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ELDIA |LA CIUDAD

No saben cómo frenar la agresividad y la violencia en el fútbol de los chicos

Suspendieron la fecha en una de las ligas infantiles por esta problemática

4 de Septiembre de 2013 | 00:00
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“UNIDOS POR LOS NIÑOS” DICE LA CAMISETA DE ESTE ÁRBITRO DE LISFI QUE DIRIGIÓ CAMBACERES- SAN CARLOS. SIN EMBARGO, LOS HECHOS DE VIOLENCIA DE LOS PADRES SE REPITEN EN LAS CANCHAS
“UNIDOS POR LOS NIÑOS” DICE LA CAMISETA DE ESTE ÁRBITRO DE LISFI QUE DIRIGIÓ CAMBACERES- SAN CARLOS. SIN EMBARGO, LOS HECHOS DE VIOLENCIA DE LOS PADRES SE REPITEN EN LAS CANCHAS

Agresiones verbales y físicas a árbitros que son cada vez más frecuentes, discusiones y peleas a trompadas entre padres de “hinchadas” rivales; la violencia crece en las canchas donde se juegan partidos de fútbol infantil, a tal punto que el sábado pasado una de las ligas más importantes de la Región, Lisfi (donde juegan más de 3.500 pibes), resolvió suspender la fecha para “tratar de poner paños fríos al menos durante un fin de semana”.

La gota que colmó el vaso fue la golpiza que recibió un árbitro mientras se disputaba un partido de la categoría 2001 entre Adafi y Ateneo Popular. Pero los antecedentes abundan: también le pegaron a un referí en otro partido de Adafi contra Vradi. Y hace poco los padres de la categoría 2005 de Gimnasia -Lisfi Zona 2- se agarraron a trompadas con los de 12 de Septiembre. Violencia y más violencia y como resultado la suspensión de una fecha que podría volver a repetirse si los hechos de estas características siguen ocurriendo.

“Hay que terminar con este infierno porque los primeros que sufren son los propios chicos”

El presidente de Lisfi Sergio Escamochero está muy preocupado: “Es que el problema se agrava permanentemente -dice- y vemos que no alcanza con las sanciones que van desde apercibimientos hasta multas y castigos deportivos a los clubes como puede ser la quita de puntos en la tabla general. Ya nada es suficiente para parar la violencia. Este viernes hemos convocado a todos los delegados y representantes de seis clubes, que a su vez pueden traer a dos padres en representación de los demás, porque así la Liga no puede continuar. Este tipo de encuentros van a seguir y allí dejaremos bien en claro lo que pensamos y en qué puede terminar todo esto si no nos comportamos como adultos civilizados”.

“Hay que terminar de una vez por todas con los hechos de violencia, tanto verbal como física, hay que frenar esta gran locura”.

Escamochero enmarca la problemática en un fenómeno social que va más allá del fútbol infantil, y también aporta un dato interesante: “hace quince o veinte años atrás los padres de los chicos que jugaban tenían un promedio de edad que iba entre los 35 y 45 años. Ahora, nenes de categorías como la 2006 o 2005 tienen papás de 25 años o menos, muy jóvenes y por ende inmaduros. No respetan nada, los valores que manejan son otros, y se pierde el objetivo principal que es que los chicos se diviertan jugando al fútbol”.

El psiquiatra especialista en cuestiones deportivas, Miguel Angel Russo -también presidente de Atenas- sostiene: “A veces las frustraciones sociales y culturales de los padres son canalizadas en los chicos”, y agrega que “es fundamental que las instituciones hagan entender a los padres que ellos tienen un rol fundamental en el deporte que practican sus hijos, nada más que la contención y el incentivo, porque de otra forma los nenes pierden el componente lúdico, dejan de divertirse y lo que es peor empiezan a sufrir” (ver aparte).

Para un árbitro que prefirió dejar en reserva su nombre, que dirige en una de las ligas, “ya nada sorprende. Hay padres de chicos de 8 o 9 años para los que no existe otra posibilidad de que su hijo gane; entonces hasta les gritan que les peguen a sus rivales cuando los pasan en una jugada. O están también los que exigen a sus hijos como si se tratara de jugadores profesionales. Incluso los que cuestionan hasta hacer llorar a los pibes”.

“Uno adentro se puede equivocar -agrega-, es como todo, pero nos insultan muy fuerte hasta llegar a los golpes. Hay que parar este infierno porque los primeros que sufren son los chicos, quienes pueden perder un espacio muy importante porque los clubes los contienen y los sacan de la calle”.

Escamochero retoma y señala que “pareciera que mucha gente llevan a las canchas donde juegan sus hijos los problemas de la semana, sociales, del trabajo. Quieren ver en los chicos de 8, 9 o 10 años a un Maradona o a un Messi. Son personas frustradas que vuelcan toda esa frustración cuando se juegan los partidos y eso deriva en insultos, peleas, intolerancia. Por eso trabajaremos más duro de lo que lo venimos haciendo para tratar de erradicar la violencia. Y esperamos lograrlo, así no podemos seguir”.

No todas son pálidas. Hay ejemplos a imitar. Un entrenador de GELP destacó que el sábado pasado la categoría 2005 que compite en Lafir logró el campeonato en cancha de N. V. Argüello y tanto lo nenes rivales como los papás y los representantes de ese club los aplaudieron cuando dieron la simbólica vuelta olímpica. “Debería ser siempre así”, destacó el entrenador.

PREOCUPACION EN LIFIPA

No solamente en Lisfi están preocupados por los hechos de violencia que involucran a padres y árbitros. El presidente de Lifipa, Gerardo Telese, marcó un hecho ocurrido recientemente donde se tomaron a golpes de puño durante un partido entre Sagrado Corazón y Aeropuerto mientras se disputaba un partido de la categoría 2004, allí también agredieron al árbitro del encuentro. “Para nosotros es el tema central a resolver, trabajamos para eso, pero es muy difícil controlar a miles de padres y familiares de los chicos que van a ver los partidos. Nosotros tenemos unos 2.000 nenes, sancionamos a los delegados y/o clubes que generan hechos de violencia, pero eso evidentemente ya no alcanza. Hay que hablar mucho, las instituciones tienen que ayudar, hay que hacer tomar conciencia a los papás que sus hijos vienen a jugar, a divertirse, y que entonces un partido de fútbol no puede convertirse en un drama. Todos debemos colaborar para que así sea”, concluyó este dirigente con una amplia experiencia.


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