El cine sigue de pie

CINEMA CITY. SE INAUGURÓ EN 1998 CON LAS MEJORÍAS TECNOLOGÍAS. PROYECTA EN HD Y 3D HRF

“Aquel que ha pasado por el cine y ha conservado la marca… No puede entrar a otro lugar”

Jean luc Godard,
“Histoire(s) du cinema”

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Por MARIA VIRGINIA BRUNO

Los agoreros más pesimistas anunciaron hace años la muerte del cine, una industria con 120 años de historia. Peter Greenaway, el provocador realizador galés cuyos filmes se influencian en la pintura renacentista y barroca, se animó a ponerle fecha: “Ocurrió el 31 de septiembre de 1983, cuando se introdujo el control remoto en el salón de estar de las casas”. La pantalla chica, su expansión, fue una competencia violenta, sin embargo, hubo peores, como la actual, en la que las plataformas de contenidos virtuales batallan mano a mano contra la tevé tradicional ofreciendo comodidades y servicios que surgen de las necesidades actuales. En este contexto, y con una amenaza de defunción que lleva varias décadas, el cine permanece de pie, adaptándose a los tiempos que corren.

Las salas nacionales cortaron durante todo el 2014 más de 44 millones de tickets. Nada mal para un año de pocos tanques (estrenos rimbombantes), además del mundial de fútbol en el que durante un mes las pantallas de todo el país parecieron congelarse. Según las estadísticas, la merma de público con respecto al año anterior (una temporada récord para las boleterías con casi 47 millones) correspondió a un 6%, un dato alentador para los empresarios del rubro quienes esperaban una baja de hasta el 15% de los espectadores.

Otro dato interesante para resaltar es el fenómeno de “Relatos Salvajes”, el filme de Damián Szifrón que competirá por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, y que se convirtió en el más taquillero de la historia argentina, superando la barrera que “Nazareno Cruz y el Lobo” de Leonardo Favio había marcado en 1975 con 3400000 espectadores.

El cine, en La Plata, cumplirá este año 114 años desde su surgimiento, en julio de 1901, con el recordado salón biógrafo que fundó Eduardo Ciocchini en 8 entre 51 y 53. Años antes, sin embargo, hubo manifestaciones tempranas de actividad cinematográfica aunque en salas no específicas, como el Teatro Argentino desde 1896 o el Politema Olimpo en 1898.

“El cine nunca va a morir, me lo decía siempre mi papá, porque es arte y el arte nunca muere” Fabián Harari

Entrada la gloriosa década del 20, la ciudad de las diagonales tenía más de una docena de cines, entre ellos, París (7 entre 48 y 49), Select (7 entre 55 y 56), Avenida Hall (7 entre 58 y 59), Splendid (12 entre 56 y 57), Princesa (diagonal 74 entre 3 y 4), América (51 entre 5 y 6), Del Lago (Bosque), Ideal (47 entre 7 y 8), La Gauloise (4 entre 45 y 46) y, entre otros, San Martín (7 entre 50 y 51).

Un acontecimiento importante se llevó a cabo el 28 de agosto de 1948, en 49 entre 7 y 8, con la inauguración del Cine Rocha: se proyectó “Un enviado del Cielo”, de la RKO Radio Pictures.

Entre 1980 y 1990, la Ciudad no escapó a la crisis cinematográfica que se vivió en el mundo entero, con la entrada de los efectos especiales que golpearon duro al llamado cine arte europeo. Argentina, en esa época, pasó de tener 2000 salas a sólo 250, 38 de ellas en la Provincia de Buenos Aires. En este marco, y para 1993, los platenses se habían quedado solamente con dos alternativas: el cine Ocho y el San Martín.

Hoy en La Plata hay cinco complejos comerciales funcionando, con 17 salas instaladas con las mejores tecnologías de exhibición (HD, 3D y HRF), y para los próximos meses se espera la inauguración de uno nuevo en City Bell, un proyecto que surgió debido a la gran demanda que registra el rubro en la Ciudad, uno de los principales aportes de la taquilla nacional según las estadísticas. La constante inversión en el rubro, al día con los principales avances en materia de proyección y comodidades para el espectador, es un claro ejemplo de confianza en una industria que se moderniza con el paso del tiempo.

“La Plata es una ciudad cinéfila, siempre lo fue. Recuerdo perfectamente cuando en 2001 compramos el San Martín que la gente nos decía que estábamos locos, que era una industria que se moría, que no valía la pena invertir. Fue difícil, hubo años de muchas pérdidas, pero mi papá era testurado y estaba convencido de que el cine no iba a morir porque es arte y el arte nunca muere; una idea férrea que heredamos nosotros y por la que trabajamos a diario”, asegura Fabián Harari, uno de los dueños de Cinema La Plata, la empresa que desde 1965 (cuando su padre se hizo cargo de Cinema Ocho) desarrolla y expande la industria en la Ciudad.

Para Harari, la explosión de las nuevas formas de consumir contenidos audiovisuales, como las plataformas on demand, por ejemplo, no significan una competencia directa. “Son cosas diferentes. Uno puede tener las mejores comodidades en la casa pero ir al cine es una ceremonia, una garantía de desconexión total frente a la realidad”, indica y aclara que el desafío, como lo fue la batalla contra la piratería a principios del 2000, radica en la modernización permanente en la exhibición.

En esta línea, Walter Pulero, subgerente de Cinemark Argentina, uno de las franquicias que más tickets corta en todo el país, sostiene que “el cine ha logrado reinventarse y adaptarse a las distintas épocas para seguir subsistiendo (algo que no han conseguido los videoclubes, por ejemplo). Específicamente, en los últimos años se recurrió al 3D para dar por terminado la huida de espectadores de las salas, en parte por culpa de la piratería; y desde principios del 2000 se vienen realizando adaptaciones de cómics y sagas literarias, suscitando grandes ingresos en las taquillas de cine. Y a pesar de las empresas de streaming que ofrecen sus productos on demand (como es el caso ejemplar de Netflix que se encuentra hace un tiempo operando e incluso generando contenidos originales), la taquilla mundial continúa picando en punta y parece ser que nada la detiene”.

“El cine no sólo no se murió sino que está en crecimiento constante” Axel Kuschevatzky

UNA CEREMONIA

Más allá de los aspectos técnicos a los que se ha recurrido a lo largo de la historia para mantener a los espectadores en las salas, hay un factor primordial en la subsistencia del cine y que tiene que ver con su carácter social. Desde sus inicios fue concebido como una ceremonia y a pesar del paso del tiempo se ha conservado como el plan ideal de salida de parejas, familias y amigos de todas las edades.

“Es un show que requiere confianza y entrega por parte del espectador, ¿de qué otra forma nos permitiríamos compartir sino dos horas de oscuridad sentados junto a un montón de desconocidos? La inmensidad de la pantalla como emisor de historias que sabemos ficción pero que aceptamos como realidad, nos permite como espectadores volver a sentirnos niños y creer en lo imposible. El cine es entretenimiento, así nació y así continúa hoy, no importa el género, ni las pretensiones artísticas, ya que en definitiva es un espacio en donde por un rato, la vida cotidiana queda en la vereda de la entrada para dar paso a la fantasía en su máxima expresión”, opina Alexis Puig, periodista especializado en cine y conductor de América 24.

Pulero, también editor de cinergiablog.com.ar, dice que seguimos elegiendo al cine como alternativa “porque tenemos la necesidad de buscar en imágenes y sonidos las experiencias de vida que no podemos encontrar en otra parte. El cine nos enriquece y amplía, al tiempo que nos permite perdernos de todo lo que sucede en el exterior. Habrá que esperar cómo se comportan cada uno de los nuevos actores y qué hará el cine para subsistir, pero difícilmente esa búsqueda del hombre deje de existir”.

CRECIMIENTO CONSTANTE

El productor cinematográfico Axel Kuschevatzky, entre cuyos mayores éxitos figura la oscarizada “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella, es contundente al referirse a la (no) muerte del cine: “No sólo no se murió sino que está en crecimiento constante”.

A semanas de volver a animar en vivo desde Los Angeles la alfombra roja de los codiciados premios de la Academia de Hollywood, una edición de la que también será parte como productor de “Relatos Salvajes”, Kuschevatzky desarrolla su argumento en diálogo con EL DIA. “Hoy la recaudación mundial es mucho mayor que hace cinco años. Hay un radio muy alto de cines que se están abriendo en Rusia y en China, y en Latinoamérica está creciendo sistemáticamente la cantidad de tickets que se vende. Hay otros territorios que están más débiles: Estados Unidos tuvo un año malo y algunos países europeos también. Pero en volumen, el cine, más que sobreviviendo, está ganando la pulseada. Incluso la pulseada a la piratería y a la disponibilidad de contenidos en otras plataformas. Es muy extremo el triunfo”.

Para el productor, quien durante años se desempeñó como periodista especializado para Telefé, la expansión de la tevé por cable e internet no implica perjuicio alguno para la pantalla grande. “Son vínculos diferentes. Creo que la gente, sobre todo con la evolución de las series, está empezando a relacionarse con la televisión de una manera muy diferente a la que se relaciona con el cine. Las expectativas son muy distintas. Ahora hay contenidos que son sólo de la tele y contenidos que son básicamente del cine, que la gente, por su dimensión o por su impacto emocional, los prefiere en el cine antes que en cualquier otra ventana. Está demostrado que las plataformas conviven”.

Remarcando el carácter social que el cine implica como la experiencia de salir de la casa, además de que sigue siendo el plan de entretenimiento más económico, tanto en Argentina, Estados Unidos como en Europa, Kuschevatzky coincide en que el desafío de la gran pantalla radica en su capacidad para adaptarse, como ha hecho hasta ahora, a los cambios y necesidades actuales. “La gran pregunta –concluye- es cómo va a impactar cuando tengamos dos o tres generaciones acostumbradas a ver lo que quieren cuando quieren en vez de sentarse a esperar que les ofrezcan un contenido. Es una pregunta que no tiene que ver con esta generación, sino con los chicos que todavía no nacieron. Cuando volvamos a hablar en diez años de este tema, veremos qué pasa con esa generación que no entiende eso de sentarse pasivamente delante de una pantalla”.

El cine, un guerrero inmortal, que seguirá escribiendo su historia.

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-¿A dónde, señorita?
-A las estrellas...

Jack y Rose, en la parte trasera de un auto antiguo en la bodega del transatlántico se miran con deseo, se tocan y se funden en un beso apasionado antes de hacer el amor por primera vez mientras el Titanic se encamina a estrellarse contra la punta de un iceberg. En el mismo momento en el que los violines de “My heart will go on” comienzan a sonar, la piel de María y la de Juan experimentaron cambios: la magia del cine apareció, al unísono subieron sus manos al apoyabrazos y las entrelazaron por primera vez. Desde entonces siguen juntos, formaron una familia, tienen hijos y cuando se quieren regalar un tiempo para ellos vuelven a sentarse una y otra vez frente a la gran pantalla. Ir al cine, para ellos, es el plan perfecto, un escaparate frente a la realidad.