Se demostró a sí mismo que no debe sentirse menos que ningún oponente

GIMNASIA LUCHÓ TODO EL PARTIDO ANTE SAN LORENZO. LO MANIATÓ Y CON GRAN SOLVENCIA DEFENSIVA PUDO VOLVER A LA VICTORIA Y NADA MENOS QUE ANTE EL CAMPEÓN DE AMÉRICA EN SU CASA

OPINION
Por MARTIN MENDINUETA

En los últimos tiempos, pocos triunfos de Gimnasia han llegado en un momento tan apropiado como este. Parecía que iba derechito al matadero, que el reciente campeón de la Libertadores de América lo iba a intimidar con su sola presencia, y que un empate podía representar el mejor de los escenarios. Trajo todo. Y es un montón. Fácil no fue, pero en base a un mejoramiento integral de la línea de mediocampistas y al ímpetu colectivo, que siempre goza de buena salud, el visitante tomó precauciones sin caer en el precipicio del miedo.

Con dos goles muy lindos, frutos de combinaciones precisas, aquel que venía medio bajoneado por su grisácea actualidad, se regaló una satisfacción enorme, merecida, oportuna y, a la vez, esencial para recuperar la confianza. Ante los campeones continentales, los que a mediados de diciembre disputarán el Mundial de Clubes en Marruecos, el “Lobo” fue tan ordenado como inteligente.

No ganó de casualidad. Fue justo. El dominio territorial de San Lorenzo pudo haber engañado a más de un observador en eso de parecer más que ser. Digno en su humildad y administrando con inteligencia la tenencia del balón, terminó siendo el huésped el más vivo de los dos. Sin fisuras entre líneas, ni actuaciones individuales para el descarte, el equipo de Troglio demostró estar unido. También convencido. Y eso lo hizo eficaz.

Se sabe, cuando todos están en la misma sintonía, pensando y actuando mucho más en el bien común que en el propio, es raro desbarrancar en un fracaso profundo. Tan bien se mentalizó para vender muy cara la derrota, que terminó edificando un triunfo de los que hacía mucho no saboreaba. Le alegró la noche del sábado a su gente. En cada casa “tripera” hubo brindis de admiración y genuino reconocimiento.

CONFIAR, SIEMPRE CONFIAR

Eliminado de la Copa Sudamericana, se cayó anímicamente. Lógico, entendible. Lo que no compartí en su momento fue la manera de plantear aquel doble cruce de clásicos como un objetivo de concreción imperativa. Como si después de aquel partido decisivo, que terminó perdiendo con justicia, no hubiera más nada. No más partidos por afrontar ni metas por alcanzar. Error. En ese instancia, Gimnasia no era el favorito y así lo constató el resultado final.

Pero la vida sigue y los exámenes semanales también. Aquellos juicios inapelables que afirmaron que “Gimnasia no tiene nada, es una formación muy pobre” hoy debieran ruborizarse. La cabal demostración se gestó en el Nuevo Gasómetro. La “banda de Pedro” (un conjunto de hombres que creen y confían en el líder) se apoyó en sus virtudes, orden defensivo y elevada cantidad de pases bien dados, sin castigarse tanto por todo lo que le falta. En mayor o menor medida todos tienen carencias. Jugó en positivo. Viendo el “vaso medio lleno”. Por eso, también, volvió tocando bocina.

Fueron varios los de buen rendimiento: Oliver Benítez, otro aplauso para el joven; Jorge Rojas, se va soltando; Lucas Licht, pieza fundamental desde hace años; Alvaro Fernández, cabezazo de delantero goleador y mayor conexión con sus compañeros; “Nacho” Fernández, el cambio de posición no lo dañó y Pablo Vegetti, el “toro hambriento” siempre exige. Con ellos y el aporte del resto (Diego NIcolaievsky ya tiene el formulario listo para sumarse a la banda), Gimnasia constató en salud que podía jugar bastante mejor de lo que lo venía haciendo.

¡Bien hecho! El triunfo más resonante del segundo semestre de 2014 lo consiguió por haber confiado en sus fuerzas. Allí estuvo la clave.