Una orquesta que suena a puro pulmón en la Media 8

LOS CHICOS DE LA ORQUESTA VAN A LA ESCUELA HASTA LOS SÁBADOS

En la Escuela Media 8 de La Plata apostaron por la música como medio para propiciar la inclusión y la permanencia, haciendo eje en los chicos en situación de vulnerabilidad socioeducativa. Y a pulmón, hace un año formaron una orquesta que ya cuenta con más de 30 alumnos.

El profesor de Informática y compositor musical Matías Cassano dice que “fomentar la solidaridad, la colaboración entre pares, el sentido de pertenencia con la escuela, se puede lograr dándole a los adolescentes un violín. El entusiasmo que provoca en los chicos esta experiencia es difícil de explicar con palabras. Sólo bastaría decir que vienen todos los sábados para participar de los ensayos generales”, resalta el responsable de la iniciativa.

Lo que lamenta es que “jamás logramos que en ningún ámbito gubernamental, educativo o no, nos brinden un mínimo apoyo; dicen que no tienen presupuesto”, apunta Cassano.

Con violines de su propiedad, algunos que pudo comprar la Cooperadora escolar, otros donados y unos pocos que pudieron adquirir los alumnos, las clases se dictan martes y jueves en un laboratorio, en la sala de informática o en dos o tres aulas que quedan vacías. Todo espacio es válido para llevar adelante el proyecto.

Así y todo, con limitaciones por doquier, cada día se suman más chicos y el año pasado los más avanzados llegaron a tocar en el Teatro Coliseo Podestá.

“Algunos usan la música para olvidar problemas. Otros para expresar cómo se sienten. Pero el espíritu de colaboración que se crea y el entusiasmo que genera terminan convirtiéndose en un incentivo enorme para venir a la escuela”, comenta Iris Lomne, quien a los 10 años empezó a tocar un violín prestado en la orquesta escuela de Berisso, y ahora, que está en 3° año de secundaria, se incorporó a la de la Media 8.

Matías Cassano cuenta que Iris, así como otros alumnos más formados, ayudan a los que se van incorporando. “Les enseñan, los estimulan, realmente es una experiencia donde la solidaridad está presente todo el tiempo”, enfatiza.

Iris ahora tiene su propio instrumento. Un caso similar es el de Brian Mansilla, su compañero de atril. “Yo voy al Vergara (donde se inició el proyecto y se frustró por falta de fondos), pero sigo acá porque el violín es algo hermoso, te da libertad, te despeja de la rutina. Después de 4 años pude comprármelo”, dice y resalta que “cosas así generan compañerismo. Hay chicos que nos vienen a ver y se terminan enganchando. Es increíble”, afirma.