Un conflicto con final abierto y costos inciertos

El Gobierno bonaerense parece oscilar, frente al conflicto docente, entre estrategias diferenciadas. Por momentos parece mostrar los dientes y exhibir ánimo de confrontación. La convocatoria a voluntarios para dar clases de apoyo marcharía en esa dirección. El mensaje de la supuesta “intencionalidad política” de los gremios también se ve orientado a acentuar los contrastes. Sin embargo, la Gobernadora mostró ayer un tono más conciliador. Habló de la “justicia” del reclamo y reconoció el esfuerzo de los docentes. La oscilación refleja, de alguna forma, la complejidad y los riesgos de un conflicto que recién podría estar en su primera fase.

Por momentos, el Gobierno bonaerense -en sintonía con la Casa Rosada- parece embalarse en la estrategia de confrontación. Lo hace con la suposición de que hay, al frente del reclamo, liderazgos sindicales supuestamente desgastados frente a la opinión pública. En esa línea, el Presidente hizo ayer una alusión fuera de libreto al titular de Suteba y abrió, de esa manera, un nuevo capítulo de confrontación.

Detrás del conflicto docente hay una realidad: la de un sistema degradado, ineficiente y desequilibrado

Pero se sabe que las cosas no son tan lineales. Detrás del conflicto docente hay una realidad: la de un sistema degradado, ineficiente y desequilibrado, que hace que el sistema educativo reciba casi el 30 por ciento del total de los recursos provinciales y no pueda, sin embargo, garantizar buenos salarios, escuelas sanas y equipamiento digno para dictar clases. Cualquier maestra con la que se hable traza un preocupante panorama de penurias y limitaciones.

No se trata, en definitiva, de una pulseada contra uno o varios dirigentes sindicales, sino de un conflicto complejo que se inscribe en una realidad también compleja.

Una arista especialmente sensible es la del impacto del paro en las familias. ¿Cuántos días de paro podrían asimilarse sin que la gente le exija soluciones al Gobierno? ¿A quién le va a pedir la sociedad que garantice el funcionamiento de las escuelas?

El Gobierno se enfrenta, así, a un desafío complejo: buscar acuerdos, encontrar puntos de equilibrio, negociar sin que la cuerda se corte.

¿Se puede confrontar con algunos líderes sindicales sin hacerlo con los docentes a los que ellos representan? El Gobierno parece pensar por momentos que sí. La realidad quizá sea más compleja.

VOLUNTARIADO SIN ANTECEDENTES

¿Qué solución aporta la convocatoria a voluntarios para que den clases de apoyo mientras dure el paro? Es una pregunta que genera más dudas que certezas.

Se trata de una medida inédita. Nació en la espontaneidad de las redes sociales pero se convirtió ahora en una política de Estado. ¿Representa una alternativa conducente o sólo tendrá un impacto simbólico y tensará más la cuerda con los docentes?

La instrumentación en tiempo récord de un operativo semejante demandaría una capacidad operativa y un nivel de eficacia que no se ha visto hasta ahora en el ministerio de Educación.

El ministro de Educación bonaerense, Alejandro Finocciaro, ha admitido públicamente que no está en condiciones de precisar con exactitud el número de docentes a su cargo. “Entre 280 y 290 mil”, dijo en un programa de TV. Si no se ha logrado ajustar esa cifra, ¿se ha podido avanzar en este año y tres meses de gestión en el objetivo de sanear algunas variables del sistema educativo?

¿Se puede confrontar con algunos líderes sindicales sin hacerlo con los docentes a los que ellos representan? El Gobierno parece pensar por momentos que sí

Hay cifras llamativas: el año pasado, por ejemplo, se acumularon 10,5 millones de días de licencia entre los docentes. Eso le costó a la Provincia 15.700 millones de pesos (casi el 20 por ciento de la masa salarial docente). Cada cinco sueldos de maestros, uno corresponde a un suplente.

La pregunta es: ¿este año será distinto? ¿Se ha iniciado el camino para achicar el festival de suplencias y el altísimo costo de las licencias?

Cuando se habla de “discutir a fondo” sobre la educación, ¿se incorporan estas variables?

Un debate de ese tipo encontraría, seguramente, resistencias y derivaría en serios litigios. ¿Pero obedece el conflicto actual a esa “batalla”?

¿Y LA CALIDAD?

Por supuesto, el otro gran debate -el fundamental- es el que tiene que ver con la calidad de la educación pública. Todavía no se conocen los resultados de la evaluación que se hizo el año pasado de los alumnos, pero la expectativa no es buena ¿Se ha avanzado en la evaluación de maestros y profesores? ¿Se ha avanzado en una reforma del anacrónico Estatuto Docente?

El lunes deberían empezar las clases. Ya hay un paro nacional decretado para los primeros dos días. El conflicto, mientras tanto, podría escalar hasta un punto hasta ahora desconocido. Mientras tanto, las grandes asignaturas pendientes para mejorar la educación pública quizá tengan que seguir en espera.