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Temas |Una idea que pone en tensión a la soltería

“Agamia”: los misterios de la falta de interés en tener una relación amorosa

Este modelo cuestiona profundamente la ideología amorosa tradicional, sugiriendo que el enamoramiento puede nublar la racionalidad y promover expectativas irreales

“Agamia”: los misterios de la falta de interés en tener una relación amorosa

Cada vez menos personas deciden casarse o comprometerse, sobre todo, entre los más jóvenes / Web

28 de Abril de 2024 | 04:01
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En medio de un panorama de transformaciones sociales y culturales, surge un término que está ganando cada vez más relevancia: la agamia. Esta tendencia mundial está despertando preocupación entre las personas solteras y especialistas en relaciones interpersonales. Pero, ¿qué es exactamente la agamia y por qué está generando tanto interés y debate?

En términos simples, la agamia se define como la falta de interés en formar una relación amorosa con otra persona. Este concepto desafía las convenciones tradicionales sobre el amor y las relaciones, proponiendo una forma de relacionarse que prioriza la libertad individual y el autoconocimiento.

La palabra “agamia” deriva del griego “a” (no o sin) y “gamos” (unión íntima o matrimonio). Así, la agamia propone una relación caracterizada por la ausencia de la necesidad de formar una relación amorosa o romántica. Este modelo cuestiona profundamente la ideología amorosa tradicional, sugiriendo que el enamoramiento puede nublar la racionalidad y promover expectativas irreales.

Según la experta en comportamiento humano, Guillermina Guzmán Leal, la agamia se refiere a “personas que cuestionan la noción de que solo es posible relacionarse a través del amor tradicional y que necesariamente este se vive y experimenta en una relación con otra persona”. Para estos individuos, el matrimonio es visto como una limitación de la libertad individual y una falta de reconocimiento a la diversidad de las relaciones.

Uno de los factores que podrían estar contribuyendo al aumento de la agamia es la transformación de las expectativas sociales y personales. Según Guzmán, “el cuento de hadas, el príncipe y la princesa tal como los conocimos en alguna época ya están en retirada”. Cada vez se idealiza menos el amor tipo “media naranja o mi otra mitad”, priorizando en cambio la libertad individual, los proyectos profesionales y el desarrollo personal.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la agamia puede estar relacionada con experiencias pasadas que han generado miedo al compromiso emocional o al rechazo. “No tener pareja como condición puede poner en evidencia algún problema vincular”, señala Guzmán, “ya que puede estar fundamentado en experiencias pasadas como haber sido traicionado o no querer ser lastimado nuevamente”.

El académico y máster en comunicaciones, Rodrigo Durán Guzmán, complementa esta idea, señalando que “la agamia se distingue de la soltería y del poliamor”. Mientras que la soltería se considera un estado transitorio hacia la formación de una pareja y el poliamor acepta múltiples relaciones amorosas simultáneas, la agamia rechaza la idea de que la búsqueda de pareja sea necesaria para la expresión vital de la persona. En cambio, prioriza el autoconocimiento y el disfrute sexual individual.

Además, Durán destaca que la agamia puede afectar a las personas física y emocionalmente, y puede tener múltiples causas, que van desde problemas médicos y psicológicos hasta dificultades en la definición y aceptación de la identidad sexual.

“Es un fenómeno de época”

La psicoanalista platense María Jacobs dialogó con EL DIA sobre lo que se juega en el plano social a partir de la difusión de la “agamia”. “No querer tener una relación amorosa y/o romántica es un fenómeno de época y se puede abordar desde muchísimos ángulos”, introdujo la profesional y enfatizó que, a estos tipos de términos, “los inauguran las nuevas generaciones” ya que “todas las épocas tienen ciertas demandas de ser y nos vemos convocados a responder a ciertas demandas de ser”.

“Hay ciertos llamamientos a cómo tenés que ser, a qué es lo que te falta para ser eso que ‘tenés que ser’ o que ‘esta bueno que seas’. Como un gran eco que luego resuena en cada quien de una u otra forma. Hoy el llamado tanto a las nuevas generaciones, como a las anteriores, es a no comprometerse”, advirtió la especialista. Para profundizar sobre el tema, la psicoanalista describe que el “compromiso”, en la actualidad conlleva “estabilidad, constancia y un proyecto a largo plazo” y, agrega, “si hay algo que hoy no hay, es la posibilidad de pensarse a largo plazo, en nada”.

En cuanto a términos sociales y las instituciones que “ordenan a una sociedad”, María Jacobs discutió con la idea de “qué nos regula” y planteó que Dios, la familia y los maestros “perdieron la potencia que tenían y diría que los suplanto el mercado”. “No olvidemos que el mercado son interacciones. Es una forma de relacionarse que posiciona a cada quien en un lugar. Alguien vende, alguien compra y lo hace bajo un determinado código”, aseveró. Además, problematizó que el mercado trae la idea del de mayor “consumo” o de un consumo “ilimitado”, lo cual “alcanza a las regulaciones de los vínculos”.

“Tener relaciones con más personas es mejor y el compromiso entonces se vuelve indeseable, porque no te conduce a aquella premisa. Hay composiciones de época o armados de época que favorecen estas cuestiones”, sugirió la profesional que, a su vez, sumó que “hoy la idea de casarse y las ideas patriarcales están siendo interrogadas, ya no funcionan y ya no operan como antes”. “Hoy es otro el ordenamiento social” y, por las distintas formas del mercado, “estas formas empiezan a existir y lo que se produce es una dislocación de los vínculos solidarios y comunitarios en donde si puede haber interés por lo que esa persona es”.

“El amor, la solidaridad, el poder posponerse, no son cuestiones que participen en una lógica como la del mercado actual. La monogamia, el compromiso, la responsabilidad, no tienen lugar en esa lógica. Sí lo hace la lógica individualista. Pero el amor es dar, es posponerse, es renunciar por otro. La lógica individualista invita a que la satisfacción sea... De cada quien, individual. El individualismo exacerbado de hoy se relaciona con la lógica de mercado actual”, concluyó Jacobs y definió como un “engaño” a la “agamia”: “No hay satisfacción individual posible. No hay fortuna que se pueda disfrutar si no hay alguien con quien compartirla o, más que nada, alguien a quien presumírsela”.

Otro enfoque

La agamia es un modelo basado en la no formación de parejas, una ética relacional que desafía los estándares impuestos por la sociedad. Según Raquel Manchado, directora y editora de Antorcha Ediciones, la agamia implica cuestionar el enamoramiento y las expectativas irracionales que este genera. “Es una herramienta para relacionarnos bien, alejándonos de patrones preestablecidos que nos someten y nos llevan a relacionarnos de manera deficiente”, explica Manchado.

En el contexto cultural actual, la agamia se presenta como una crítica a la ideología amorosa y a la exclusividad en las relaciones. Aura García-Junco, autora de “El día que aprendí que no sé amar”, sostiene que el amor romántico, lejos de traer la felicidad prometida, a menudo es el origen de nuestras miserias. García-Junco señala que el feminismo ha jugado un papel crucial al descentralizar el papel de las parejas, especialmente en relaciones heterosexuales monógamas.

Por su parte, Juliana Abaúnza, escritora de “Series largas, novios cortos”, aspira a vivir en un mundo donde la soltería sea tan respetada como el amor romántico. Abaúnza destaca que la sociedad aún ve la soltería como algo “raro” o “transicional”, y aboga por una aceptación plena de todas las formas de relacionarse que se salgan de la norma.

Pero, ¿cómo se lleva a cabo la agamia en un mundo que nos incita constantemente a tener pareja? Según García-Junco, no es fácil. A pesar de comprender la importancia de desafiar los roles tradicionales, la presión social y las dinámicas de pareja pueden dificultar la adopción de este modelo relacional.

“¿Y si el amor tiene que ver con los feminicidios?”, se pregunta Manchado, señalando un aspecto fundamental del debate. La narrativa cultural, centrada en el drama del enamoramiento, puede normalizar comportamientos aberrantes y eximir de responsabilidad ética. La agamia nos invita a cuestionar estos patrones y a construir relaciones basadas en el respeto y la igualdad.

En definitiva, la agamia representa una forma de relacionarnos que desafía las normas impuestas por la sociedad y nos invita a replantearnos el significado del amor y las relaciones humanas. En un mundo donde la exclusividad y el enamoramiento son venerados como la máxima expresión del amor, la agamia nos ofrece la posibilidad de liberarnos de estos patrones y construir relaciones más saludables y equitativas.

Para entender mejor la agamia y su impacto en la sociedad, hablamos con expertos y activistas que están impulsando este movimiento. Nerea Pérez de las Heras, co-presentadora del podcast ‘Saldremos mejores’, señala que el microfeminismo juega un papel importante en su vida y que para ella, poner en primer lugar a las amigas como centro de apoyo y comunicación es esencial. “El que no formemos parejas no quiere decir que no nos relacionemos”, afirma Raquel Manchado.

Es crucial entender que la agamia no significa necesariamente la ausencia de relaciones o la falta de afecto. Al contrario, implica repensar cómo nos relacionamos y liberarnos de patrones tóxicos impuestos por la sociedad. En un mundo donde el amor y las relaciones siguen siendo un tema central, la agamia representa un desafío a las normas establecidas y una invitación a construir relaciones más sanas y equitativas.

“No querer tener una relación amorosa es un fenómeno de época”, afirman

La agamia se refiere a personas que no se relacionan a través del amor tradicional

 

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