Alarma en la Región la cantidad de chicos perdidos

El tema no es nuevo, pero ante cada medición actualizada incorpora cifras, nombres e historias que causan escalofríos y estupor. En lo que va del año, en La Plata se denunciaron 191 casos de chicos perdidos, la mayoría adolescentes que se fugaron de sus hogares luego de un problema familiar. De ese número, hay 55 casos que siguen sin resolverse. Y si se toma el total de denuncias realizadas en toda la provincia de Buenos Aires durante el mismo período, hay que decir que los menores extraviados en suelo bonaerense fueron 835, de los cuales 221 se siguen buscando hasta el día de hoy.

“Antes un chico desaparecía por alguna pelea o una mala nota en el colegio. Hoy la realidad es otra, y pone en evidencia una violencia familiar cada día más terrible”

El dato, que pertenece a un informe parcial presentado esta semana por el Registro Nacional de Menores Extraviados, entra en sintonía con el panorama que trazan desde Missing Children Argentina, donde sus autoridades buscan actualmente a 133 chicos y hablan de un fenómeno que tiene a los adolescentes como protagonistas y a la conflictividad familiar como telón de fondo.

María Laura Gómez, Francisca Roca, Jonathan Benítez, Alberto Ruiz Díaz. Los nombres siguen. Y siguen. Desde que se creó el Registro, hace ya poco más de diez años (en noviembre de 2003), en la Provincia se registraron 4577 casos de chicos extraviados, de los cuales 455 se siguen buscando al día de hoy. En La Plata, el número de casos llega a los 842 chicos extraviados, de los cuales hay 97 que se siguen buscando. Es un mosaico de caritas que crece y que a muchos ya casi ni sorprende. Y son nombres. Nombres que se suman a una lista cada vez más preocupante. Martina Dutra, Cristiany Aquino, Gabriel Agustín Brizuela, Kamila Elizabeth Galeano, Luis Alberto Santillán. Los nombres siguen. Y siguen.

“Antes un chico desaparecía por alguna pelea o una mala nota en el colegio -apuntan desde la ONG Missing Children-. Hoy la realidad es otra, y pone en evidencia una violencia familiar cada día más terrible”.

PROBLEMAS INTRAFAMILIARES

El diagnóstico tampoco es nuevo pero cobra fuerza ante cada nueva medición. Lidia Grichener, titular de Missing Children Argentina, no duda en asegurar que buena parte de los menores extraviados se van de sus casas “porque muchas veces algún familiar abusó de ellos, porque los maltrataron o porque les pegaron”. Eso también se traduce en la tardanza para encontrarlos: antes, explican, el promedio de días que desaparecía un chico iba de tres a cuatro. Ahora es de una semana o diez días.

El diagnóstico que trazan en la ONG internacional aparece en un momento donde las propias autoridades reconocen una escalada de la conflictividad intrafamiliar. Según un informe reciente elaborado por el ministerio de Desarrollo Social de la Nación junto con Unicef, de hecho, el 57% de los menores de 18 años que viven en hogares o institutos de menores en el país fueron ingresados por motivos vinculados a la violencia, el maltrato o el abuso sexual. Concretamente, el 44% ingresó por violencia y maltrato; el 31%, por abandono; el 13%, por abuso sexual, y el 11%, por otros motivos.

Nada distinto plantea un informe reciente de la Secretaría de Niñez y Adolescencia de la Provincia, según el cual un total de 270 niños, niñas y adolescentes fueron separados de su núcleo familiar en el último tiempo debido a situaciones de abuso sexual infantil.

Para las propias autoridades del Registro Nacional de Menores Extraviados el tema también tiene su origen en la conflictividad familiar. “En la mayoría de los casos se trata de abandono voluntario de domicilio motivado por la violencia, cuya raíz está en el patriarcado, una institución más vieja que el capitalismo y que la sufren sobre todos las mujeres”, apuntan los responsables de llevar adelante el registro.

De la totalidad de casos señalados como “en trámite” -cuya búsqueda continúa- o “paralizados”-cuando fueron encontrados y restituidos al grupo familiar o derivados a una institución-, casi el 60% corresponde a chicos de entre 12 y 17 años. Y la mayoría, como se apunta, son mujeres.

A todo esto esto, cabe recordar que el Registro cuenta con una línea telefónica gratuita -142 desde cualquier compañía telefónica- para informar acerca de la desaparición de un menor o para proveer datos que faciliten su búsqueda. La intención del organismo, según se apunta, es que esta línea funcione también como un medio de prevención para que los menores no se fuguen.

“Tenemos que visibilizar el maltrato y empezar a decirles a los chicos: no te pueden pegar, no pueden abusar de vos, tu derecho es que te escuchen y existe organismos del Estado que tienen la obligación de escucharte. Por eso, antes de irte, llamanos al 142”.

Lo que plantean en el Registro vuelve a entrar en sintonía con lo que marcan en Missing Children, donde sus autoridades admiten que quienes huyen de sus casas son cada vez más chiquitos. En concreto, los números de la ONG dicen que la mayoría de los que se escapan tienen entre 13 y 17 años (73%). Pero hay cerca de un 15% que tienen entre 7 y 12 años. Y es la franja que más crece.

Desde el comienzo de su registro estadístico en el país, en enero de 2000, la entidad recibió 9534 denuncias por menores perdidos: el 93% fue encontrado, pero lamentablemente 93 chicos aparecieron muertos. En su registro también aparece marcada diferencia entre los sexos. El 67% de los desaparecidos son chicas. Las explicaciones en este caso son dos: por un lado, son las que sufren mayores abusos. Y por otro, muchas chicas conocen hombres más grandes y se escapan con ellos.

“El fenómeno crece -asegura Grichener-. Cuando arrancamos con las búsquedas en el país la mayoría de las fugas se daba en chicos de 14 o 15 años, pero ahora vemos que lo más común son nenes de diez u once años. Incluso más pequeños”.

Lo que dice Grichener lo avalan los especialistas: cuando el que se fuga es un niño, aseguran, la historia que lo explica suele estar asociada a la esfera íntima, a un drama familiar que alcanza niveles de una gravedad tal que, muchas veces, empuja a un chico a tomar una decisión que ni siquiera comprende en su verdadera medida.

“Tal vez no sería correcto decir que ahora hay más desapariciones que antes”, sostienen en el organismo nacional, y fundamentan esto en que lo que sí existe ahora es, además de una violencia acrecentada, una mayor cantidad de canales donde denunciar las desapariciones.

Para quienes trabajan en la ONG con sedes en distintas partes del mundo, de cualquier manera, una de las principales razones de la escalada de casos se encuentra en “el desmembramiento de muchas familias”, dado que al investigar en cada historia que se esconde detrás de esas caritas y esos nombres “se descubre que en su mayoría son chicos que se van de su casa voluntariamente, lo cual no tiene que ver con una suerte de crisis adolescente, porque si fuera así deberíamos tener miles de casos más. Se trata en realidad de casos donde, la mayoría de las veces, el chico se fuga porque fue víctima de alguna agresión”.

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