En la Bombonera, el empate sin goles dejó un sabor a nada

CHÁVEZ TRATA DE DOMINAR LA PELOTA CON LA MARCA DE MERCADO, UNA ESCENA QUE SE REPITIÓ TODA LA NOCHE CON SALDO FAVORABLE PARA EL MARCADOR DE RIVER

Lejos estuvo de ser el superclásico que se imaginó a partir de la actualidad de ambos equipos, y el empate sin goles con el que completaron el juego anoche en la Bombonera dejó abierto el pasaje a la final de la Copa Sudamericana hasta el jueves de la semana que viene, cuando se vuelvan a encontrar en el estadio Monumental.

Boca se mostró superior en el tramo inicial, y por el lado de Juan Manuel Martínez pareció encontrar el camino. Pero Vangioni lo sacó de la cancha al Burrito con una infracción muy fuerte, que sólo le costó la amonestación, y a partir de ahí River encontró el respiro que necesitaba para ganar algunos metros.

En el segundo tiempo, cambió la actitud de los dos. River ganó un mayor protagonismo, aunque sin poder desarrollar jugadas en ataque, y Boca cambió la idea inicial por la de esperar para salir de contra con pases largos para Chávez.

Un zurdazo bajo del zurdo y un cabezazo de Gago, con todo a favor, ambas situaciones resueltas por Barovero, marcó la diferencia a favor del local, que ahora tendrá que jugarse la clasificación a la final en Nuñez.

El ganador de esta llave se encontrará después, en la final, con el que se adjudique el cruce Atlético Nacional, de Colombia, y San Pablo, de Brasil, que en el Atanasio Girardot, de Medellín, se encontraron con victoria 1-0 de los colombianos, que ahora tendrán que defender esa ventaja de visitante.

ALGO DE BOCA

Buen comienzo de Boca, porque impuso condiciones, y a partir de una presión que le significó poder manejar la pelota casi todo el tiempo, lo apretó a River contra su arco. La franja central le correspondió al conjunto Xeneize, que volcó sus jugadas de ataque a la derecha, por donde Juan Manuel Martínez se mostró encendido.

La peligrosidad del Burrito fue tal, que a los 4 minutos Vangioni decidió frenarlo con una entrada muy fuerte abajo, al tobillo, que le significó la tarjeta amarilla, pero el principio del fin para el atacante. Sí, porque de ahí en más su tobillo derecho pasó a ser su preocupación. Y por más que intentó quedarse, a los 30 minutos tuvo que dejarle su lugar al chileno José Fuenzalida.

Boca se adueñó del campo y de la pelota, aunque su juego no se desarrolló en ataque. Apagado Martínez, fue tiempo de Calleri y Chávez, pero ninguno de los dos mostró argumentos como para complicar a una defensa que esta vez dejó las buenas intenciones de salir jugando para otra oportunidad.

Un par de situaciones que no llegaron a ser de alto riesgo, ambas desde la ejecución de tiros de esquina, no alcanzaron para imaginar un gol de Boca.

Los Millonarios resignaron anoche la iniciativa, lejos estuvieron de exponer el juego de toque rápido que los caracterizó en los primeros partidos de la temporada, y sus esperanzas de ponerse en ventaja quedaron reducidas a algún encuentro Pisculichi-Teo Gutiérrez, que no llegó a concretarse.

El juego fue en picada, y cayó en la pelea cuando el colombiano se quedó tirado en el piso tras un cuerpo a cuerpo con Erbes, y a pocos metros Ponzio puso la pierna fuerte al ir al encuentro de Gago, quien reaccionó.

Se habían jugado 40 minutos, y la pelea, que involubró a la mayoría, pasó de largo con una amonestación a Ponzio.

CAMBIO DE ROLES

En el segundo tiempo se produjo un cambio de roles, aunque la pelota continuó moviéndose lejos de los arcos. Se adelantó River, que apenas inquietó con un taquito de Teo Gutiérrez, afuera, y un zurdazo a cualquier parte de Boyé; mientras que Boca retrocedió y buscó salir rápido con pelotazos para la velocidad de Chávez.

Un remate bajo del ex Banfield, que evitó el arquero en el primer palo, y un cabezazo de Gago en tiempo de descuento, que viajó a las manos de Barovero, colocaron al equipo Xeneize un escalón por arriba de su rival, aunque en un partido para el olvido.

Otro superclásico en el cual el marco le ganó por goleada una vez más al juego expuesto, que se completó con un empate sin goles que dejó abierta una serie de interpretaciones en lo que respecta a quién salió más beneficiado.