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ELDIA |LA CIUDAD

El armado de un muñeco: esfuerzos y costos

Paso a paso, en un barrio cuentan cómo es el proceso para construir las figuras

29 de Diciembre de 2014 | 00:00
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MAXIMILIANO LOPAPA, LUCIANO PORRO Y SU HERMANO MENOR CRISTIAN, TRES DE LOS INTEGRANTES DE LA BARRA DE 25 Y 40 QUE YA LLEVA 14 AÑOS CONSTRUYENDO MUÑECOS EN ESA ESQUINA. TRABAJAN CASI TODO EL AÑO, INVIERTEN CASI 50 MIL PESOS Y NUNCA SE CANSAN DE PONER TIEMPO E IMAGINACIÓN AL SERVICIO DE UNA TRADICIÓN LOCAL
MAXIMILIANO LOPAPA, LUCIANO PORRO Y SU HERMANO MENOR CRISTIAN, TRES DE LOS INTEGRANTES DE LA BARRA DE 25 Y 40 QUE YA LLEVA 14 AÑOS CONSTRUYENDO MUÑECOS EN ESA ESQUINA. TRABAJAN CASI TODO EL AÑO, INVIERTEN CASI 50 MIL PESOS Y NUNCA SE CANSAN DE PONER TIEMPO E IMAGINACIÓN AL SERVICIO DE UNA TRADICIÓN LOCAL


Cuando al llegar la medianoche del 31 de diciembre en distintos rincones de la Ciudad se reedita la tradición de la quema de los muñecos y voraces llamaradas consumen en cuestión de minutos los gigantes de papel, madera y engrudo, pocos platenses conocen las historias que chispean detrás de cada una de esas creaciones. Es probable que muchos de quienes se acercan hasta la esquina en la que arde el muñeco de su barrio desconozcan que el proceso creativo tal vez llevó casi un año de trabajo, se invirtieron hasta $50.000 y requirió largas horas de esfuerzo e imaginación de más de tres decenas de colaboradores.

Y si bien cada muñeco “es un mundo” y hay ‘momos’ que se levantan a las apuradas en una semana y con contados recursos, lo cierto es que detrás de las obras más elaboradas -las que suelen competir por los premios- se esconden varias etapas que se despliegan por meses y en las que se entrecruzan la amistad, el esfuerzo y las anécdotas.

LA BARRA DE 25 Y 40

La historia de Maximiliano Lopapa y Luciano y Cristian Porro es una de las tantas que podrían contarse entre los grupos que se forjaron alrededor de este rito platense. Hace catorce años, en la esquina de 25 y 40, nació allí una tradición que este 31 de diciembre volverá a cristalizarse con varios muñecos que arderán sobre un colorido escenario, en lo que será el cierre de un año de trabajo.

Salvo aquellos vecinos que hace tiempo viven en el barrio, nadie podría adivinar que detrás del lubricentro ubicado sobre 40, casi en la esquina de 25, justo en el galpón del negocio, durante meses y meses fue tomando forma el mundo de figuras de papel machimbre, madera y pintura que quemarán este Año Nuevo.

Todos los años, desde que eran adolescentes, este grupo de entusiastas se organiza para llevar cada vez más lejos sus creaciones. “Cuando arrancamos éramos chicos, jugábamos más a la pelota que a armar el muñeco”, recuerda Luciano Porro, quien junto a su hermano Cristian y sus amigos, conquistó tempranamente la esquina de 25 y 40. En los primeros tiempos, cuentan, el dinero para construir el muñeco lo juntaban pidiendo monedas a los automovilistas que pasaban y aceptando todas las donaciones de materiales que les ofrecían.

“Hoy ya estamos grandes y nos da vergüenza pedir monedas”, se ríe Cristian, y cuenta que entre todos se les ocurrió la idea de “reinventar” el show de los muñecos y convertirlo en una experiencia interactiva para el público.

“Lo que se nos ocurrió es que la gente baje e interactúe con los muñecos, que se saquen fotos, que estén dentro de la estructura, se coman una hamburguesa, un choripan”, explican. “Y de paso colaboren. Si quieren, obviamente”, agregan.

La idea funcionó muy bien y por estos días cientos de automovilistas se detienen en 25 y 40 para recorrer el “paseo” animado. “Fuimos los primeros a los que se nos ocurrió convertir el muñeco en un escenario completo”, remarca Maximiliano Lopapa, otro de los “cabecillas” del grupo, que suele eligir temáticas infantiles para cautivar a los más chicos. En ocasiones anteriores, por ejemplo, en esta esquina de La Loma armaron enorme castillo de Walt Disney, con casi 30 personajes en su interior.

PASO A PASO

Este año, ya en febrero, el grupo se reunió para decidir cual sería el nuevo proyecto y eligieron darle una oportunidad al elenco de los personajes animados de la Warner Brothers. Ni lentos ni perezosos, en mayo empezaron a trabajar en las figuras, que durante el año fueron acumulándose en el galpón del lubricentro.

Bugs Bunny, el Pato Lucas, el Demonio de Tazmania, el Coyote con el siempre elusivo Correcaminos y los Animaniacs son parte del elenco de 20 personajes que saldrá a escena este año.

¿Cuánto se invierte en semejante despliegue? Tanta producción, obviamente, tiene su precio. Durante todo el año, el grupo de amigos aporta regularmente una suma de plata con la que conforman un fondo común para la compra de los materiales, entre los que no pueden faltar los fuegos artificiales. “Ahora compramos absolutamente todo, no usamos materiales donados”, dice Cristian, y admite que tan solo en madera, pintura, papel y demás materiales llevan invertidos $25.000. Eso “sin contar obviamente los fuegos artificiales”, agrega, otro ítem en la lista que estima representará más de veinte mil pesos.

“Los fuegos son todo un tema, porque se instalan al final, con una consola y se van activando de a poco”, explican. El encargado de controlar la secuencia, como todos los años, será Ariel Rosales, mientras que su hermano Emiliano será el único habilitado para empuñar la antorcha ceremonial y entregar la plataforma a las llamas.

Sólo de materiales llevan invertidos unos $25 mil y calculan una cifra similar para los fuegos artificiales

“Es parte de la tradición que tenemos”, cuenta Luciano. “Hace 14 años él dijo que quería ser el que lo prendía fuego, y quedó”; cada uno tiene su rol asignado, después tantos años en los que han visto crecer a los chicos del barrio. “La hija de Maxi, tiene 11 años y viene a ayudar a empapelar, ella nació con esto”, explican.

En vísperas del 31, “se saca todo a la calle y se arma la fiesta”. Pero no se descuidan: por la noche y la madrugada se turnan para vigilar los muñecos y evitar que los destruyan. “Siempre somos un mínimo de diez”, explica Cristian, teniendo en cuenta que se suman los vecinos y los chicos del barrio.

Al selecto grupo de organizadores se suele sumar un nutrido conjunto de tres decenas de colaboradores. El esfuerzo, al final, también ha tenido su premio. A lo largo de estos años se subieron varias veces al podio de los mejores muñecos e incluso se llevaron un primer puesto.

Y cuando finalmente el fuego se hace arder el muñeco no sienten ninguna nostalgia. “¡Lo de quemarlo es lo de menos! -dice Luciano-, la satisfacción está en los días previos, en juntarse con tus amigos, en trabajar con la gente del barrio, en divertirse y pasarla bien”.


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