Alejandro Pérez

Murió en La Plata, a los 82 años, Alejandro Pérez, ligado durante casi toda su vida a este diario donde se desempeñó durante décadas en el departamento de Publicidad. Fue un señor con todas las letras. Dueño de un estilo singular y depurado, era un hombre con el que siempre daba gusto encontrarse. Hacía un culto de las buenas maneras y del trato cortés y amable con los demás.

De conducta y ética irreprochables, pertenecía a una generación que encontraba su principal orgullo en el trabajo bien hecho.

Había nacido en un pueblo de La Pampa, Agustoni, el 28 de enero de 1932. Allí cursó la escuela primaria y luego llegó a La Plata, cuando todavía era un chico. Desde muy joven empezó a trabajar. Ingresó a EL DIA en el inicio de la década del cincuenta y se desempeñó hasta su retiro como promotor de Publicidad.

Se ganó el respeto de una gran cantidad de comerciantes y empresarios a los que trataba por su actividad. Más que clientes, hacía amigos. Cultivaba esas relaciones con esmero y profesionalismo. Y con una calidez humana que siempre lo distinguió.

Fue un caminador incansable y tejió en el ámbito laboral vínculos de estrecha confianza. Se le reconocía una especial dedicación y una invariable eficiencia en su tarea.

Siempre estaba de buen talante y había convertido la calidez para el trato en una marca registrada. Hombre sereno y elegante, fue, en todo sentido, un caballero.

Con su esposa Graciela, tuvieron tres hijos: Javier, Ricardo y Fabián, quienes a su vez les dieron cuatro nietos. Formó una familia ejemplar que era su gran orgullo.

En la última década disfrutaba especialmente de sus viajes a España, donde vive uno de sus hijos. Observador atento y lúcido de la realidad, siempre resultaba placentero escuchar sus anécdotas. Entusiasta hincha de Estudiantes, también era un gusto escucharlo hablar de fútbol. Siempre tenía una mirada original y equilibrada.

Para los más jóvenes, era un referente y un modelo. Supo tender un puente con las nuevas generaciones y lo hizo con toda sencillez, siempre con espíritu constructivo.

Con Alejandro Pérez se fue, en definitiva, un hombre de bien, que creía en los valores de la honestidad, la laboriosidad y el respeto a los demás. Y que, en el más amplio sentido, hizo bien su trabajo.

Sus restos fueron inhumados en La Plata, la Ciudad que había elegido y en la que construyó su familia.