Expectativa mundial por el aterrizaje en un cometa

LA ILUSTRACIÓN MUESTRA AL MÓDULO PHILAE SOBRE EL COMETA Y, ARRIBA, A LA SONDA MADRE ROSETTA

El mundo científico está maravillado con la proeza lograda por el robot de la Agencia Espacial Europea (ESA), que logró aterrizar sobre la superficie de un cometa. Y no es para menos, ya que es la primera vez en la historia que se logra una operación como ésta, que además es destacada como un “inmenso paso” para la ciencia y la exploración espacial, que ayudará a comprender mejor la estructura de nuestro Sistema Solar.

Mientras tanto, el Philae y su sonda madre Rosetta ya han empezado a proporcionar datos que los científicos consideran “de un valor incalculable para explotar en un futuro”, aunque ayer se comprobó que el módulo recibe pocas horas de luz solar para cargar sus paneles con energía suficiente para continuar en los próximos días las pruebas científicas que lleva a cabo.

Sin embargo, el Philae mantiene sin problemas la comunicación con su nave madre Rosetta en las horas que ésta tiene visibilidad, y ya ha enviado las primeras imágenes del cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko, realizadas sobre su superficie después del aterrizaje, donde se ve una superficie rocosa y polvorienta.

De momento, la Agencia Espacial Europea desconoce la posición exacta del Philae, pero prevé que la cámara de alta resolución que tiene la nave Rosetta lo pueda descubrir en las próximas horas.

EL PROBLEMA DE LA LUZ

La ESA esperaba que el Philae tuviera entre 6 y 7 horas de luz solar al día, pero lo cierto es que sólo recibe una hora y media, según confirmó el jefe del Departamento de Ingeniería de Sistemas de Tierra de la agencia, Juan Miró.

El módulo, apoyado en la superficie con dos de sus patas y con la tercera en el aire, lleva una batería que le da autonomía energética hasta dos días y después lo que le queda de vida depende de los paneles solares.

También ayer se supo que, si bien el aterrizaje fue exitoso, hubo algunos problemas. Por ejemplo, dos arpones con los que el Philae tenía que engancharse a la superficie del cometa no se activaron y un sistema para estampar el módulo sobre el cometa tampoco funcionó, lo que hizo que, debido a la falta de gravedad, el aparato rebotara dos veces sobre la superficie del cometa, que es oscura, seca y polvorienta y contiene una química compleja. El módulo rebotó primero a un kilómetro de distancia y volvió a tocar la superficie una hora y cincuenta minutos después, para luego volver a rebotar unos centímetros y regresar en siete minutos.

EL LARGO VIAJE

Para llegar hasta el cometa, la sonda madre Rosetta debió realizar un largo viaje de diez años a través del Sistema Solar, que comenzó el 2 de marzo de 2004 y lo llevó a recorrer 6.400 millones de kilómetros hasta llegar al entorno del cometa, el pasado 6 de agosto.

La sonda, que lleva a bordo once experimentos científicos, también se encontró con el asteroide Steins a comienzos de agosto de 2008 y con el asteroide Lutetia en julio de 2010.

Ahora, la misión va a acompañar al cometa hasta el final del año próximo, y durante ese tiempo obtendrá el 80 % de los datos científicos, mientras el módulo de aterrizaje Philae cubrirá el 20 % restante.

Este cometa, el 67/P Churyumov-Gerasimenko, debe su nombre a los astrónomos ucranianos Klim Churyumov y Svetlana Gerasimenko, que lo descubrieron en 1969. Se encuentra en una órbita elíptica de 6,5 años, su mayor acercamiento al Sol se produce entre las órbitas de la Tierra y Marte, y el mayor alejamiento, más allá de la órbita de Júpiter.

Hasta ahora, la Rosetta ya detectó que el cometa emite vapor de agua. En julio, cuando el cometa se encontraba a 583 millones de kilómetros, lanzaba dos vasos pequeños de agua por segundo, y ya en septiembre aumentó hasta un litro de agua por segundo.

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