumbre porque no sabían con qué se iban a encontrar cuando por fin pudieran irse y llegar a sus hogares”, sostiene Alan.

El vecino remarca que en un principio pensó que lo más seguro era que nadie abandonara el micro para que no corrieran el riesgo de que se los llevara la corriente. Aunque reconoce la acertada decisión del policía, que no dudó en arriesgarse para sacar del micro a todos los pasajeros antes de que los tapara el agua.

“Algunos vecinos me preguntaban qué podíamos hacer y nosotros decidimos abrirle las puertas a los pasajeros porque veíamos que el agua no paraba de crecer. En la vereda había cerca de 1,80 metros y el micro quedó cubierto hasta el techo”, recuerda el vecino.

Alan y su novia pasaron toda la noche en vela junto a los pasajeros del micro, los primeros en dejar su casa recién pudieron marcharse a eso de las 5 del 3 de abril cuando comenzó a bajar el nivel del agua.

En esa línea, Duarte asegura que los efectivos del Ejército intentaron rescatarlos, pero tampoco pudieron llegar por el enorme caudal de agua que había en la zona. “Las cosas estuvieron muy complicadas, a menos de una cuadra falleció una persona”, cuenta el policía.

GRITOS, GOLPES Y SONIDOS EXTRAÑOS

De todas maneras la zozobra parecía no tener fin y cuando se cortó la luz volvieron a vivirse momentos de gran angustia.

“Se escuchaban gritos, golpes y sonidos extraños en la oscuridad. El agua era un río torrentoso y la mayoría recién pudo dejar el departamento entre las 4 y las 5 de la mañana del día siguiente”, cuenta Duarte.

No fue sencillo pasar la madrugada de la inundación, entre las “refugiadas” había dos chicas con cuadros de epilepsia y otra con ataque de pánico, “fue una pesadilla de la que jamás vamos a salir”, sentencia Duarte.

Aunque el mal recuerdo continúe presente, la suma de las voluntades y la solidaridad pudo poner a resguardo a todos los pasajeros que iban en el micro de la Línea 307. En agradecimiento, hace unos días el joven policía volvió a visitar con un presente al vecino solidario.

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