Se probó ropa y sacó un arma

EL MOVIMIENTO DE GENTE ERA INTENSO EN CALLE 8, PERO NADIE ADVIRTIÓ LO QUE PASABA DENTRO DEL LOCAL DE INDUMENTARIA

Un jean, zapatillas y una camisa. Además del atuendo que llevaba, fue eso lo que el ladrón se probó en el negocio del centro que eligió para robar. Todos creyeron por un rato el montaje, hasta que el hombre -de por lo menos 40 años- se levantó la remera y mostró que llevaba una pistola apretada contra el cinturón.

Para ir a asaltar a 8 entre 47 y 48 el delincuente se expuso a una situación parecida a la del resto del año. En un enero atípicamente más movido que otros, el tránsito de peatones a las 13 de ayer era intenso.

discreto

El ladrón aflojó el paso cuando llegó a una galería y se decidió a entrar en el local de ropa que da a la calle. “Se probó zapatillas, una camisa y un jean”, empezó contando una de las tres empleadas que sufrieron el robo.

Yendo y viniendo entre percheros y probadores, la actitud del supuesto cliente pasó desapercibida. De hecho no era el único, porque justo en ese momento una mujer con dos hijas adolescentes también elegían lo que se iban a comprar.

Todo cambió de golpe cuando llegó el turno de pagar. En lugar de sacar la billetera se descubrió la pistola que llevaba disimulada debajo de la remera.

Primero les ordenó a las empleadas que le dieran toda la recaudación. Ninguna de las tres intentó oponerse y le permitió al ladrón apoderarse de lo que había en la caja. Sin precisar cifras, una de ellas comentó que se trataba de una “suma importante”. Las tres clientas la pasaron aún peor. Por orden del delincuente, tuvieron que encerrarse en un probador y quedarse ahí hasta que todo se normalizara. Su intención fue hacer que desde la calle la situación no fuera llamativa.

“Igual, si alguien se daba cuenta no sé si se habría metido. Pero andaba mucha gente”, destacó una de las chicas que trabajan allí, que accedió a contarle el caso a este medio a cambio de que se mantenga su anonimato.

profugo

Al final el ladrón salió rápido del negocio con la plata y las tres prendas que se había probado durante su simulación. Un segundo antes de perderse entre los peatones, lanzó su última amenaza: “Quédense, no salgan porque les pego un tiro”.

Los primeros policías “tardaron un poco en llegar, porque estaban a un par de cuadras, a la altura de 49 o 50”, dijo una empleada.

La premisa de los oficiales fue ubicar al hombre en base a sus características y con el dato de que aparentemente se habría fugado a pie. Dentro de la galería otros agentes detuvieron a un sospechoso, pero las propias víctimas fueron tajantes: “No era el que nos robó”.