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El piropo ya no cae bien y las mujeres lo toman como una agresión

Un grupo de chicas motoriza en La Plata una campaña en contra de esa tradición. Los especialistas advierten un cambio en las pautas de seducción

13 de Abril de 2014 | 00:00
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LA CAMPAÑA DE AFICHES, QUE REPRODUCE ”PIROPOS” SUBIDOS DE TONO BUSCA PONER A QUIEN LOS LEE EN EL LUGAR DE LA MUJER.
LA CAMPAÑA DE AFICHES, QUE REPRODUCE ”PIROPOS” SUBIDOS DE TONO BUSCA PONER A QUIEN LOS LEE EN EL LUGAR DE LA MUJER.

A las siete de la tarde del viernes, un pelotón de chicas de poco más de veinte años pega unos provocadores afiches sobre las paredes del Pasaje Dardo Rocha. Las frases que contienen en letra de molde pueden despertar una sonrisa cómplice o incluso un gesto de sorpresa, pero lo que provocan mayormente en quienes pasan frente a ellos es cierta sensación de incomodidad. Ese es de hecho el propósito de esta campaña lanzada en La Plata contra lo que algunos hombres consideran piropos y muchas mujeres viven como una violenta agresión.

Y es que lejos de los tiempos de “Jardín Florido”, aquel legendario piropeador cordobés que se hizo famoso ensalzando a las mujeres con sus dichos, las frases que recogen los afiches no parecen tener ciertamente nada de halagador: “Gordita, te hago de todo menos upa”; “Quien fuera jubilado para hacer esa colita” y “Mami, si te agarro te hago otro hijo”, son apenas algunas de las expresiones compiladas por la organización Acción Respeto que se pueden publicar.

“Al minimizar socialmente estas agresiones por considerarlas parte de nuestra cultura, las mujeres nos vemos condenadas a sufrirlas en forma cotidiana como si fuera normal”

“No inventamos nada; son en todos los casos expresiones reales aportadas por mujeres y que a la mayoría de nosotras hemos tenido que escuchar alguna vez. Y es que al minimizar socialmente estas agresiones por considerarlas parte de nuestra cultura, las mujeres nos vemos condenadas a sufrirlas en forma cotidiana como si fuera algo natural. Por eso es que lema de la campaña es `si te incomoda leerlo, imaginate escucharlo`”, explica Baiana Accinell, una de las impulsoras de la iniciativa en nuestra ciudad.

Surgida en el marco de la Semana Mundial Contra el Acoso Callejero, la campaña, que apela a poner al lector en el lugar de las mujeres `piropeadas`, nació de la iniciativa de un pequeño grupo de militantes de género de la ciudad de Buenos Aires que hace quince días subieron la idea a una red social. “La repercusión que tuvo fue tan vertiginosa que la idea ya ha sido replicada en Córdoba, Chaco y Corrientes, así como también en Uruguay y Perú”, cuenta Baiana, al señalar que “eso demuestra que no se trata sólo de una problemática local”.

UN FENOMENO EXTENDIDO

“Salimos a la calle porque no queremos que nos acosen más, porque no pedimos opinión sobre nuestro cuerpo o nuestra ropa. Porque el `piropo` es violencia y queremos respeto”, sostiene la convocatoria lanzada por Acción y Respeto. Y aunque algunos pueda parecerle exagerado o quisquilloso, el reclamo pone en evidencia una problemática mucho más extendida y violenta de lo que se suele creer.

De acuerdo con una encuesta realizada por la facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), un 72,4% de las mujeres consultadas reconoció haber sufrido recientemente en la calle alguna forma de acoso o expresión vulgar; y el 59,2 % de ellas dijo haberse sentido incómoda, intimidada e incluso violentada por la situación.

En un intento por graficar el impacto que este comportamiento tiene en las mujeres, la investigación revela que un 56% de las consultadas suele cruzar la calle cuando advierte que hay un grupo grande de hombres, que un 42,9% siente miedo a caminar sola; y que frente al acoso verbal de un desconocido, un 76,2% de las víctimas resuelve no hacer nada para librarse cuanto antes de la incomodidad que les genera la situación.

“La capucha y los auriculares son su escudo de cada día”, dice precisamente uno de los afiches de la campaña de Acción Respeto señalando cómo el acoso callejero condiciona muchas veces a mujeres y niñas tanto en sus conductas cotidianas como en su forma de vestir.

Frente a esta realidad, el escaso porcentaje de hombres que reconoce abiertamente hacerle comentarios a mujeres desconocidas que se cruza por la calle (apenas un 6,6% de los consultados) cree en gran medida (un 57,1%) que a ellas les gusta en general ser objeto de este tipo de expresiones.

NO SE TRATA DE LINDAS O FEAS

No se trata de ser linda o fea. “La gran mayoría de las mujeres somos objeto de comentarios agresivos en la calle desde que somos muy chicas”, sostiene Daiana, una trabajadora social de 26 años que asegura que tanto ella como su hermana comenzaron a sufrir este tipo de expresiones, mal consideradas piropos, ya sus diez u once años de edad.

Pero “más allá de la edad, se trata de una situación realmente muy violenta para cualquier mujer -agrega-. Y no sólo por el tipo de cosas que suelen decirte, sino además por el hecho de que te convierten de algún modo en un objeto: en un par de lolas o una cola caminando, algo a lo que se le puede gritar. Por eso es que decimos que no se trata de una cuestión sexual; es una cuestión de poder”.

Lo mismo resalta Soledad, una estudiante universitaria que el viernes participó de la pegatina de afiches contra el acoso callejero en La Plata. “Que yo sepa, ninguna mujer fue conquistada jamás por un hombre que le grita al paso alguna barbaridad. Y es porque esas expresiones no son un medio de seducción, sino un mecanismo de intimidación al que estamos sometidas las mujeres todos los días cuando salimos a la calle. Ninguna mujer se siente halagada o sexy cuando la tratan así”, dice.

Para la Baiana, todo parece resumirse en una cuestión de respeto por el otro. “No me molestaría que un desconocido se acerque para decirme que escribo bien o que tengo una linda voz. Pero no es eso lo que sucede normalmente: los comentarios que recibimos las mujeres en la calle son siempre sobre nuestro cuerpo y tienen siempre alguna carga sexual”.

Con todo -reconoce- la diferencia entre un halago y un comentario fuera de lugar puede ser en ocasiones muy sutil. En cualquier caso, “cada mujer tiene su propio limite y los hombres lo deben respetar”, dice.


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