Miles de loros vienen del Parque Pereyra y ahora pasan la noche en el casco urbano

EL “CALANCATE DE ALA ROJA”, NUEVO VECINO DEL CIELO PLATENSE

Aprovechan el entorno urbano y las frondosas arboledas. Se dan periódicos banquetes con los frutos e insectos que ofrece en abundancia la Ciudad. Aún no se deciden a radicarse, pero cada vez llegan más a ver cómo es el destino elegido por sus pares. Como particulares turistas, las cotorras ganan espacio en los aires platenses; son parte de un fenómeno que no se detiene y al que los expertos otorgan aristas positivas -la diversidad- y no tanto -la consolidación de plagas-.

Las próximas semanas serán propicias para salir a observar aves, ya que algunas especies están por emigrar en busca de regiones más cálidas y otras arriban escapando de los rigores patagónicos, generando un “solapamiento” -un período de convivencia pacífica- entre ambos grupos. Pero la llamativa “calandria real”, el pequeño “sobrepuesto” que desembarca en la ribera de Isla Paulino o las “remolineras”, tendrán competencia llegada desde mucho más cerca y en una cantidad que asombra: las cotorras.

“Además de las cotorras comunes o ‘catitas’, que tienen una presencia importante desde hace cinco a diez años, se están observando en los últimos tiempos con mucha frecuencia y en grandes bandadas especies como el ‘calancate de ala roja’” advierte Julián Cappuccio, del Museo Ornitológico de Berisso: “otras que están haciendo su aparición son las ‘ñanday’, de cabeza negra, menos comunes”.

“Los ‘calancates’ se diferencian de la cotorra común en que tienen una coloración verde uniforme y tonalidades rojizas muy atractivas bajo las alas, que es difícil distinguir sin binoculares” precisa Cappuccio: “llegan a la Ciudad a alimentarse, con semillas y frutos como los del paraíso; usan los huecos de los árboles para pernoctar y vuelven a sus nidos, pero no han nidificado masivamente aún”.

Tanto ‘catitas’ como ‘calancates’ son exóticas, por lo que su irrupción masiva puede provocar distorsiones en la avifauna de la Región; eventualmente, podría replicarse la situación que se vive en algunas ciudades europeas, donde no saben cómo exterminar las cotorras argentinas que construyen nidos comunales que llegan a pesar hasta 200 kilos, destrozando sistemáticamente la vegetación.

“Llegaron en cautiverio y liberados, quizás en el Parque Pereyra, porque es desde donde provienen”, dice el especialista

“Es cierto que son animales llegados a nuestra región en cautiverio y liberados, quizás en el Parque Pereyra, porque es desde donde provienen” admite Cappuccio: “de hecho, en la zona hortícola son considerados plaga. Pero por ahora no se ha verificado competencia con otras especies por el alimento, aparentemente por los diferentes hábitos y la abundante disponibilidad”.

Dentro del casco urbano de La Plata hay entre 50 y 60 especies de aves. Están las pasantes, las residentes fijas y las migrantes, residentes estivales que llegan del hemisferio Norte y se quedan durante la primavera y el verano. Zorzales, horneros, palomas, tordos, chingolos, benteveos, colibríes, caranchos, tijeretas, tres especies de pájaros carpinteros e incluso aves rapaces pueblan la Ciudad. Algunas, como los estorninos, ya son plaga.

“Los estorninos crestado y negro sí están ganando espacios a costa de la avifauna local” señala Julio Milat, fundador y director del Museo Ornitológico berissense: son agresivos, prolíficos, al ser exóticos no tienen predadores naturales y nidifican en cualquier hueco, alero, tronco u ocupan nidos ajenos”.

Hasta hace poco más de una década, sólo gorriones y palomas dominaban la escena. Sin embargo, los corredores urbanos con mayor presencia de árboles, las plazas cercanas entre sí y la proliferación de torres de gran altura favorecieron una suerte de “boom inmobiliario” para los pájaros.