El impacto de internet en la familia: más tiempo juntos, menos compartido

INTERNET SI, PERO CON LÍMITES: JULIETA VEGETTI Y GABRIEL ESTEBAN DECIDIERON TENER UNA COMPUTADORA SOLA EN LA CASA, QUE PERMANECE EN UN LUGAR FIJO. ES PARA LIMITAR EL CONSUMO DE INTERNET Y QUE NO SE PIERDAN OTRAS COSTUMBRES FAMILIARES, COMO LA DE JUGAR AL AIRE LIBRE

Con el celular a la mesa no. Y con la compu, a menos que sea indispensable por razones de estudio, tampoco. Es una de las reglas que Rosa Reda les puso a sus hijos Magui (12) y Luciano (9) para evitar que el creciente uso de las nuevas tecnologías por parte de los chicos interfiera en uno de los momentos claves de la vida familiar: el almuerzo, la cena, esos espacios que prefiere preservar para la charla. Julieta Vegetti y Gabriel Esteban también establecieron algunas pautas para que sus hijos Delfina (12) Nicolás (8) y Benjamín (2) equilibren el consumo de tecnología con otros pasatiempos, como el juego al aire libre y las actividades para compartir entre todos los miembros de la familia: “Usamos una computadora que es portátil pero está en un lugar fijo y nos vamos turnando. De esa manera nadie se queda demasiado tiempo frente a la pantalla”, dice Juliana.

Las de Juliana y Rosa son estrategias a las que se apela en algunos hogares platense frente a un fenómeno que crece: el fuerte impacto de Internet, multiplicado por la proliferación de teléfonos inteligentes y la popularización de las redes sociales, que está modificando la dinámica familiar.

Así lo aseguran especialistas como Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación, experta en culturas juveniles y autora del libro “Los adolescentes del siglo XXI/Los consumos culturales en un mundo de pantallas” (Fondo de Cultura Económica, 2013), quien en diálogo con este diario indicó que “efectivamente, las nuevas tecnologías modificaron y transformaron las dinámicas famliares de distintos modos”.

Los principales que destaca son los que siguen: los consumos frente a la pantalla pasaron de ser consensuados por las familias a individualizarse en habitaciones de chicos y adolescentes muy tecnologizadas. También los principales debates entre padres e hijos se trasladaron de tópicos como el de las salidas al del uso de las pantallas. Y los chicos adquirieron un mayor grado de autonomía frente a los padres en cuestiones referidas a la tecnología a partir de sus mayores habilidades para el manejo instrumental de los nuevos dispositivos.

Los cambios no se agotan en estas transformaciones. También las nuevas tecnologías se convierten en un aliado inesperado para múltiples cuestiones domésticas. Basta con teclear en Google las claves para resolver un problema hogareño o familiar -desde el producto ideal para quitar determinado tipo de manchas a los pasos necesarios para completar un trámite determinado- para encontrar en el ciberespacio la respuesta en apenas un click.

Al mismo tiempo de impactar en las relaciones entre padres e hijos y en la dinámica familiar, la hiperconectividad deja su huella en los vínculos de pareja y hasta en la vida sexual .

Algunos datos permiten asomarse a la dimensión del fenómeno: hoy en la Argentina el 47% de los teléfonos móviles que se venden son celulares inteligentes, con conexión a Internet, según datos de Carrier & Asociados. Se estima que el 24% de la población mayor de 16 años tiene estos aparatos. Mientras tanto, los datos que maneja la oficina argentina de Facebook dicen que uno de cada dos argentinos tiene cuenta en esa red social con un uso promedio que pone al país al tope del ranking mundial ((9 horas por mes, cuando la media planetaria es de 6 horas).

una nueva era

Roxana Morduchowicz destaca que la vida familiar de hoy se ve transformada a partir del mayor impacto de las tecnologías. Si en la década del ´70 la única pantalla de una casa era la de la TV y los consumos televisivos se consensuaban entre todos los miembros de la familia, eso cambió notoriamente. Hoy los consumos se trasladaron de las salas comunes a las habitaciones, se personalizaron y se hicieron más individuales y privados. Las habitaciones, aún las de los chicos y adolescentes están equipadas con mucha tecnología y a la pantalla del televisor se suman otras, como las de las computadoras y las de los teléfonos inteligentes,

“Actualmente en la Argentina la mitad de los adolescentes tiene una TV en su cuarto, el 25% también cuenta con una computadora en su habitación y la mayoría tiene un celular propio”, dice Morduchowicz.

La principal consecuencia de esta situación es que “la familia pasa más tiempo en el interior de la casa, pero menos tiempo juntos, afirma la especialista.

La irrupción de la tecnología también cambió el eje de los debates entre padres e hijos. El tópico histórico referido a las salidas varió por el del consumo en las pantallas. Lo que se debate y se negocia hoy es cuántas horas de Internet se consumen y a qué contenidos acceder.

En esos debates, además, los chicos asumen un rol más autónomo que anteriores generaciones de niños y adolescentes. Esto sucede porque tienen un dominio instrumental de las herramientas informáticas muchas veces mayor al de los propios adultos y porque consideran a recursos como las redes sociales un espacio propio. Esto se explica porque el 95% de los adolescentes mayores de 14 años tienen hoy cuenta en alguna red social, porcentaje que asciende al 60% en el caso de los chicos de 11 a 13 (aún cuando redes sociales como Facebook prohíben la creación de perfiles a menores de 14 años).

¿Se ve resentida la autoridad del padre al tener que intervenir en un terreno que conoce menos que el hijo? Para Morduchowicz, el mayor conocimiento de los chicos sobre Internet es sólo parcialmente cierto: “el chico tiene un mayor manejo instrumental de las nuevas tecnologías, pero la experiencia, el sentido común y la capacidad de reflexión es lo que tiene que aportar el adulto, que se tiene que comprometer y aprender a orientar sin invadir la privacidad del chico”.