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ELDIA |CONSTELACIONES FAMILIARES

Constelaciones familiares, una terapia que hace furor en La Plata

Con la premisa de que nuestras angustias y conflictos familiares tienen su origen en los antepasados, la moda de “constelar” no para de crecer en la Ciudad, donde todos los meses sus talleres vivenciales explotan de seguidores

18 de Enero de 2015 | 00:00
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DE UN TIEMPO A ESTA PARTE, LOS TALLERES DE CONSTELACIONES FAMILIARES SON UN FUROR EN LA CIUDAD
DE UN TIEMPO A ESTA PARTE, LOS TALLERES DE CONSTELACIONES FAMILIARES SON UN FUROR EN LA CIUDAD

Quiere contar lo que le pasa pero se le hace un nudo en la garganta. Respira profundo. Llora, muy despacio, como si fuese un bisbiseo. Cuando se calma, al fin, parece olvidarse que la mira casi medio centenar de personas y cuenta con la voz en un hilo los problemas de conducta que tiene su hija adolescente y lo conflictiva y violenta que es la separación que atraviesa con su marido. La coordinadora de la reunión se le acerca y le dice que libere la angustia, que se suelte, que siga hablando. Y ella sigue, como si no la mirara nadie o como si la viera todo el mundo a la vez, y su testimonio entrecortado pero estóico es uno de los tantos que se escuchan en el concurrido encuentro de constelaciones familiares, una terapia desarrollada en Alemania y Austria durante los años 80 pero que aterrizó hace realativamente poco en La Plata y no para de convocar adeptos a la vertiginosa velocidad de un boom.

Basada en la idea de que los sujetos están condicionados por una trama de preocupaciones y comportamientos de sus antepasados que reaparecen como un malestar o dificultad del presente, y aplicada a través de talleres vivenciales donde quienes participan cuentan sus problemas o asumen y dramatizan roles ajenos en los problemas de otros, esta terapia alternativa -cuestionada por algunos sectores de la psicología tradicional (ver “Voces que...”)- tuvo una expansión meteórica por la Ciudad y su auge se fue alimentando con la fuerza del boca en boca.

Yo constelo, tu constelas

Empezó con charlas esporádicas que se daban en algún club de barrio o centro cultural y pasó luego a encuentros más frecuentes que, muchas veces, hasta debieron posponerse debido a la cantidad de aistentes que querían saber un poco más del método y buscaba constelar.

Hace poco, la psicóloga Sara Gloria Levita, una de las referentes en el país sobre el tema y quien brinda dos talleres por mes en nuestra ciudad, editó un libro donde explica cómo funciona eso de “ordenar en otros planos conflictos de esta y otras generaciones” a partir de una terapia alternativa basada en la premisa de que las angustias y los conflictos en las relaciones con familiares y amigos tienen su origen en los antepasados. “Ya la física cuántica dice que a través de un concepto que definen como ‘campos mórficos’, todos nosotros somos parte de campos de información y esos campos nos atraviesan y nos condicionan sin saberlo”, asegura Levita.

La metodología de los talleres consiste en la reunión de un grupo de personas alrededor de un espacio central denominado “campo” y un “constelador”. En ese marco, los participantes pueden -o no- “constelar” su problema.

Uno de los participantes plantea su conflicto y elige al azar a otros asistentes para que “representen” elementos que componen la dificultad a tratar: conflictos familiares, laborales, económicos. Según como se desarrolle el entramado de roles y situaciones, la “puesta en escena” deja al descubierto un problema, que luego es analizado por el terapeuta a cargo de la actividad.

“Las constelaciones son un abordaje sistémico que colabora para poder mostrar la información que trae el alma y que subyace a la problemática planteada en una consulta”

El origen

“Las constelaciones son un abordaje sistémico que colabora para poder mostrar la información que trae el alma y que subyace a la problemática planteada en una consulta -asegura Levita-, esa información puede ser hasta transgeneracional”.

El creador de esta terapia alternativa es el psicoanalista alemán Bert Hellinger (1925), quien ya a los cinco años decidió convertirse en sacerdote y en los años 30 -cuando Adolf Hitler tomó el control de su país- fue capturado en un campo de prisioneros en Bélgica. Con el tiempo renunció al sacerdocio y tras estudiar psicología se interesó en explorar la idea de un “guión secreto” que según su mirada guía la vida de las personas. Ese guión del que habla Hellinger no es sólo personal, ya que no comienza con el nacimiento ni termina con la muerte sino que involucra todo un sistema: “Todos somos parte de un sistema. Un papá y una mamá que forman una familia que tiene que responder a una sociedad, que a su vez responde a un país, continente, un mundo, un sistema planetario”, sostiene Levita, quien aclara además que cuando habla del alma no lo hace desde un punto de vista religioso. “Me refiero a aquello invisible e intocable -dice- que es lo esencial de la vida: eso que explica todo lo que podemos registrar como sensaciones, percepciones y emociones que nos atraviesan a cada momento, tales como cuando un niño expresa una alegría indescriptible al mirar a sus padres o como cuando el corazón late al amar a una pareja”.

Según quienes siguen esta metodología, es en ese plano donde conservamos la información de nuestra historia personal pero también la información de nuestros ancestros en cuanto a sus destinos, experiencias, pérdidas e incluso traumas.

Son tres las posibilidades de adentrarse en el universo de las constelaciones familaires. Una es constelando, es decir exponiendo el propio problema o malestar interior que puede traducirse en conflictos laborales, de salud, de pareja o vocacionales. Otra opción simplemente es observar lo que sucede, asistir pero participar de un modo pasivo en el taller. Y una tercera, para lo cual uno debe ser elegido, representando un papel en una constelación ajena.

Ahora bien, ¿qué es lo que ocurre concretamente durante una sesión de constelaciones familiares? “Una vez acomodados en el ‘campo’ se van formando ‘imágenes’ de conflictos y yo, como consteladora, las describo”, explica Levita, quien aclara que se trata de un taller y no una terapia ya que no hay un seguimiento del paciente: “Acá una persona puede venir una sola vez y volver al tiempo o no volver nunca más porque las constelaciones no responden a un encuadre formal terapéutico -analiza-. Lo que hacemos los consteladores es tener una mirada neutral”.

Con esa misión, los consteladores describen esas “imágenes” que el consultante comienza a ver y le permite alcanzar el orden buscado para permitir la liberación de lo que no le pertenece: “Esas imágenes comienzan a trabajar en el interior, quizás en el afuera nada cambie, pero lo que se modifica es la mirada, y entonces la experiencia es lo que cambia. De esta manera, hay cosas que se acomodan en el interior, o se acomodan en el afuera”, afirma la psicóloga.

Si bien de un tiempo a esta parte el público al que asiste a estos talleres -que en la Ciudad ya no se dan en un único lugar sino en diferentes centros- se ha vuelto cada vez más heterogéneo, la mayoría de sus asistentes aún siguen siendo mujeres, algo que era una característica básica al comienzo de la práctica.

“La misión del género femenino es ser portales para que el hombre llegue a tomar lo pendiente -dice Levita-. Desde que se creó el mundo nosotras tuvimos la virtud de quedarnos en la cueva, en el adentro y los hombres salieron en busca del alimento. A partir de una memoria filogenética, el hombre miró siempre el afuera y nosotras el adentro, por eso hoy vienen más mujeres en busca de una solución y son las mismas que se encargan de traer al hombre”.

¿En qué áreas prevalecen las consultas? “Las relaciones entre padres e hijos, pareja, salud. Hay mucha gente que viene preguntando síntomas físicos, laborales, problemas económicos, relaciones entre hermanos, depresiones, y casos puntuales que preguntan sobre temas jurídicos o pedagógicos”, enumera la psicóloga, aunque aclara que el amor sigue siendo el problema fundamental, porque “todo es amor y cuando hay amor, el alma se ordena y todo fluye”. ¿Los chicos pueden hacer este tipo de terapias? “Cuando un niño trae un desorden en algún aspecto de su vida, responde a lo sistémico -aclara la consteladora-. Trabajo entonces con los padres y cuando ellos logran su orden interno, liberan al hijo y eso genera una solución en la historia del niño. Nuestras dificultades y postergaciones se dan por las lealtades invisibles que tenemos con los que son parte del sistema y eso nos llevan desesperadamente desde el alma a buscar lo que somos en esencia, que es amor”.

A diferencia de las terapias convencionales, que suelen extenderse durante varios meses o años, la de constelaciones familiares, aunque acaso más intensa, promete un camino más corto y concreto para dar con alguna luz de solución. Y se sabe: en un mundo donde vivimos hiperconectados y hay menos tiempo para la introspección y el análisis, el método puede resultar atractivo para quien no quiere permanecer en una terapia por demasiado tiempo.

La encargada de traer la técnica al país fue Tiiu Bolzmann, discípula directa de Hellinger, quien en 1999 fundó el Centro Bert Hellinger y es el único que forma consteladores con título oficial. Sobre esto, muchos consteladores recomiendan buscar profesionales del campo de la psicología con suficiente formación en la materia, como así también nunca constelar durante un brote psicótico, un duelo, un embarazo avanzado, o en situaciones de estrés postraumático. Se puede constelar en talleres colectivos, muchas veces multitudinarios pero también en la intimidad de un consultorio. “Constelar es una manera de ver la imagen familiar, de intentar entender problemas que nos atacan en el presente pero acaso tengan su origen en el paso”, se define. Y esa idea atrapa cada vez a más personas. Esa idea, acá en La Plata, protagoniza un verdadero boom.

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