Cada vez hay menos parejas que pasan por el altar

Pasos lentos sobre la alfombra roja, un vestido blanco inmaculado y un ramo de flores que brota entre las manos. Una sonrisa amplia ilumina el rostro. Amigos y familiares lucen ropa de fiesta y, de pie a los costados, miran a la novia que avanza hacia el altar, donde la espera el novio, que también la mira, y de traje, y bien peinado, y feliz. Algunos se emocionan y otros asienten con leves movimientos de cabeza cuando la ven pasar; la tía llora.

La imagen idílica del casamiento por iglesia fue perdiendo fuerza dentro del universo de las aspiraciones femeninas. En consonancia, también para muchos hombres mermó en importancia y ya no lo piensan como un paso ineludible, sino más bien como una opción, que admite postergación o renuncia. Como consecuencia, en los últimos 24 años en La Plata se redujeron casi un 70 por ciento: en 1990 se registraron alrededor de 3.000 bodas religiosas y en 2013 la cifra se redujo a unas 900 en toda la arquidiócesis, que incluye también a Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio.

El antropólogo Héctor Lahitte explica que las bodas son ritos de pasaje (porque las personas cambian de estado) y que en la actualidad han perdido vigencia porque las condiciones sociales se modificaron. Como primera medida, aumentó la expectativa de vida y aumentaron las chances de unirse en pareja más de una vez. Para el especialista, la difícil disolución del vínculo religioso desalienta a los novios, más allá de los trámites engorrosos que supone un posible divorcio en la vía civil. “Pasar por la iglesia certifica un tipo de unión que pretende ser más que lo que los participantes de esa unión pretenden. Además, los ritos de pasajes no son tan necesarios porque tampoco vivimos en un mundo en el que los límites sean precisos”, dice Lahitte, y agrega que en muchos casos recién después de la llegada de los hijos los novios deciden formalizar la relación.

HIJOS EXTRAMATRIMONIALES

Pero los casamientos por iglesia no sólo disminuyeron entre los platenses, sino que el fenómeno se constató a nivel nacional: según un informe del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina (UCA), cayeron más de un 61 por ciento en las últimas dos décadas. Pasaron de concretarse 155.194 bodas religiosas en 1990 a 59.579 en 2011. El estudio también reveló que dos décadas atrás se celebraban 5,2 casamientos por iglesia cada mil bautizados, y en 2011 la relación cayó a 1,6. A su vez, el 54 por ciento de los hijos que nacieron entre 2004 y 2011 lo hicieron fuera del matrimonio: provienen de uniones de hecho, de madres solteras y de parejas en unión civil.

Para el párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Merced y profesor de derecho en la universidad católica, Esteban Alfon, la tendencia responde “a la falta de valoración de lo que significa el matrimonio como proyecto de vida con una persona”. El cura considera que la ley del divorcio y las que se dictaron después - como la de matrimonio igualitario - “han favorecido a la disolución de la familia”. “Lo que se percibe es un gran egoísmo, una visión egocéntrica, y todo es improvisado. Hay una visión del amor individualista. Nadie quiere comprometerse con nada; es un problema más amplio que el de matrimonio”, sentencia.

La psicóloga Norma Delucca, especialista en familia y nuevas configuraciones vinculares, considera que la disminución de los casamientos por iglesia responde a varios factores. “En nuestra sociedad los vínculos de pareja muestran menor estabilidad que hace cinco décadas atrás. Y mientras las uniones por civil pueden disolverse, la iglesia no ofrece esa facilidad”, afirma. A su vez, la especialista sostiene que en la actualidad existe una disolución entre la iglesia como institución y la fé, y que la primera atraviesa una etapa de descrédito - a pesar de los aportes favorables del Papa- que atenta contra el matrimonio religioso. La psicóloga también cree que los altos costos del ritual inducen a descartarlo, al igual que el deseo de evitar “un mayor compromiso” con la pareja.

Maira Sicuella (27) y Gonzalo Falloni (36) vienen de familias religiosas y ellos también, cada tanto, cumplen con el deber cristiano de asistir a misa. Viven juntos hace dos años y son padres de Luciano, al que bautizaron hace unos meses con la intención de que el pequeño llegue bendecido a su primer año. Antes de su nacimiento, cuando los sorprendió la noticia de que un hijo estaba en camino, aceleraron los trámites de convivencia y pasaron por el Registro Civil. Ahora se quieren casar por iglesia: él dice que no tiene problema y que sí, que también le gusta para “continuar con la tradición familiar”. A ella la idea le entusiasma más y permanece atenta a opciones de parroquia y de salones de fiesta, que cada tanto pispea. Sin embargo, a pesar de las ganas, los dos acuerdan en que lo mejor es esperar “el mejor momento” y organizarlo bien, con tiempo. Y aunque lo consideran un paso importante, no sienten urgencia.

Sin bien el número de casamientos religiosos disminuyó considerablemente en 20 años, durante los últimos siete la cifra - que ronda los 1.000 anuales en La Plata - se mantuvo relativamente estable. Lo mismo sucedió en el Registro Civil: según los datos de la Jefatura de Gabinete la cantidad de matrimonios en La Plata se sostuvo en número similar durante los últimos seis años, con una leve tendencia en baja. De 2009 a esta parte se registraron entre 2.100 y 2.500 uniones anuales.

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