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Policiales |“PENSE LO PEOR”, EXPLICO LA VICTIMA

Estaba con las nietas y entraron ladrones a su casa de Ringuelet

Ocurrió en 4 y 518 bis cuando una mujer guardaba su auto. Las nenas tienen 5 y 8 años. “Les dije que eran sobrinos”, contó

20 de Noviembre de 2014 | 00:00
LA VIVIENDA DONDE DOS DELINCUENTES ARMADOS SEMBRARON TERROR. LAS VÍCTIMAS, UNA MUJER Y SUS DOS NIETITAS
LA VIVIENDA DONDE DOS DELINCUENTES ARMADOS SEMBRARON TERROR. LAS VÍCTIMAS, UNA MUJER Y SUS DOS NIETITAS

“¿Y si me matan adelante de mis nietas?” se preguntó Cecilia, mientras un delincuente armado le apoyaba un revólver frío en las costillas. Ella y las dos pequeñas fueron víctimas de un robo terrible, que bien pudo haber terminado de la peor manera.

Todo sucedió anteayer en la localidad de Ringuelet. Eran las 20.30 cuando Cecilia estaba entrando el auto en el garage de su casa, ubicada en 4 entre 518 bis y 519.

Recién había vuelto de hacer unas compras en el centro y las nenas, de 5 y 8 años, ya habían entrado a la casa, donde se iban a quedar a dormir. Su marido, Mario, estaba en un asado.

“Yo siempre miro bien antes de meter el auto. Ayer (por el martes), cuando me di vuelta, llegué a ver a un chico que se acercaba, pero cuando reaccioné, ya lo tenía encima” comentó Cecilia reviviendo el principio del robo.

Sin darle tiempo a nada, el ladrón encañonó a la mujer. Ni bien sucedió esto, un segundo delincuente salió de las sombras saltando de la medianera de la casa vecina. Ahora eran dos, ambos con las caras tapadas. “Entre 15 y 17 años”, arriesgó Cecilia.

Sin embargo, ella analizó la situación con una velocidad asombrosa y decidió ofrecerle las llaves del auto a los ladrones. “Pensé en mis nietas y les dije ‘tomen, llévense el auto’. No quería que entren a la casa”. Pero desafortunadamente, los jóvenes ladrones no estaban interesados en el vehículo; su misión era llevarse dinero.

“Dame la plata, dame la plata” le dijeron a la mujer, mientras la obligaban a entrar a la casa.

Ella, siempre pensando en la seguridad de sus nietas, les pidió un momento para llevarlas a la habitación de arriba. Los asaltantes se negaron y le dieron una orden extraña, algo desesperada.

“Me dijeron que les diga a las nenas que eran sobrinos míos. Son chicas, pero era obvio que era un ladrón, tapándose la cara y con un revólver en la mano...” explicó la mujer. Ella terminó diciéndole a sus nietas que vayan a la pieza de arriba a ver televisión. Las chicas, casi como sabiendo lo que estaba pasando, acataron la orden sin cuestionamientos.

Ni bien las nietas subieron las escaleras, los ladrones comenzaron con las amenazas. Presionado el revolver contra las costillas de Cecilia, continuaron pidiendo “guita”.

“Me decían que sabían que había plata. Yo les dije que revisen todo, que no había mucha plata. Entonces quisieron ir arriba”, recordó la mujer.

Mientras subían las escaleras, Cecilia iba asustándose aún más. Ella sólo quería alejar a sus nietas de un peligro que parecía inevitable. Ahí mismo, mientras uno de los ladrones le decía “dale o te quemo”, temió que pudiera suceder lo peor.

Pero a pesar de esto, ella le decía a las chicas que se queden en la pieza, que no pasaba nada. “Fue un momento terrible, porque pensaba en ellas y en lo que podía llegar a pasar” dijo Cecilia con angustia por aquél momento de desesperación.

Afortunadamente, la mujer convenció a los ladrones de que volvieran a bajar. Ya en la planta baja, les dio todo lo que pudo encontrar.

En total, los asaltantes se hicieron de una laptop, dos teléfonos celulares y algunos dólares que la familia había ahorrado.

Después de hacer esto, salieron corriendo sin decir una palabra más.

“Las chicas llegaron a ver lo que pasaba, quedaron muy asustadas. Yo mientras las tranquilizaba llamaba al 911 y no me atendía nadie, faltaba que me dijera ‘el numero no pertenece a un abonado en servicio” agregó Cecilia, hablando del final del robo con cierta cuota de humor.

“Es la tercera vez que nos roban, más otra que se quedó en el intento. Nos queremos ir del barrio. No se puede vivir así”, concluyó.

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